Crímenes 3 - Pecados capitales

Carles Porta

Fragmento

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PRÓLOGO

¿Por qué matamos?

¿Por qué amamos?

Es obvio que, ante preguntas como estas, cada persona tiene sus respuestas, y están condicionadas por las circunstancias individuales que nos configuran como seres únicos —sí, esto incluye a los gemelos—.

También es cierto que, cuando nos hacemos preguntas como «¿qué nos interesa» o «¿qué nos gusta?», hay ocasiones en las que coincidimos colectivamente en algo, como nos pasa, por ejemplo, a todas las personas que nos reunimos en esta comunidad singular, y cada vez más amplia, de aficionados a las historias de crímenes reales.

«¿Por qué nos gustan?», nos preguntamos.

En el libro que tenéis entre las manos, hemos reunido casos que seguro que os cautivarán. Para escoger estas historias, nos hemos guiado por los siete pecados capitales, que, en la tradición del cristianismo, fueron establecidos por Gregorio Magno, santo Tomás de Aquino o Dante, en el Purgatorio de su Divina comedia. Son esos pecados o vicios que se encuentran en el origen de todos los demás: la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza.

Independientemente de la vigencia o no de la idea del pecado en nuestras sociedades, son siete pasiones muy arraigadas en la psique humana. Como se debatió en un curso organizado por el Institut d’Humanitats en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), «¿Podemos imaginarnos al ser humano sin ellas? ¿Sería el mundo mejor si estas inclinaciones no condicionasen nuestras actitudes?».

Los siete pecados capitales se encontraban también en el corazón de Seven, una película mítica e inquietante dirigida por David Fincher y escrita por Andrew Kevin Walker, con Brad Pitt y Morgan Freeman haciendo de unos polis a los que me habría gustado invitar a participar en Crims. ¿Quién no recuerda aquel mensaje angustioso del asesino en una de las primeras escenas? «Largo y arduo es el camino que conduce del infierno a la luz», unos versos de El paraíso perdido de John Milton.

Cuando paséis página después de leer este breve prólogo, os sumergiréis en siete historias reales. Os tocará a vosotros decidir cuál de los siete pecados capitales corresponde a cada caso, o qué caso corresponde a cada pecado. La verdad es que el debate es interesante. Nosotros también lo hemos tenido. Y, aunque no le atribuimos el pecado a la víctima o al autor de ninguna manera, sí es cierto que una de estas pasiones siempre es el posible móvil del crimen.

¿Soberbia?

¿Avaricia?

¿Lujuria?

¿Ira?

¿Gula?

¿Envidia?

¿Pereza?

Leed y escoged.

Empezamos con «El secuestro de Mélodie Nakachian». En 1987, en Estepona, en el mundo de la jet set de la Costa del Sol, una niña de cinco años, hija del empresario libanés Raymond Nakachian y de la cantante surcoreana Kimera, fue capturada por una banda de secuestradores que pidió un rescate de dieciséis millones de dólares.

En «El crimen del Esclat», en 2003, dos atracadores armados con cuchillos irrumpieron en el supermercado Esclat de Mollet del Vallès cuando estaba a punto de cerrar. El vigilante de seguridad, que llevaba mes y medio trabajando en el establecimiento, quiso pararles los pies y acabó apuñalado. La policía tardaría años en resolver el caso.

En «El bebé de Canovelles», una madre dejó a su hija pequeña, de solo once meses, durmiendo en la cuna de su habitación. Cuando volvió, la camita estaba vacía. Era el año 1981. A la familia le había tocado la lotería de Navidad y alguien los vigilaba.

En 2008, muy cerca de la N-340, en Alcanar, el propietario de un concesionario de coches y su mujer fueron asaltados y torturados hasta la muerte. En «Febamar», veremos cómo los mossos encuentran la casa totalmente patas arriba; una lata de Coca-Cola light los traerá de cabeza

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