Índice
¡Juega bien tus cartas!
Introducción. ¿Quién soy y cómo he llegado aquí?
1. ¿Qué es el póker?
El póker, un microcosmos de la vida
¿Habilidad o suerte?
Actuar bajo la incertidumbre
¿Estás arriesgando lo suficiente?
El análisis de costes y beneficios no siempre funciona
Tomar decisiones con expectativa positiva
Desgraciadamente, somos irracionales…
El valor esperado
Aprovechando cualquier ventaja
Situaciones arriesgadas y con valor esperado positivo
Un jugador de póker emprendedor
¿Cómo ganar dinero con el valor esperado?
Un análisis en términos de valor esperado
Una herramienta de negociación
2. El póker como escuela de vida: la transferencia de habilidades
La gestión de banca
La gestión de banca y el capital de un negocio
¿Cómo gestionar la banca?
Los períodos duros no duran siempre, los jugadores duros sí
La motivación
La confianza
El autoconocimiento
La paciencia
La disciplina
El pensamiento lógico y crítico
Iniciativa y agresividad
La planificación
La adaptación
Despersonalizar el conflicto
La determinación y la concentración
La resiliencia
Tomar perspectiva
La gestión de la energía y la búsqueda del sweet spot
3. Póker y comunicación
La imagen lo es todo
El metajuego
Observación y adaptación
Los niveles de pensamiento
Leer a las personas: evaluar la veracidad y credibilidad
Poker face
Competencias emocionales
¿Y si solo quiero divertirme?
La fuerza del engaño: el farol
El farol en el póker y en la vida
4. Aplicar lecciones del póker en distintos ámbitos de nuestra vida
La toma de decisiones
Consecuencia y motivación
La vida es un juego de información imperfecta
La importancia del feedback inmediato
Bienvenidos a la guerra
Perder batallas para ganar la guerra
El restaurante más barato del mundo
El póker y Wall Street
¿Cómo trasladar las habilidades del póker a la bolsa?
Un juego mental
Un apunte personal acerca de la analogía entre póker y empresa
5. El éxito, el fracaso y la maestría
APÉNDICES
Apéndice A: Las reglas
Apéndice B: Clasificación de las manos
Apéndice C: La posición
Apéndice D: Glosario
Sobre este libro
Sobre Leo Margets
Créditos
Notas
A los que creen que la suerte
pasa por casualidad
Introducción
¿Quién soy y cómo he llegado aquí?
Seguramente muchas de las personas que os habéis decidido a abrir este libro lo habréis hecho porque os interesa el mundo del póker, o porque sentís curiosidad por saber qué puede aportarnos el póker más allá de unas horas de diversión intentando farolear a los colegas. Algunos lectores ya habréis jugado varias partidas a lo largo de vuestra vida antes de empezar a leer estas páginas y otros ni siquiera una mano, pero eso no supone inconveniente alguno para aprovechar y disfrutar este libro.[1] No espero en absoluto que el lector sea un experto en póker, solo que tenga una mente abierta y abandone sus ideas preconcebidas acerca de este juego… Porque tengo la sensación de que muchos sabéis de qué va ese juego de cartas… O eso creéis.
Precisamente el considerar el póker un juego de cartas fue lo que me mantuvo alejada de él durante veintitrés años de mi vida. Cero interés. Nunca me han gustado los juegos de mesa y las cartas, particularmente, me aburren sobremanera. Conservo algún leve recuerdo de haber jugado con mis padres a la escoba cuando apenas tenía uso de razón, pero, a la que se me presentaron más opciones con las que ocupar mi tiempo libre, no volví a tocar una baraja. Preferí dedicarme a otras aficiones como el deporte, a jugar con mis gatos o a escribir.
Demos un gran salto en el tiempo y aterricemos en 2006. Después de acabar la carrera de Business Studies en Londres, me tomé un año sabático con la intención de aclarar las ideas acerca de mi futuro, y los diez meses durante los que viajé sola con la mochila a cuestas por Sudamérica y Australia fueron una gran experiencia vital, más enriquecedora incluso que los años de universidad. Seguía, sin embargo, sin descubrir mi vocación. Estudiar empresariales fue una decisión que tomé con la razón más que con el corazón. Era mi «comodín», y me decía que así nunca me cerraría puertas. Y a eso se sumaba la presión por parte de mi padre. Pero no me hacía vibrar, como no me hacía vibrar ninguna otra profesión. Al acabar ese año de trotamundos regresé a Barcelona y, ante la posibilidad de tener que trabajar en algo que no me apasionara, decidí seguir estudiando y cursé un máster en dirección de empresas de comunicación en la Universitat Pompeu Fabra.
Ese mismo verano, justo antes de empezar el máster, conocí a Cristian. Nos encontramos casualmente por primera vez en la Carretera de les Aigües, mi lugar preferido de Barcelona. Allí, en el kilómetro 0 del Pla dels Maduixers, cuando yo había acabado de correr y él se ataba los cordones para empezar, entablamos nuestra primera conversación un mediodía de agosto a raíz de que a mí se me cayeron las llaves del coche. Descubrimos que los dos entrenábamos en el Club Tenis Barcino y que éramos prácticamente vecinos, pero dado que nos llevábamos seis años y puesto que además yo había vivido cuatro años en el extranjero, era normal que no nos tuviéramos ubicados. Después de ese día me hice la encontradiza un