Popol Vuh

Anónimo

Fragmento

Título

Prólogo

EL POPOL VUH:
LA CREACIÓN SAGRADA DE UNA CULTURA

El Popol Vuh es el libro sagrado de los mayas k’iche’. Contiene un conjunto ordenado y estructurado de relatos míticos e históricos. El texto empieza con la descripción de la creación del universo, en un pasado muy remoto, y termina con las referencias a hechos históricos que ocurrieron a mediados del siglo XVI en la región montañosa occidental de la actual Guatemala, conforme a la tradición de los k’iche’. Los personajes del Popol Vuh son dioses y hombres que transitan por los diversos espacios y tiempos. Hay pasajes que describen las acciones de las divinidades, otros que narran las de los primeros hombres y las de los antiguos gobernantes, así como las de personajes españoles que intervinieron en la conquista militar y espiritual.

El Popol Vuh está escrito en k’iche’, el idioma maya con el mayor número de hablantes, que se ha usado en el abrupto suroeste guatemalteco desde hace más de mil años. El nombre popol vuh está en ese idioma y significa “libro de la comunidad”, pues vuh es un término que se usaba para referirse a los manuscritos jeroglíficos (códices) que empleaba la nobleza sacerdotal nativa, y popol es un vocablo que deriva de la palabra maya pop, que significa “estera”, “petate”, y que representaba el poder político, pero referido a la comunidad k’iche’, pues ésta se concibe como una trama de elementos sociales.

TIEMPO SAGRADO Y TIEMPO HUMANO DEL POPOL VUH

El Popol Vuh es un gran poema que abarca distintos tiempos y espacios, desde un momento primigenio, cuando se inicia la creación del universo, hasta mediados del siglo XVI en las tierras altas de Guatemala. El texto sintetiza el origen del tiempo y del calendario, de la humanidad, el inicio de la estirpe k’iche’, la adquisición de las insignias de poder en la ciudad sagrada de Tulan Siwan y los hechos históricos de los señores k’iche’ hasta después de la conquista militar.

El gran relato del origen del cosmos inicia con la descripción que precede al tiempo y al espacio, y da cuenta de la voluntad creadora de los dioses primigenios. El mundo se concibe como un espacio ideado para que en él habiten animales, plantas y hombres. Hay detallados fragmentos que describen regiones inaccesibles para el ser humano: en especial el mundo infraterrestre, donde los dioses que atentan contra la vida están en pugna constante con los seres creadores. El universo es entonces un lugar donde habitan los seres sagrados, en distintos ámbitos y regiones. En el tiempo que antecede a la existencia del Sol y la Luna, todos los acontecimientos ocurren en un universo oscuro, en el que el tiempo marcado por los ciclos solares, diarios y anuales, aún no existe, por lo que entonces los ritmos biológicos están alterados; entonces ciertos animales pueden hablar, transitar diferentes espacios, y algunas plantas están afectadas y pueden dar frutos de formas diferentes a las naturales en el tiempo del Sol. En ese mundo ya preparado, los dioses deciden hacer a los hombres. Pero esta tarea no es inmediata, por lo que de manera sucesiva crean seres humanos de barro, más tarde de madera y en un tercer momento, definitivo, de maíz.

El proceso de creación incluye no sólo el espacio sino también el tiempo y el calendario. Los dioses mismos tienen a la vez una naturaleza animal, que los hace seres portentosos, y una temporal, con la cual crean el universo mediante los grandes cambios. La dinastía cronométrica culmina en una primera etapa con el nacimiento de los dioses Junajpu y Xb’alanke, producto de un embarazo prodigioso, quienes después de diversas vicisitudes se transforman en el Sol y la Luna. Entonces comienza el transcurrir del tiempo histórico, junto con los primeros hombres. Por ello, la tercera y cuarta parte del Popol Vuh narra episodios de luz, donde los días junto con las generaciones humanas se suceden de forma natural. Más tarde, los dioses crean a las cuatro primeras mujeres. Los descendientes de estos primeros hombres son los k’iche’, cuyos gobernantes hacen una peregrinación circular hacia la ciudad sagrada de Tulan (posiblemente una ciudad mítica), hasta volver después a la zona montañosa de Guatemala. Se establecen las distintas casas de gobierno así como los linajes, y se registran los nombres de los gobernantes k’iche’: se destaca la labor de Q’ukumatz como sagrado señor k’iche’, se menciona la capital Q’uma’rkaj y la grandeza de su poderío, que se evidenciaba, entre otros aspectos, por la riqueza y la variedad del tributo que recibía de los pueblos vecinos, e incluso se hace referencia al obispo Francisco Marroquín. El relato de carácter histórico termina con la genealogía k’iche’, en la que se destaca a Tekum, el gobernante que se enfrentó en 1524 a Pedro de Alvarado, a quien alude el manuscrito como Donadiu [Tonatiuh]. El último de los señores k’iche’ que menciona es don Juan Cortés.

LOS TIEMPOS DEL POPOL VUH

El Popol Vuh es un texto indígena, de tradición prehispánica. Su contenido da cuenta del pensamiento maya, tanto en los aspectos religiosos (míticos, simbólicos y rituales), como en los políticos e históricos. Fue hecho por los miembros de la aristocracia culta, poderosa y refinada que vivía en Q’umqarq’aj, la capital del reino, hoy conocida como Utatlán, un sitio arqueológico cercano a Santa Cruz del Quiché. Los miembros de la nobleza sabían leer y escribir con un sistema de escritura nativo, que los autores españoles de la época colonial describen como “pinturas”. Esos textos eran realizados por los sacerdotes, miembros de la alta aristocracia que se especializaban en elaborar diversas clases de textos que hoy podríamos clasificar como histórico-genealógicos, rituales, calendáricos, cartográficos, tributarios, etcétera, y que se leían en comunidad. Es posible que una antigua versión del Popol Vuh hubiera sido un códice, es decir, un manuscrito plegado, cuyo contenido estuviera consignado en un sistema de escritura glífico, en k’iche’, y que hubiera sido resguardado por el alto sacerdocio para uso ceremonial y ritual. Esto se puede proponer, pues al principio de la versión que hoy conocemos se lee:

Existe el libro original,

antiguamente escrito.

Solamente está oculta la cara del que lo ve

del que lo medita.

Es significativa la afirmación sobre la existencia del manuscrito (vuhil ) primigenio, cuya naturaleza parece ser glífica (tzibam). Otro pasaje, que está casi al final del documento, menciona a los gobernantes k’iche’ y afirma que ellos consultaban un instrumento sagrado, emblema de su poder, un libro:

Eran grandes señores

eran hombres sagrados

eran señores sagrados Q’ukumatz

K’otuja

eran señores sa

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