Historia de Sevilla

José María de Mena

Fragmento

Capítulo I. Topografía sevillana. Fundación de Hispalis por Hércules. Fenicios y cartagineses

CAPÍTULO I

Topografía sevillana.

Fundación de Hispalis por Hércules.

Fenicios y cartagineses

Por estudios del subsuelo iniciados en el siglo XVIII por el gran almirante y científico sevillano don Antonio de Ulloa, y continuados en el XIX por los ingenieros señores Coello, Font y Barrau y las importantísimas aportaciones en el siglo XX del profesor Dantin Cerecedas, el ingeniero Francisco Graciani y otros, sabemos ciertamente que el suelo sevillano es de formación bastante reciente.

En el terciario al cuaternario, el océano entraba por el valle del Guadalquivir formando un gran brazo cuya anchura iba desde Sanlúcar de Barrameda a Rota.

El desmoronamiento de parte de la Sierra Morena, en sucesivos reajustes sísmicos, y el aporte de sus materiales desmoronados, por los ríos que fueron formándose, determinó una gran sedimentación que fue elevando poco a poco el nivel de este brazo de mar. El choque de las corrientes producidas por los ríos con las mareas procedentes del océano hizo que la sedimentación fuera más abundante en una línea entre Rota y Sanlúcar, formándose una «barra», y más tarde llegó a constituirse un lago interior, que llegaba hasta Sevilla, ocupando todo el antiguo brazo de mar. Este lago interior existió hasta tiempos históricos, recibiendo de los primeros viajeros el nombre de Lacus Ligustinus. Posteriormente se ha seguido aterrando de sedimentos, formándose las marismas y el suelo donde se asienta nuestra propia ciudad de Sevilla.

PRIMEROS POBLADORES

La relativa modernidad del suelo sevillano hace que aquí no hubiera habitantes en la época paleolítica, puesto que en ese tiempo el suelo de nuestra ciudad estaba cubierto por las aguas, formando parte del Lacus Ligustinus, según explica Pomponio Mela en su Chorographia.

Poco antes del año 1000 a. C., disminuido el nivel de las aguas, se formó una isla, que fue aprovechada por un primer pueblo de cazadores y pescadores, que constituirían un poblado palafítico. El lugar exacto corresponde a lo que hoy es la Cuesta del Rosario, Abades, San Isidoro, y parte de la calle Sierpes (cotas 12 y 14), donde según Luis Alarcón de Lastra, y el profesor Blanco Freijeiro, han aparecido los más antiguos hallazgos arqueológicos, puntas de flechas, hojas de jabalina y cerámica.

LOS TARTESIOS

El pueblo tartésico no es suficientemente conocido, aunque se cree que llegó mil quinientos años antes de Cristo procedente de ¿África? Algunos historiadores consideran a los tartesios como últimos supervivientes del continente hundido de la Atlántida.

Sea como fuere, en la Biblia se cita a los tartesios como el pueblo que explotaba las minas de cobre de Tharsis, que hicieron donación de una hermosa mesa de bronce para el templo de Jerusalén, construido por Salomón.

En Sevilla los tartesios erigieron sepulcros de grandes piedras, del tipo llamado «de corredor», uno de los cuales está enterrado en el subsuelo de la Puerta de Jerez, de donde no fue posible sacarlo por su descomunal tamaño y peso.

También son tartesias las joyas del «Tesoro de El Carambolo», encontrado el 30 de septiembre de 1958 en el campo de tiro de Pichón del Carambolo, quizá escondido por los tartesios al comienzo de una batalla, o para evitar su pérdida en un saqueo. Se compone de brazaletes, pectorales, placas de cinturón y un collar con campanillas, presumiblemente el adorno indumentario de un rey o sumo sacerdote.

CELTAS E IBEROS

Hacia la misma época debieron venir los iberos, y algo más tarde los celtas. De éstos, puede afirmarse que son la vanguardia de las grandes migraciones de los pueblos arios, y entrarían en España, según Gonzalo Reparaz, por el portillo vasconavarro.

Los celtas ejercieron una gran influencia en la comarca sevillana, en la que dejaron muchísimos nombres geográficos, como los que empiezan por las sílabas «ari», «ar» y «as», por ejemplo, Aroche, Arba y Arunci (este último es el actual Morón de la Frontera). También Astigi (Écija), Astapa (Estepa) y los terminados en «uba» como Gelduba (Gelves).

HÉRCULES, FUNDADOR DE SEVILLA

¿Quién fundó este primer núcleo urbano de Sevilla? Según todos los historiadores, aunque hubiera alguna casa o choza lacustre prehistórica, no hubo aglomeración urbana que pudiera llamarse ciudad hasta los fenicios, y tuvo el carácter de una factoría comercial. El fundador fue un navegante fenicio llamado Melkart, que había cruzado el Mediterráneo y remontó el Guadalquivir. Este navegante introdujo la religión fenicia, consiguió el monopolio del comercio de pieles de toro y descubrió posiblemente minas de plata (Almadén de la Plata).

Por estos méritos religiosos, científicos y cívicos, a su muerte los fenicios le elevaron a los altares en su patria de origen, y sus aventuras de navegante fueron exageradas y deformadas hasta hacerse legendarias (el monopolio de cueros de toro pasaría en la leyenda a ser uno de los «trabajos» de Hércules, apoderarse de los toros del rey Gerión). Así Melkart fue héroe, santo y finalmente dios, para los fenicios. Su devoción pasó a Grecia, cambiando su nombre por el de Herakles, y más tarde a Roma, modificándose hasta convertirse en Hércules.

FUENTES HISTÓRICAS

Los testimonios principales de historiadores antiguos que así lo afirman son:

«Hércules el egipciano fundó Sevilla cuando vino a esta comarca», dice Beroso.

«Hércules recorrió el África y llegó al estrecho de Gades, por donde penetró en España y fundó Sevilla», dice Diodoro Sículo.

«Gerión fue muerto por Hércules», asegura Herodoto. (Gerión fue rey de los tartesios en las proximidades de Sevilla, y acaso fuese suyo el «Tesoro de El Carambolo».)

«Yo he visto los libros de Hércules, y consta en ellos que fundó Sevilla», escribe Hamed Ar Razi, llamado el Moro Razis, gran historiador musulmán.

La Crónica de Alfonso X el Sabio; la Crónica General de España del maestro Florián de Ocampo; La Historia de Sevilla del presbítero Alonso de Morgado, y otras muchas obras de diversos autores, ratifican esta atribución. Rodrigo Caro, pulcro y erudito historiador, dice estas serenas palabras: «La tradición de que Hércules fundó Sevilla es tan admitida en ella y en los autores referidos que no parece digna de reprobar».

Esta atribución de haber fundado Sevilla el navegante Hércules es aceptada oficialmente incluso por el propio Ayuntamiento de la ciudad, y por la Real Audiencia, y así, en el edificio de las Casas Consistoriales en la plaza de San Francisco, en

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