Novelas ejemplares

Miguel de Cervantes

Fragmento

cap-1

INTRODUCCIÓN

1. PERFILES DE LA ÉPOCA

La vida de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) se extiende a lo largo de los reinados de los primeros Hausburgo: Carlos I (1517-1556), Felipe II (1556-1598) y Felipe III (1598-1621). Cervantes conocerá el final del reinado del Emperador (“el rayo de la guerra”, como le califica nuestro escritor), los vaivenes del de Felipe II y alcanzará, en plena madurez intelectual y creativa, a buena parte del gobierno de Felipe III.

Nace el autor del Quijote el mismo año en que fallece uno de los grandes enemigos de Carlos V, Francisco I de Francia, y el año en que se produce la última gran batalla del emperador: la victoria en los campos de Mühlberg ante el príncipe elector Juan Federico de Sajonia. Tiziano ha retratado en magnífico y conocido cuadro (hoy en el museo del Prado) la imagen de Carlos V a caballo, lanza en ristre, solo, vencedor en Mühlberg.

Es el reinado de Carlos I de España y V de Alemania un tiempo de apertura hacia Europa y, también, hacia el mundo, tras el descubrimiento en 1492 de América. Es una etapa dinámica, agresiva y cosmopolita, fiel reflejo de la personalidad del propio Emperador, que no residió en el mismo lugar más de dos años seguidos. España se abre al exterior y recibe abundantes influjos ideológicos, políticos y culturales de todo tipo. Los contactos con Europa y la venida a España de gentes de los Países Bajos permiten introducir corrientes religiosas heterodoxas, como el luteranismo y, sobre todo, el erasmismo, muy influyente en la corte de Carlos V (Alfonso y Juan de Valdés) y que Cervantes conocerá probablemente a través de su maestro madrileño Juan López de Hoyos, en cuya biblioteca abundaban los títulos erasmistas.

En el campo cultural, España siente, como el resto de Europa, la fascinación por el mundo clásico, por los ideales humanísticos, el amor por la naturaleza, el interés por el ser humano como eje que vertebra el universo, pero sin desdeñar la tradición anterior propia, he aquí la gran originalidad española, pues “[…] nuestro Renacimiento y nuestro post-Renacimiento Barroco son una conjunción de lo medieval hispánico y de lo renacentista y barroco europeo. España no se vuelve de espaldas a lo medieval al llegar al siglo XVI […], sino que, sin cerrarse a los influjos del momento, continúa la tradición de la Edad Media” (Dámaso Alonso). En poesía, la corriente italianizante que viene desde tiempo atrás encuentra en Garcilaso de la Vega un artista genial, capaz de extraer del verso endecasílabo las mejores posibilidades. No desaparece sin embargo la poesía tradicional castellana (romances, poesía de cancionero, lírica popular), que será también cultivada por buena parte de los escritores del siglo XVI. En prosa, triunfan los libros de caballerías (Amadís de Gaula y toda su larga descendencia…) y, muy a finales del periodo de Carlos V, se publica un libro que, andando el tiempo, será considerado como el germen de la novela moderna: La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, publicado en 1554, simultáneamente en Burgos, Medina del Campo, Amberes y Alcalá de Henares.

El reinado de Felipe II coincide con la época más agitada de la vida de Cervantes: viaje a Italia, servicios como soldado en el norte de África y en el Mediterráneo, cautiverio en Argel, reiteradas y nunca satisfechas solicitudes al rey de un puesto acorde con sus merecimientos, comisiones en Andalucía… Su peripecia vital le lleva a estar muy cerca de tres de los acontecimientos más importantes de este periodo: participa activa y heroicamente en la batalla de Lepanto donde la Santa Liga formada por España, el Papa Pío V y Venecia logró reunir una flota que, al mando de don Juan de Austria, derrotó a los otomanos el 7 de octubre de 1571, si bien los resultados últimos de esta batalla no fueron tan decisivos. En segundo lugar, sufre las consecuencias de la anexión de Portugal (1580) —el momento culminante de la hegemonía española en el mundo—. En efecto, la muerte del rey don Sebastián en la batalla de Alcazarquivir propició la incorporación de Portugal a España, pues al haber muerto el heredero, Felipe II, hijo de la reina Isabel de Portugal, hizo valer sus derechos sucesorios. A la vuelta del cautiverio, Cervantes, que llegó a ir a Lisboa para solicitar en la corte un puesto administrativo de cierto relieve, se percató de cómo el rey andaba más ocupado en los asuntos de Portugal que no en los de Castilla (y por tanto en resolver el cargo que pretendía el escritor); eso origina un sentimiento de rencor (Américo Castro lo denominó “odiosidad”) hacia Felipe II que se deja traslucir a través de obras como La Galatea, La Numancia y El trato de Argel. Y, finalmente, se halla entre bastidores de la armada mal recordada como La invencible (1588), pues un año antes se traslada a su domicilio en Sevilla tras haber sido nombrado comisario de abastos con el fin de proveer de bastimentos a la flota que se estaba preparando para conquistar Inglaterra. Como es sabido, Cervantes compuso dos canciones sobre tal evento.

Felipe II es un monarca que, frente a su padre, permanece habitualmente en el mismo lugar, queriendo gobernar todos sus reinos desde el monasterio de El Escorial; es un monarca que se postula como el abanderado de la contrarreforma católica tras la finalización del Concilio de Trento (1545-1563), de manera que la vida española de la época se encuentra profundamente mediatizada por lo religioso. Todo ello conlleva una cerrazón ideológica que hace perseguir cualquier foco de heterodoxia. Los índices inquisitoriales, cada vez más estrictos desde el de 1559, el decreto del mismo año prohibiendo seguir estudios universitarios fuera de España (a excepción de Bolonia, Roma, Nápoles y Coimbra) y los procesos contra el arzobispo Carranza (1558-1576) y fray Luis de León (1571-1576) son buenos ejemplos de esa presión ideológica y religiosa en la España de la segunda mitad del siglo XVI.

Al tiempo, Garcilaso de la Vega se ha convertido ya en un clásico merecedor de varias ediciones anotadas (El Brocense, 1574 y 1577; Fernando de Herrera, 1580); fray Luis de León y San Juan de la Cruz dan nuevos y magistrales matices a la poesía italianizante incorporando elementos novedosos que los convierten en la cima poética de esta época. Renace el romancero a través de la reformulación artística que desarrollan poetas como el propio Cervantes, Padilla, López Maldonado, y otros más jóvenes que, andando el tiempo, se convertirán en grandes escritores: Lope de Vega, Francisco de Quevedo, Luis de Góngora. Los sucesivos volúmenes publicados a partir de la Flor de varios romances nuevos y canciones (Huesca, 1589) darán cauce impreso a esta poesía. Absolutamente contemporánea es la Comedia Nueva, en la que se sintetizan varias tradiciones teatrales anteriores y se dará forma a una manera de hacer teatro que estará vigente mucho tiempo, con Lope de Vega como principal exponente a partir de 1590; Cervantes ha relatado gráficamente los inicios de esta manera de hacer teatro en el prólogo a su volumen de Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados (1615). Asimismo, se va desarrollando y perfeccionando el lugar de la representación (los corrales de comedias) y todo lo que rodea al teatro (escenografías, compañías de representantes, tramoya, etc.). Los libros de caballerías siguen editándose, pero en

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