Historia contemporánea de España (Volumen II: 1931-2017)

Varios autores

Fragmento

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Director de la Historia contemporánea de España

Jordi Canal

 

Coordinadores de este volumen

Eduardo González Calleja

Juan Pan-Montojo

 

Autores

Jordi Canal (EHESS, París)

Ángel Duarte (Universitat de Girona)

Eduardo González Calleja (Universidad Carlos III, Madrid)

Ángeles González-Fernández (Universidad de Sevilla)

Jordi Gracia (Universitat de Barcelona)

José-Carlos Mainer (Universidad de Zaragoza)

Elena Martínez Ruiz (Universidad de Alcalá)

Enrique Moradiellos (Universidad de Extremadura)

Juan Pan-Montojo (Universidad Autónoma de Madrid)

Juan Carlos Pereira (Universidad Complutense de Madrid)

Scheherezade Pinilla (Universidad Complutense de Madrid)

Fernando del Rey Reguillo (Universidad Complutense de Madrid)

Pedro Rújula (Universidad de Zaragoza)

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ENTRE LA LIBERTAD Y LAS DICTADURAS


1931-1959

 

 

Eduardo González Calleja

(Coord.)

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LAS CLAVES DEL PERIODO

Eduardo González Calleja

 

 

 

El tracto histórico que abarca esta primera parte del segundo volumen de la historia contemporánea de España se inicia y termina a una distancia cronológica similar —menos de tres lustros— del final de ambas guerras mundiales: acontecimientos referenciales de la historia del siglo XX en los que España no participó de forma relevante, pero cuyas repercusiones determinaron la trayectoria del país durante el resto de la centuria.

 

 

EL RASTRO DE LAS GUERRAS Y EL IMPACTO DE LA VIOLENCIA POLÍTICA

 

Algunos autores contemplan el decurso del siglo XIX español, al igual que el de otros países de Europa del sur, como una larga guerra civil que fue librada, de forma discontinua pero persistente, por las alternativas revolucionarias y contrarrevolucionarias al proceso de construcción del Estado liberal, en la que se alternaron periodos de combate abierto con etapas de tranquilidad más aparente que real. De estas confrontaciones se ha dado cumplida cuenta en el primer volumen. Ciertamente podría decirse algo parecido de nuestro siglo XX, que, en su primera mitad, tuvo en el hecho bélico (preferentemente nacional, como también lo fueron en gran parte los conflictos coloniales que jalonaron el periodo) uno de sus rasgos definitorios. Resulta ocioso señalar a la Guerra Civil de 1936 a 1939 como el acontecimiento histórico nodal de nuestra historia contemporánea, pero tal aseveración obliga a una reflexión preliminar sobre su significado histórico profundo.

A pesar de la teórica neutralidad que España mantuvo en los grandes conflictos internacionales de la pasada centuria, el país vivió las secuelas de la I y la II Guerra Mundial sumido en el tercer ciclo bélico de su historia contemporánea, tras la etapa de conflictos revolucionarios de carácter nacionalista que tuvo lugar entre 1793 y 1840 y la etapa de querellas imperialistas, que, iniciada entre 1859 y 1860, se prolongó hasta el Desastre de 1898. Ahora que la historiografía española está abandonando la mitología de la excepcionalidad y aborda con paso firme la reflexión comparativa, se ha de recalcar que ninguna de estas conflagraciones puede estudiarse aislada de las experiencias bélicas anteriores, ni marginada de los grandes conflictos europeos de la época, fueran estos de carácter revolucionario, colonial o internacional. No cabe duda de que, en ese periodo de turbulencias que transcurre de 1909 a 1949, España se vio inmersa en un nuevo ciclo bélico que, sin abandonar del todo la caracterización de los dos anteriores, tuvo en su momento culminante una factura predominantemente social. Este ciclo se inició con el conflicto colonial en el norte de Marruecos (1909-1927), continuó con una atroz guerra civil (1936-1939) y culminó en una posguerra ficticia, jalonada de expediciones militares en el contexto de la II Guerra Mundial (el envío de la División Azul al frente oriental entre octubre de 1941 y noviembre de 1943) y de un prolongado conflicto insurgente como fue el «maquis»: secuela de la Guerra Civil, pero cuya fase culminante acaece entre octubre de 1944 y octubre de 1948. El ciclo se cierra en realidad una década más tarde, con el epílogo sangriento de la descolonización de Marruecos, que supuso «la última guerra de África» en Ifni y el Sahara; un conflicto olvidado que fue cuidadosamente ocultado por el franquismo a una opinión pública todavía sensibilizada por el recuerdo de la desastrosa Guerra del Rif.

Aunque la peculiar fisonomía belicista del periodo histórico que nos ocupa entremezcla querellas nacionales y foráneas, la Guerra Civil se mantiene como punto de referencia en el análisis de una crisis global —de Estado, de sociedad, de cultura— que, por sus evidentes implicaciones ideológicas, aún se debate si retrotraer al conjunto de la época contemporánea (en este caso, se responsabiliza de la catástrofe al proceso de modernización liberal-capitalista), al primer tercio del siglo XX (la causa del mal sería la crisis del parlamentarismo liberal de la Restauración), a los años treinta (la crisis de las democracias representada en la Segunda República) o incluso a 1936 (en concreto, la frustración de la experiencia

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