La quinta modelo / Noche al raso y otros relatos

José María Roa Bárcena

Fragmento

Título

Prólogo
“CONVERTIR AL MOSQUITO EN ELEFANTE”:
EL ARTE LITERARIO DE
JOSÉ MARÍA ROA BÁRCENA

A lo largo del siglo XIX, México pasó por etapas cruciales de separación y estructuración del territorio, pues se independizó, buscó su identidad y deseó mostrarse al mundo como una nación sólidamente organizada. Estos trascendentales cambios dotaron de complejidad su propio entramado, entre los que, a grandes rasgos, sobresalen: levantamientos armados, inestabilidad económica y social, contraposición de modelos políticos disímiles y rupturas entre grupos antagónicos: liberales y conservadores.1

Después de muchos años de conflictos internos y de un Segundo Imperio frustrado, el poder pasó a manos liberales y se restauró la República en 1867. En ese período de estabilidad política aparente, no sólo se hizo imperante la necesidad de cimentar las bases del país en el nacionalismo positivista,2 sino que, paradójicamente, esa apuesta propició que las oposiciones ideológicas volvieran a entrar en conflicto. En este trayecto, los liberales pugnaron por dejar atrás los modelos antiguos y renovarlo todo; mientras que los opositores, por su parte, se apegaban a los valores religiosos y a la predominancia de la Iglesia como institución tutora.

En respuesta a estas tensiones muchas veces irreconciliables, tanto un grupo como otro (con sus matices y diferencias) tuvo manifestaciones artísticas que demostraban su visión de mundo y su enfoque político, ya fuera liberal-positivista o conservador. Así que los escritores cumplieron un papel central en la conformación de la sociedad y en la representación de las distintas posturas. En este heterogéneo entramado de las letras mexicanas decimonónicas, José María Roa Bárcena fue uno de los protagonistas, ya que desde sus inicios como escritor se integró a los grupos literarios que dieron identidad a la literatura de la segunda mitad del siglo XIX.

Roa Bárcena nació en Jalapa, Veracruz, el 3 de septiembre de 1827, año significativo para la historia del México independiente, pues se decretó la expulsión de los españoles del territorio mexicano. Sus padres fueron Concepción Bárcena y José María Rodríguez Roa, quien ocupó diversos cargos públicos en su estado, tales como jefe político, jefe de hacienda, diputado a la legislatura y a las juntas departamentales, por mencionar sólo algunos. De manera que Roa Bárcena fue criado en una familia acomodada que profesaba el catolicismo, doctrina que años más tarde definiría su trayectoria escrituraria.

En su etapa de juventud, tras la lectura de la leyenda El Moro expósito (1834) del Duque de Rivas, escritor español, y de las poesías de Casimiro del Collado, como él mismo aseguró, comenzó a interesarse por la poesía y quiso escribir versos, “convirtiéndose el deseo en afición y ésta en manía”.3 Este especial gusto por la literatura lo incitó a colaborar, “con esmero y confianza”, con artículos diversos, poesías y relatos en publicaciones periódicas de su estado y de la capital del país, como El Veracruzano y la Revista Científica y Literaria de Méjico. De sus incursiones en la poesía destacan versos de temática histórica “Recuerdos de la Batalla de Calderón” (1845); de inspiración religiosa, como “Adam” (1849), y los sentimentales “El primer amor” (1845). En la prosa, dio sus primeros pasos con textos de corte romántico “Meditación” (1844), “La huerfanita” (1844) y “La Vellosilla” (1849); los dos primeros fueron impresos en el referido El Veracruzano y el último en El Álbum Mexicano.

El escritor de 26 años decidió mudarse a la Ciudad de México en 1853. Este año estuvo marcado por las agudas diferencias políticas entre los grupos conservadores y liberales, y por el nada alentador decreto sobre la libertad de imprenta que obligaba a los impresores a registrarse y pagar una fianza para publicar folletos, periódicos y hojas sueltas. En medio de esa atmósfera turbulenta y opresora, Roa Bárcena se acercó al que sería su mentor y principal influencia en el estilo poético, por su “inspiración, erudición y excelente gusto”:4 José Joaquín Pesado. Los versos del veracruzano muy pronto obtuvieron reconocimiento por su calidad, expresión y pulcritud; muestra de ello es la antología Sonetos varios de la musa mexicana (1855), dedicada a José Zorrilla y preparada por José Sebastián Segura, escritor conservador que incluyó cinco sonetos de Roa, junto a una selección de poetas de renombre como sor Juana Inés de la Cruz, fray Manuel Martínez de Navarrete, Francisco Sánchez de Tagle, Ignacio Rodríguez Galván, entre otros. Antes de la década de 1860, Roa ya contaba con dos poemarios: Flores de mayo o mes de María (1856) y Poesías líricas (1859).

El poeta José María Pesado, que ya gozaba de prestigio y una excelente posición dentro del campo político-cultural capitalino, introdujo a Roa Bárcena en las tertulias y los salones literarios que frecuentaba; gracias a él pudo dar a conocer su obra en publicaciones de tendencia conservadora y tuvo la posibilidad de participar en los mismos periódicos que él, lo que ayudó al novel escritor a adquirir un lugar entre el grupo de literatos. De modo que empezó a trabajar en publicaciones católicas como El Universal (1853), haciendo traducciones de los escritores alemanes E. T. A. Hoffmann, Wolfgang von Goethe y Friedrich Schiller, y con poemas, artículos y relatos originales, firmados como José María Roa Bárcena y R.; y con el seudónimo de Antenor en El Nuevo Mundo (1855), La Cruz (1855-1857) y El Pensamiento (1872).5 Es probable que esta entusiasta iniciación en la prensa nacional le abriera las puertas en 1857 de la dirección del semanario de religión, ciencias, literatura y artes, titulado El Nuevo Mundo, y a escribir asiduamente en La Cruz, revista conservadora de la época en la que Roa participó con artículos de opinión en la sección “Controversia”, relevante porque fue el contrapeso de las discusiones en torno a la Constitución de 1857. De 1858 a 1860, coordinó La Sociedad y participó en La Unidad Católica (1861), periódico religioso y literario, y en El Cronista de México (1863). La mayoría de sus textos narrativos inscritos en esta etapa aparecieron en las páginas de El Universal y de La Cruz; en esta última se imprimió por entregas La quinta modelo (1857), novela que se incluye en esta antología y de la que hablaré más adelante.

Ahora bien, la Intervención Francesa (1864-1867) tuvo gran trascendencia en la vida de Roa Bárcena, puesto que en tal período trabajó vehementemente como redactor en jefe de La Sociedad, periódico católico proimperialista, y fue nombrado segundo secretario de la sección filológico-literaria de la Academia Imperial de Ciencias y Literatura (1865). De ser tan cercano a las filas de Maximiliano de Habsburgo, poco a poco se fue distanciando al reconocer qu

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos