Antes del amanecer (OSHO habla de tú a tú)

Osho

Fragmento

cap-1

1

La sensación de llegar a casa

Osho:

Estoy experimentando un terremoto: mi antiguo caparazón se ha cuarteado y la dicha sale a borbotones. Tus palabras son, cada vez más, una detallada descripción de mi mundo interior y no una simple imagen de algo distinto. Tu dedo solía apuntar a la luna, pero ahora puedo ver mi propia luna; tu dedo apunta a mi propio centro. Me da mucha vergüenza escribir esto. Para exponer mi sufrimiento tengo que armarme de valor, pero curiosamente, para reconocer mi felicidad necesito aún más valor.

En tu pregunta acabas de señalar una de las experiencias fundamentales. Evidentemente se necesita más valor para expresar la felicidad, la dicha, que para describir el sufrimiento y el dolor. Cada uno de estos casos, por supuesto, entraña una dificultad particular.

Tienes que ser muy valiente para expresar tus temores, tu sufrimiento y tu dolor, porque significa que estás exponiendo tus heridas, tu fealdad, tu locura, y eso es lo que todo el mundo quiere ocultar a los demás. Es algo que va en contra del ego y de la naturaleza de uno.

Pero para expresar tu alegría necesitas tener aún más valor por dos motivos: el primero es que es difícil —casi imposible— expresar la dicha, el silencio o la serenidad con palabras, porque estas experiencias están más allá del alcance de la mente y, por lo tanto, más allá del lenguaje, de las palabras y de las explicaciones. Y el segundo motivo es que decir «Soy feliz», «Soy dichoso», «Estoy descubriendo mi centro» es peligroso porque provoca la envidia de todo el mundo.

Todo el mundo quiere creer en tu desdicha, pero no en tu felicidad. Aunque estés mintiendo, todo el mundo creerá en tu angustia y en tu sufrimiento, porque todas las personas conocen el sufrimiento y la desdicha; es una experiencia común a todos. Pero nadie quiere creer en tu felicidad, porque si lo hicieran tendrían que admitir que tú estás más cerca de descubrir algo, de alcanzar tu centro, y eso es algo que va en contra de sus egos. Tener que reconocer que todavía les queda mucho para alcanzar la meta, y que tú ya estás muy cerca, atenta contra sus egos. No pueden creerlo, piensan que estás mintiendo, que estás equivocado.

Si te empeñas en decir que lo has alcanzado y tu vida empieza a dar muestras de ello, buscarán toda clase de pruebas para demostrar lo contrario. Dirán que eres un hipócrita, un farsante, que no eres feliz y que solo sonríes para engañar a la gente. Si te mantienes inflexible y sigues cantando y bailando sin preocuparte de lo que digan los demás, lo siguiente que harán será decir que estás loco.

Es muy difícil aceptar que alguien esté llegando a casa; es algo que molesta profundamente a mucha gente, y ellos son la mayoría, mientras que tú estás solo. Para ellos es muy fácil decir que estás loco porque, para salir bien parados, tendrían que ser tan felices como tú, y eso no es tan simple..., les obligaría a emprender un largo peregrinaje. Sin embargo, es más fácil criticarte, buscar motivos... y si todo esto fracasa, entonces dirán que estás loco... ese es su último recurso.

A pesar de todo, no les basta con llamarte loco porque en el fondo te envidian, sienten celos; a ellos también les gustaría decir que están muy cerca del centro, de la verdad, de la dicha. Sin embargo, están en la oscuridad, en una zona de dolor y sufrimiento. Su noche oscura no parece tener fin, mientras que tú estás hablando de un maravilloso amanecer..., has visto el primer rayo de sol, está despuntando, oyes el canto de los pájaros, sientes el aroma de las flores al abrirse para saludar al sol por la mañana, para recibir el nuevo día.

Si no les haces caso y no admites estar loco... Estas masas han crucificado a personas como Al-Hallaj Mansur, Jesús, Sócrates o Sarmad. Las masas están sedientas de sangre, aunque se trate de personas totalmente inofensivas, y no hayan hecho nada ni hayan perjudicado a nadie. Es más, estos individuos han sido una bendición para la humanidad porque estaban señalando tu potencial, tu posibilidad, tu futuro; te estaban mostrando el amanecer al decir que la noche no duraría eternamente. Eran tu esperanza para salir de la oscuridad y de una vida mortífera en la que solo encuentras sufrimiento.

En vez de regocijarse con ellos, los han aniquilado, los han destruido. Para regocijarte tienes que ser muy inteligente; sin embargo, una masa de estúpidos y retrasados es perfectamente capaz de crucificarlos. Por eso afirmo que has hecho una observación muy importante: es mucho más difícil exponerte y declarar al mundo que eres dichoso y feliz.

Aquí, en este lugar, no debes tener miedo. Aquí puedes expresar tus temores y te aceptarán, podrás exponer tu dicha y lo celebrarán —este es el sentido de una comunión religiosa—, te animarán a hacerlo. La gente podrá ver su futuro en tus ojos, y cuando te vean bailar se disiparán sus problemas. Cuando vean que tú lo has conseguido, se darán cuenta de que no estaban tan lejos; quizá no estuviesen mirando en la dirección correcta, quizá no estuviesen yendo por el camino adecuado...

A las afueras de Nueva Delhi había un hombre en un cruce de caminos, el cual preguntó:

—¿Cuánto queda para Nueva Delhi?

Un anciano que estaba sentado debajo de un árbol le respondió:

—Antes de contestar, me gustaría ver en qué dirección vas. Si no me lo enseñas, ¿cómo puedo decirte a qué distancia está Nueva Delhi?

El hombre pensó: «Qué hombre tan raro». Había hecho esta misma pregunta muchas veces a diferentes personas, y siempre le habían contestado, pero el anciano dijo:

—Antes me gustaría ver hacia dónde vas.

El hombre dio algunos pasos y volvió a preguntar:

—¿Ahora?

El anciano respondió:

—Ahora Nueva Delhi está muy lejos, porque vas justamente en dirección contraria. Para llegar a Nueva Delhi tendrás que dar la vuelta al mundo, porque acabas de dejarla doce kilómetros atrás.

Ver florecer a alguien es la señal de que ha llegado la primavera. No todas las plantas florecen al mismo tiempo; primero abre los pétalos una flor, luego otras más, luego muchas más, y finalmente lo hacen millones. La primavera llega poco a poco, despacio. Cuando brota una flor significa que tu momento está llegando.

Aquí, en esta comunión, no tienes nada que temer; puedes expresar tu situación, sea la que sea. Todas estas personas son compañeros de viaje y tratarán de ayudarte a salir de la oscuridad. Si has alcanzado la luz te ayudarán a celebrarlo; te ayudarán en todas las situaciones de una u otra forma.

Dos locos se escapan de un hospital psiquiátrico. En su huida llegan a una estación y se suben a un tren contentos por su buena suerte. Resulta que ese tren transportaba una tropa de marineros que estaban de maniobras, y al ver a tanto marino, uno le dice a otro:

—Oye loco, esto no es un tren, ¡esto es un barco! El otro contesta:

—Vamos a tirarnos al agua antes de que zarpe. —Y se tiró.

El que aún está en el tren le pregunta:

—¿Cómo está el agua?

....Y el otro responde desde el suelo del andén:

—¡Tírate por el otro lado que por aquí hay muchas rocas!

Este es un espacio para las personas que están embriagadas de lo divino, locas por encontrar la divinidad. Se alegrarán de tus logros porque también es de ellos. Esto es una hermandad —hay una conexión profunda—, no una organización. Es el amor que desborda de cada corazón uniéndose al de los demás.

Aquí nadie es un extraño; todo el mundo te conoce. Aunque no sepan tu nombre ni de dónde provienes, ni tampoco tu religión o tu raza. No necesitan saber todas estas cosas porque te conocen, todo el mundo sabe que estás en el mismo camino, en la misma búsqueda. Estás apuntando a la misma estrella; estás en el mismo viaje, en el mismo peregrinaje. El hecho de que lo consiga uno solo de vosotros confirma que tú también lo has conseguido; quizá tengas que esperar un poco más, pero la primavera también se acercará a ti.

De manera que no temas nada ni te preocupes, aquí nadie va a negar tus experiencias. Todo el mundo se alegrará y lo celebrará, se sentirán orgullosos de ti.

Esto es lo que debería ocurrir en todas partes pero, desgraciadamente, no es así... ¿qué se puede hacer? La gente debería haberse alegrado de la existencia de Sócrates, deberían haber amado la presencia de Jesús, deberían haberse unido al grito de Al-Hallaj Mansur cuando clamó: «Ana’l haq!», soy Dios. Estaba hablando por ti, estaba hablando por todo el mundo, pasado, presente y futuro. No hablaba solo de sí mismo.

Pero la gente no ha tenido la sensatez de entender la locura de los buscadores de la verdad, de la dicha, de la divinidad, del sentido último de la vida. En cambio aquí mi gente está lo suficientemente loca para celebrarlo contigo, porque tu florecimiento es el suyo.

De manera que no te lo digo solo a ti, se lo digo a todos los demás: siempre hay que exponerse. Si no lo haces cuando estás sufriendo, no pasa nada, porque todo el mundo sabe que estás sufriendo, no es ningún misterio. Aunque tú no lo digas, se da por sentado; ¿en qué otro sitio puedes estar? Pero cuando llegue el momento de la felicidad, de la dicha y las bendiciones, no te quedes callado, porque tú eres la prueba de que todas estas personas no están vagando en el desierto. Si tú has calmado la sed, ellos también podrán hacerlo. Si tú has llegado a casa, ellos también podrán conseguirlo.

Así que no pasa nada por ocultar tus temores, tu sufrimiento y tu desdicha. Siempre habrá alguien que pregunte acerca de esas cuestiones. Pero es imperdonable que mantengas en secreto tu dicha, porque es una prueba para todo el mundo de lo que están buscando.

Osho:

¿Cuál es el criterio de la verdad?

La verdad no es una experiencia racional; el razonamiento no puede demostrarla ni desmentirla. No hay ningún argumento que pueda convencerte de la verdad ni dejar de hacerlo. Es una experiencia que está más allá de la mente, de modo que no hay criterios. Este es el motivo por el que la ciencia nunca habla de la verdad, ya que la ciencia solo es capaz de hablar de cosas que son demostrables objetivamente.

Y la verdad es una experiencia subjetiva, igual que el amor. ¿Cuál es el criterio del amor? Cuando te enamoras, ¿puedes demostrarlo? ¿Puedes demostrar que realmente te has enamorado? ¿Hay alguna forma de hacerlo? ¿Hay algún argumento o algún razonamiento del que puedas valerte, tienes algún testigo? Lo único que puedes hacer es decir: «Sé a ciencia cierta que mi corazón late de una forma diferente»; pero eso es algo subjetivo. No puedes tomar parte de tu dicha y enseñársela a la gente para demostrarles lo que sientes.

El amor, la verdad, la dicha o Dios no tienen ninguna demostración; son experiencias internas. Un criterio siempre es algo externo. No puede usarse el mismo criterio para lo exterior y lo interior, y este es el error de los ateos.

¿Por qué niegan la existencia de Dios, la existencia del alma, la existencia de la verdad y la existencia de una vida después de la muerte? Por el simple hecho de que no hay ningún criterio, no hay pruebas, no hay evidencias. Aunque ningún teísta haya podido derrotar a los ateos en una discusión, sin embargo, estos siguen estando equivocados. Están equivocados porque buscan un criterio objetivo para una experiencia subjetiva.

Es como oír música clásica y que alguien te diga o te pregunte: «¿A qué sabe?», «¿Qué color tiene?», «¿Qué has sentido al tocarla?».

Tú contestarás: «¿Te has vuelto loco?». La música no se experimenta con los ojos ni con el olfato; la música no huele a nada. No se experimenta con la lengua; no sabe a nada. No es algo tangible que pueda tocarse. Es una experiencia auditiva, y los ojos no pueden demostrar una experiencia auditiva.

Y tampoco es posible lo contrario. Los oídos no pueden demostrar una experiencia visual, por ejemplo, la luz o el color. Si quieres pruebas que sean comprensibles para los oídos, dejará de haber luz; tendrás que negarla. Y dejará de haber colores y arco iris. Tendrás que negar todo lo que pertenezca al mundo de los ojos, y casi el ochenta por ciento de las experiencias son visuales. Si quieres encontrar un criterio válido para los oídos, la nariz, la boca o las manos, pero no para los ojos... tendrás que negar el ochenta por ciento de tu vida.

Y lo mismo puede decirse de la verdad. La verdad es un espacio en tu interior en el que no hay pensamientos, sensaciones ni emociones... solo hay un silencio absoluto y una luz eterna, sin combustible..., porque el combustible a la larga se consume.

En el fondo de tu ser hay una luz inextinguible, que siempre ha estado ahí y seguirá estando porque está más allá del tiempo y el espacio..., es un silencio profundo. No es un silencio sepulcral —no se trata de un silencio negativo, tampoco de uno que implique ausencia de ruido—, sino un silencio que entraña una presencia positiva y afirmativa de la paz, un frescor, una música callada..., una luz y una vida que son eternas.

Descubrir estas cosas en el fondo de tu ser... la experiencia de la dicha, la felicidad, la sensación de haber llegado a casa, de haberte encontrado al fin... todo esto es lo que contiene la palabra «verdad». Es algo que puedes experimentar, pero nunca hallarás una explicación. Puedes encontrar una forma de alcanzarlo, puedes encontrar un modo de conseguirlo, pero nadie es capaz de decirte de antemano qué es.

Gautama Buda solía decir: «Un buda te muestra el camino, pero nadie puede hacer el camino por ti. Tendrás que caminar tú solo y descubrirlo... y quienes lo han descubierto se han quedado mudos». Es como darle unos caramelos deliciosos a un mudo... No es que no sepa qué gusto tienen; sí lo sabe. Los saborea, pero si le preguntas qué gusto tienen, no podrá decírtelo porque es mudo.

Todos los que han conocido la verdad se quedan mudos a la hora de expresarlo. Pueden decirte cómo llegar ahí, Pueden mostrarte el camino. Pueden llevarte hasta la ventana, hasta la puerta, pero tú mismo tendrás que descubrirlo, tú solo tendrás que hacer el camino..., es la experiencia final.

Solo hay una cosa que puede decirse desde fuera:

El hombre que conoce la verdad no tiene miedo a la muerte.

El hombre que conoce la verdad nunca es infeliz.

El hombre que conoce la verdad no es cobarde.

El hombre que conoce la verdad se halla en estado de celebración; el hombre que conoce la verdad está bailando eternamente.

Esto es todo lo que puedes ver desde fuera, pero solo se trata de un eco lejano; no es la verdad en sí. Es el eco lejano del comportamiento de alguien que ha encontrado la verdad. Es el reflejo, el reflejo de las estrellas en el lago. Pero ¡no saltes al lago para encontrarlas! Ahí no encontrarás nada. Las estrellas están muy lejos; solo es un reflejo.

Si no estás completamente cerrado, si no estás lleno de prejuicios, si no te has decantado a favor o en contra de alguien, la manera de ser de una persona que ha descubierto la verdad te revelará algo..., su presencia, sus gestos, sus ojos.

Si estás abierto y eres sensible te darás cuenta de que tiene algo carismático, magnético, que te invita a entrar..., que te anima a acercarte, que te revela una nueva dimensión en tu búsqueda; algo que hace que en tu corazón repiquen unas campanas silenciosas de las que nunca habías tenido conciencia.

Te ha llegado al corazón. Su presencia misma es creativa, su presencia te convierte, su presencia es el único criterio; pero no es una cuestión de lógica, es una historia de amor.

Recuerda, vuelvo a repetirlo: no es una cuestión de lógica, es la búsqueda de un corazón amoroso.

Osho:

¿Cuál es la diferencia entre respeto por uno mismo y orgullo?

Entre el respeto por uno mismo y el orgullo no hay ninguna diferencia. Entre el ego y el respeto por uno mismo o el orgullo sí hay diferencias. El respeto por uno mismo y el orgullo es algo propio de la naturaleza humana. Constituyen tu dignidad. Significan que te aceptas como eres.

El ego es comparación.

El respeto por uno mismo y el orgullo no comparan; esta es la diferencia básica.

El ego siempre está comparando: soy superior a los demás, soy mejor que tú, más alto que tú, más religioso que tú, yo soy un santo y tú eres un pecador. Sea cual sea el motivo, siempre te comparas con otro poniéndote por encima de él. De esta manera se va formando el ego.

Pero el orgullo no compara, no dice nada acerca de los demás. Sim

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