La vuelta de los 25

Marc Serena

Fragmento

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Contenido

Prólogo

El despegue

1 Soñar en Soweto

2 Calma en Maputo

3 La familia swazi

4 Poesía en medio del horror

5 El corazón de Japón

6 Una estrella de cerca

7 Verde camuflaje

8 Pulverizando límites

9 Ser gay en la India

10 Una boxeadora tailandesa

11 El peso del pasado

12 Vietnam emergente

13 Pescando en el paraíso

14 El australiano que no dormía

15 Orgullo maorí

16 Un milagro en la prisión

17 Heurística argentina

18 Una noche en la selva

19 Despertando Bogotá

20 Un cowboy sureño

21 Dulce Chiapas

22 La metáfora del hot dog

23 El otro mundo posible

24 Rosa, jazmín y vainilla

25 Dirección a Júpiter

El aterrizaje

Epílogo

Agradecimientos

Notas

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Prólogo

La barquita avanzaba vacilando a través del río Ucayali, en un punto indeterminado de Perú. Recuerdo que era de noche y que estábamos flanqueados por la tupida selva amazónica. Sin niçngún atisbo de luz, sin ninguna referencia. Pero con una dirección.

Compartía viaje con dos maestras con ganas de hablar. Volvían, como yo, de una comunidad indígena a la que sólo se puede acceder a través del río. Conversamos dos o tres horas, hasta que el cielo ennegreció y no pudimos vernos las caras. El silencio de la selva cobró todo el protagonismo y empezamos a oír el sonido del río acariciando el casco de la embarcación.

En aquel momento, mientras tratábamos de descifrar los latidos de vida salvaje que nos llegaban de lejos, una luciérnaga «subió» a nuestra barca. Era un punto de luz que tan pronto se iluminaba como desaparecía en la oscuridad. Sus destellos nos acompañarían el resto del viaje.

Cuando la luciérnaga brillaba, minúscula, me calmaba y pensaba que llegaríamos a buen puerto.

Cuando se apagaba, empezaba a preocuparme y a darle vueltas a todo.

 

 

Si una cosa no me ha faltado en este viaje han sido horas para reflexionar una y otra vez. Sobre todo en los trayectos interminables en tren y autobús, pero también esperando en aeropuertos desconocidos y, claro está, cada noche antes de dormirme en una cama distinta.

Algunas de estas veces me preguntaba: ¿cómo he llegado hasta aquí? ¿Quién me mandó asumir este reto? ¿Por qué un día decidí dejarlo todo?

Aún no he conseguido responder a muchos de estos interrogantes. Supongo que me dejé guiar por mi curiosidad infinita y, por qué no decirlo, por una cierta inconsciencia.

Recuerdo el día en que conté la idea de este libro a un amigo. Se quedó de piedra. Me dijo que era una enorme estupidez que demostraba mi inmadurez. Fue justo en aquel momento cuando decidí de verdad que apostaba por escribirlo. Que valía la pena, aunque desconociera su final.

Lanzarse a un viaje tan largo me parece una decisión equiparable a la de tener hijos o a la de abrir un negocio. Es uno de estos proyectos vitales que, si te lo piensas un par de veces, terminas por posponer.

Quizás, amigo lector, te preguntarás si se me hizo largo, cómo encontré a los 25 jóvenes, qué les une entre sí, qué conclusiones extraje... Es difícil responder a estos interrogantes sin alargarme demasiado. A los 25 jóvenes, ahora ya 25 amigos, los conocí de mil modos distintos, algunos por casualidad. Al pescador de una isla perdida fui a buscarlo en la playa de una isla remota; a la prisionera, pidiendo permisos al gobierno; al monje budista, convenciendo a mucha gente por teléfono; a la cantante de éxito, gracias a un buen contacto; al medallista olímpico, leyendo los periódicos; a la altermundista, en una manifestación...

Hay también quien me pregunta cómo nos entendimos, cómo he podido convivir con ellos. La mayoría de las veces hemos hablado en inglés, pero también he necesitado el español, el francés o, directamente, comunicarnos en su lengua materna y esperar una traducción.

El material final es producto de la intuición, la aventura y la ayuda de decenas de personas anónimas que han puesto su granito de arena sin preguntarse apenas el por qué. Hay quien me ha acogido en su casa o me ha guiado por su ciudad. Hay los amigos y familiares que han aguantado mis desvaríos y los desconocidos que me han abierto las puertas de su vida.

Éste es un retrato del mundo on the road, que ha evolucionado al mismo ritmo que el viaje. En ningún momento tenía claro por qué países pasaría ni con qué 25 jóvenes conviviría. Sólo sabía que quería evitar los tópicos injustos y los juicios rápidos. Hasta que pisé un país concreto, no empecé a pensar cuál debería ser el siguiente eslabón de esta cadena mundial.

La selección final incluye jóvenes pobres de países ricos, jóvenes ricos de países pobres, con estudios y sin estudios, mañosos, intelectuales, chicos, chicas, con familia o solitarios, personas con ganas de cambiar el mundo, conformistas, modelos y antimodelos... Una representación, creo que consistente, de la juventud del mundo. Donde se puede descubrir qué piensan muchas personas a quienes nunca se les pide opinión.

Este libro quiere retratar una generación que de aquí a un tiempo liderará el mundo. Son 25 personas que ayudan a entender el presente y a intuir el futuro de cada uno de sus países. Una información que me parece tanto o más valiosa que las grandes prospectivas macroeconómicas que tanto poder de influencia tienen en la toma de decisiones de nuestros gobernantes.

Aquí encontrarás el verdadero Zeitgeist.

Sobre todo porque todas estas páginas son auténticas.

He tratado de ser lo más fiel posible a las personas que me han dado su confianza y con los lugares tal y como los he conocido. He contrastado cada uno de los datos que aquí aparecen hasta límites enfermizos. Aquí no se ha fabulado ni se ha intensificado nada. Hay historias que son imperfectas, descompensadas y, quizás, incluso prosaicas. Pero así son en realidad.

Hay pocas descripciones farragosas, pero sí abundancia de hechos, acciones y la palabra del otro. Así se ha vivido, no hay retórica... Intento hablar poco de mí y mucho del mundo.

Son 25 his

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