No tienes nada que perder (OSHO habla de tú a tú)

Fragmento

El primer nivel es el de todas las religiones del mundo. Por eso todas están enfocadas en el pasado. No hay un hoy, solo hay un ayer.

El segundo nivel es el del mundo científico. Se encuentran muy cómodos con el ayer porque el mañana se basa en el ayer. Pero se dirigen a lo desconocido. Es la aventura de la ciencia, seguir conquistando lo desconocido para convertirlo en conocido; en otras palabras, desmitificar el universo. Ese es el cometido básico de la investigación científica: en el mundo no debería haber ningún misterio; todo debería ser conocido.

La ciencia es el desarrollo absoluto de la mente, por eso la ciencia no puede ir más allá de la mente. La palabra «ciencia» en sí significa conocimiento. De ahí que la ciencia no divida la existencia en tres categorías, sino en dos: lo conocido y lo desconocido.

Y hay una tercera categoría, lo que yo denomino incognoscible. Somos peregrinos de lo incognoscible. A la mente le da mucho miedo adentrarse en lo incognoscible, porque no hay ninguna forma de que lo incognoscible se vuelva parte del conocimiento. Nunca podrá estar bajo el dominio y el imperio de la mente. Siempre seguirá siendo un misterio. Puedes vivirlo, pero no puedes conocerlo. Puedes experimentarlo, pero no puedes reducir tu experiencia al conocimiento. Puedes bailarlo, puedes celebrarlo, pero no puedes transformar su cualidad intrínseca de ser misterioso en conocimiento. El conocimiento no tiene ningún misterio.

Este es el mundo del místico. Es el mundo de sat-chit-anand: verdad, conciencia y dicha.

Estas palabras son absolutamente desconocidas para la ciencia, y la mente les tiene mucho miedo. La mente no sabe la verdad ni quiere saberla... ¡Las mentiras son bonitas y muy cómodas! La verdad es un peligro, porque el origen de la mente es falso, es una farsa. En cuanto aparece la verdad, la mente tiene que marcharse; su tiempo ha tocado a su fin. La llegada de la verdad es la muerte instantánea de la mente; de pronto todo su imperio desaparece.

A la mente tampoco le interesa la conciencia. De hecho, la

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mente intenta mantenerse inconsciente por todos los medios. A lo largo de la historia, todas las sociedades y las culturas han condenado el alcohol y las drogas, pero sin ningún resultado..., porque siguen existiendo, y cada vez se consumen más y tienen más influencia. El motivo de esto es que la mente quiere ahogarse en la inconsciencia, porque es la única forma de relajarse. De lo contrario, siempre hay tensión, porque lo incognoscible está muy cerca. La mente quiere olvidarse de lo desconocido, de la verdad.

Te causará asombro saber que a la ciencia no le interesa descubrir la verdad en absoluto. Solo le interesan las verdades relativas. ¡Las verdades relativas también son mentiras relativas! Son sinónimos.

Inténtalo... Cuando le dices a alguien «Te amo relativamente», ¿qué quieres decir? Quieres decir que también amas a otras muchas personas. O puedes decir: «Relativamente, te amo a ti también». Asimismo, odias relativamente a muchas personas, no solo a esa. Cuando hablas de amor lo que estás diciendo en realidad es: «Te amo relativamente». Pero ningún amante hace una declaración semejante. Todos los amantes dicen: «Te amo totalmente, absolutamente».

A la ciencia solo le interesa el mundo objetivo, en el que no se puede alcanzar la verdad absoluta porque, desde el principio, la ciencia está boicoteando el mundo subjetivo. De modo que su verdad siempre seguirá siendo relativa. Al científico le interesan los objetos, pero no tiene ningún interés en sí mismo.

Tener interés en uno mismo es tener interés en la verdad, tener interés en la conciencia, tener interés en la dicha. Pero esos caminos atemorizan a la mente, son peligrosos; cualquiera de ellos es un peligro. Y, de hecho, surgen a la vez, son tres aspectos de la misma experiencia.

En cuanto experimentas la verdad, también experimentas una enorme explosión de conciencia y, al mismo tiempo, una enorme efusión de dicha en tu corazón. Inundada de luz, la mente se siente incapaz incluso de abrir los ojos. Es un ave nocturna, como un búho; de día cierra los ojos y por la noche empieza su jornada. Esta efusión de dicha es como un aluvión. Arrastra todas las ramas secas que la mente ha ido acumulando en forma de conocimiento. Y la conciencia hace que desaparezcan esos oscuros rincones en los que se oculta la mente, donde reprime sus deseos, donde reprime su rabia, su ambición, su lujuria, y todas las cosas que la sociedad ha condenado.

El mayor miedo de la mente no es la muerte. El mayor miedo es la iluminación. La muerte no tiene por qué causarle preocupación, no puede quitarle nada, pero la iluminación la destruirá por completo.

En realidad, tu pregunta es la mente intentando comprender lo que te está sucediendo. Y lo que te está sucediendo está más allá de la capacidad de comprensión de la mente, por eso tienes miedo, tiemblas, estás preocupado.

Voy a leer tu pregunta: «Siento que me está ocurriendo algo increíble que no soy capaz de entender».

¡Ni yo! Nadie ha sabido jamás qué es, ni siquiera Gautama Buda, o Jesucristo, o Sócrates; nadie ha sabido qué es. Todos han bebido de ello, han sentido su dulzura, su aroma, su música. Pero es tan inmenso, tan increíble, que no puede reducirse a palabras para que la mente pueda hacerse una idea de lo que es.

La mente es incapaz de comprender nada que no se reduzca al lenguaje. La mente es lingüista, está llena de palabras y de lenguaje. Ese es su único tesoro, y todo lo que no pueda reducirse al lenguaje queda fuera de su mundo. Pero la mente solo es una pequeña parte de ti; tú eres mucho más grande, por eso puedes experimentar muchas cosas que la mente no entiende.

Estás diciendo: «Estoy tan agradecido...». Estás experimentando lo inexpresable. Lo único que puedes hacer es estar agradecido. Ni siquiera puedes decir por qué estás agradecido, porque ese «qué» forma parte del misterio de la existencia.

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Es una buena señal que lo que te está ocurriendo conlleve agradecimiento. Y la gratitud o agradecimiento es mucho más importante que el conocimiento, porque te transforma. El conocimiento solo te informa.

Hay grandes eruditos, repletos de conocimientos, cuyas vidas son pobres y están vacías. En su vida no ocurre nada. Están abrumados por el peso del conocimiento y no viven. Llevan esa carga porque les hace sentirse respetables en un mundo de ignorantes. Si esas mismas personas estuviesen rodeadas de errores, se reirían de ellos.

Mahoma solía decir que un erudito es lo mismo que «un burro que acarrea las Sagradas Escrituras». Puede sentirse muy orgulloso frente a los demás burros que acarrean cosas terrenales. Uno lleva sal, el otro barro, el otro arena, el otro madera... y, naturalmente, el que lleva las Sagradas Escrituras ¡es el sacerdote de los burros! Es un gran erudito entre los burros, y los demás burros le tendrán mucho respeto; no es un burro corriente.

Es lo mismo que les ocurre a vuestros eruditos, grandes profesores, grandes sacerdotes, grandes rabinos... Ellos han desperdiciado su vida con los libros. No es que esté en contra de los libros, pero deberías tener en cuenta que solo es una dimensión; no es toda tu vida. Si tu vida se llena de libros, serás simplemente una estantería que, de lo contrario, estaría vacía.

Los libros pueden enriquecer tu vida. Si tienes un poco de vida, un poco de amor, podrás descubrir algo en la poesía que ni siquiera el poeta ha descubierto. Si el poeta solo fuese mental, lo que escribe solo sería una composición de palabras que obedece las reglas de la gramática y la lingüística. Pero un místico puede ver algo más en esas palabras; de hecho, vierte en ellas algo que, de lo contrario, no estaría allí.

Y una de las cualidades importantes de un místico es el agradecimiento sin saber por qué: «No sé por qué ni a qué». Eso es exactamente. Estás lleno de agradecimiento a lo desconocido, lleno de agradecimiento a lo que está más allá de la capacidad de la mente. Estás alcanzando nuevos horizontes, estás acercándote a las estrellas. La mente no puede llegar allí. Por eso existe el agradecimiento.

«Lloro sin saber el motivo.» No son lágrimas racionales ni lágrimas de la razón. De hecho, nadie ha oído hablar de lágrimas racionales, nadie ha experimentado jamás que se le salten las lágrimas porque dos y dos son cuatro. «¡Dios mío, dos y dos son cuatro, tengo ganas de llorar!» El conocimiento no provoca lágrimas. Las lágrimas indican algo profundamente significativo: que has llegado a algo que solo se puede expresar por medio de las lágrimas, la risa o el baile..., y son expresiones irracionales. ¡No es algo que se pueda explicar racionalmente!

Un hombre que solo conoce la razón simplemente conoce la parte más desértica de la vida. No conoce las rosas. No conoce los bellos cantos de los pájaros, que no significan nada, son irracionales. En realidad, tampoco se puede llamar canto exactamente. Los pájaros hacen sonidos sin motivo alguno, es una respuesta al inmenso agradecimiento que sienten por esta preciosa mañana, por el sol, por los árboles; por tener otro día para respirar, para volar en el cielo, amar, cantar y bailar. Hacen sonidos porque no conocen otra forma de agradecérselo al universo.

Cuando experimentes algo que surge del corazón, tú también tendrás un inmenso deseo de llorar. Ese llanto no nace de la tristeza. Esas lágrimas son más valiosas que ningún otro impulso. Esas lágrimas todavía están calientes, todavía están vivas, y están expresando que has alcanzado algo que está por encima de las palabras, más allá de la mente. Son lágrimas de inmensa felicidad y agradecimiento, sensibilidad e impotencia..., impotencia por no poder expresar con palabras lo que estás experimentando.

Todas las cosas importantes de la vida no tienen un motivo. En una ocasión Picasso estaba pintando, se había sentado con su lienzo al lado de un rosal y había un hombre que lo estaba ob

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servando desde hacía una hora. Finalmente, ese hombre no pudo resistir la tentación de decir a Picasso: «Discúlpeme, señor, pero no entiendo por qué está pintando. Lo estoy observando desde todos los ángulos... pero ¡ni siquiera he logrado adivinar qué es lo que está pintando!».

Picasso lo miró y dijo: «Fíjese en las rosas. Intente averiguar qué hacen ahí. A mí me atosigan muy a menudo con esa pregunta... Pero a nadie se le ocurre preguntar a un pájaro, a un pavo real: “¿Por qué tienes una cola tan bonita, con todos esos colores?”. Nadie pregunta al cuco: “¿Por qué es tan agradable el sonido del cuco, tan incomparablemente dulce?”. Nadie pregunta a los árboles: “¿Por qué sois verdes?”. En cambio, todos esos idiotas vienen y me preguntan: “¿Qué estás haciendo, qué significado tiene?”. Vete y pregunta a Dios: “¿Cuál es el sentido de todo el universo?”. Yo solo soy un pequeño artista, él es un gran artista... Inténtalo, puede que tenga la respuesta».

Pero aunque te encuentres a Dios, sé que tampoco él tendrá una respuesta. ¿Qué motivo puede tener para pintar las plumas de un pavo real con tanta belleza? ¿Cuál es su motivo? ¿Por qué le ha dado una cola blanca muy larga al ave del paraíso?

En mi jardín tenemos uno. Va y viene cada temporada. Volvió hace un par de días. Había desaparecido durante unos meses. Tiene una cola muy blanca, del color de la nieve, y el pájaro es pequeño y negro. Un pájaro tan pequeño con una cola blanca tan larga... ¡No tiene ningún sentido! Además, esa cola casi le impide volar. Va saltando de un árbol a otro. ¿Qué motivo puede haber? Pero es muy bello; la combinación de colores es simplemente maravillosa.

La belleza no tiene que ser racional; la dicha no tiene que ser racional, y el silencio tampoco. La meditación no es un esfuerzo racional, básicamente es irracional. Para ser más precisos, es supra racional: va más allá de la razón y sus conceptos.

Picasso tenía razón cuando dijo que nadie hacía preguntas a Dios... Todo el mundo va a rezar a la iglesia, a la sinagoga, al templo, pero nadie pregunta a Dios: «¿Qué sentido tiene todo esto?». El sol sale todas las mañanas y hay un bello amanecer sobre los océanos, las montañas, con espléndidos colores en el horizonte, por un extraño motivo que yo desconozco.

La universidad en la que yo estudié probablemente estaba en el mejor entorno del mundo, y sin lugar a dudas, en el mejor de la India. He estado en muchas universidades, pero la Universidad de Sagar es un lugar muy pequeño, tiene algo especial; no la universidad en sí, sino la montaña y el lago. La universidad está en una montaña, una pequeña montaña, pero el lago es enorme, tiene muchos kilómetros.

He visto el horizonte de colores todas las mañanas y todas las tardes en muchas partes del mundo, pero jamás he visto los colores psicodélicos que se veían en la Universidad de Sagar. Nunca he visto colores como los que había cuando salía el sol sobre el lago y se ponía sobre las montañas. Se producen multitud de colores sin motivo alguno, ¡simplemente por pura abundancia!

Después de ver el amanecer y el atardecer en Sagar, he buscado esos mismos colores pero no los he visto en ninguna parte. En lo que se refiere a amaneceres y atardeceres, todos los demás lugares resultan pobres. Sagar es una ciudad pequeña. Lo maravilloso de esa universidad es que está en uno de los entornos más bellos que conozco. ¿Por qué es tan generoso Dios? No hay un motivo.

Aunque te encuentres con Dios, él no te lo podrá explicar. Por eso he descartado la hipótesis de Dios. Dios no es necesario, aceptar a Dios es crearle al pobre una carga, una tensión, preocupaciones e inquietudes. Es mejor que no exista. No es que esté en contra de Dios..., pero lo hago por amor y compasión. ¡Creo que es mejor que no exista! Mi forma de negar a Dios es completamente distinta a la de los ateos: ellos están en contra; yo estoy a favor, pero no existe.

Picasso tenía razón cuando se enfadó. Al parecer, en otra ocasión, una mujer muy rica, riquísima, le pidió un retrato. Él le respondió: «Yo no hago retratos».

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Ella le dijo: «El precio no es ningún problema, puedes pedirme lo que quieras porque quiero tener un retrato hecho por ti, ¡simplemente porque no pintas retratos! Quiero algo único; no habrá nadie que tenga un retrato de Picasso excepto yo. Estoy dispuesta a pagar lo que me pidas, pero tienes que hacerme un retrato».

Picasso se dijo: «Pídele muchísimo dinero para que salga corriendo». Y, acto seguido, contestó a la mujer: «Cinco millones de dólares».

La mujer dijo: «Te daré seis. Puedes empezar a pintar. Estoy lista».

Picasso se vio entre la espada y la pared; no le quedaba más remedio que pintar el retrato. Cuando lo acabó, la mujer le preguntó: «Es precioso, pero dime, ¿dónde está mi nariz? No la veo...».

La nariz es el centro de la cara. Si sabes dónde está la nariz, es fácil encontrar los ojos, la boca, las orejas y todo lo demás. Pero si no encuentras el centro...

La mujer dijo: «¡Simplemente dime dónde está la nariz, lo demás lo descubriré yo sola!».

Picasso le respondió: «Ya te dije que no hacía retratos porque, tarde o temprano, siempre surge el mismo problema. Yo no sé dónde está tu nariz. Cuando estaba pintando lo sabía, pero ahora lo único que sé es que el cuadro es bonito. Está lleno de colores preciosos..., ¿qué importa dónde está la nariz? Simplemente, ¡no le digas a nadie que es tu retrato!».

En cierto modo, Picasso se ha aproximado al misticismo más que ningún otro pintor, porque lo que ha pintado hay que experimentarlo, no entenderlo. Sus colores, su combinación de colores es increíble. Ha derrotado a Dios muchas veces. Pero no preguntes el sentido, no preguntes el motivo, no lo intentes interpretar con la mente, simplemente, ¡disfruta!

Y ya lo sabes, cuando estás disfrutando de un buen helado, ¡no preguntas el motivo! No buscas el significado. Y cuando vas a tomarte una pizza, acaso preguntas: «¿Qué significado tiene?». Basta con el sabor. Yo ni siquiera sé de qué se trata porque nunca he probado la pizza, pero se me hace la boca agua, ¿y a ti? Y no la voy a probar, te lo aseguro, ¡porque me gusta que ciertas cosas sigan siendo un misterio!

Estás diciendo: «Cuando acaba tu discurso y me marcho me tiemblan las piernas...». ¡A mí también! A duras penas consigo llegar hasta mi habitación. Tú dices: «... como si hubiese estado trabajado durante veinticuatro horas seguidas». El motivo por el que tus piernas no caminan seguras es que te has emborrachado con algo que no es químico, ni drogas ni alcohol, sino conciencia, verdad, dicha... algo que te puede emborrachar más que ninguna bebida alcohólica.

Y ahora me preguntas: «¿Qué ha ocurrido?». ¡No hagas esa pregunta! Es verdad que ha ocurrido algo, pero si lo preguntas corres el peligro de que deje de ocurrir. Se trata de un fenómeno muy tímido. Deja que ocurra, disfrútalo todo lo que puedas y no te preocupes por tus piernas temblorosas. Cuantas menos preguntas hagas e intentes entender lo que ha sucedido, menos te sentirás como si hubieses estado trabajando veinticuatro horas seguidas.

Preguntar por lo que no tiene respuesta crea mucha tensión. Realmente te da la sensación de haber trabajado en vano, ¡porque jamás lo conseguirás! No lo conseguirás ni aun dedicándole toda la vida.

Tú preguntas: «¿Acaso no capto lo que está ocurriendo porque mi conciencia está poco desarrollada?». No, ¡si tu conciencia estuviese más desarrollada, te temblarían más aún las piernas! Tú mismo te has dado cuenta: «¿Acaso quiere mi mente una respuesta donde no las hay?».

¡Sí, no lo sigas haciendo!

Una mujer se casó con un viejo porque creía que podría heredar sin demasiadas complicaciones. La noche de bodas se echó a reír cuando él sacó un preservativo y lo colocó sobre la mesita de noche.

«Cariño —le susurró ella—, ¿no te parece que estás tomando

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demasiadas precauciones? Al fin y al cabo, tienes ochenta y ocho años.»

Pero él se rió y luego cogió algodón del cajón y se lo metió en la nariz. Después sacó un par de tapones para los oídos.

«Cariño —dijo ella—, entiendo lo del preservativo, pero ¿qué estás haciendo ahora?»

«Cielo —respondió él, poniéndose los tapones en los oídos—, tienes que saber que hay dos cosas que no puedo soportar. La primera es a una mujer chillando —dijo él apagando la luz—, y la segunda es el olor a goma quemada.»

Un judío trabajó duramente durante toda su vida y finalmente se hizo rico. Pero ahora está en su lecho de muerte distribuyendo todos sus bienes, y su mujer está a su lado.

«Mi Cadillac —empieza—, con el detector de radares, se lo dejo a mi hijo Samuel.»

«Déjaselo mejor a Jaime —dice su mujer—. Él conduce mejor.» «De acuerdo. —El hombre suspira—. Mi Rolls Royce se lo dejo a mi hija Sara.»

«Es mejor que se lo dejes a tu sobrino Luis —le interrumpe su mujer—. Él conduce con mucho cuidado.»

«De acuerdo, se lo dejaré a Luis —continúa el judío—. Y mi Jaguar de doce cilindros se lo dejo a mi sobrina Ana.»

«Personalmente —dice su mujer—, creo que deberías dárselo a María.»

El judío levanta la cabeza y dice: «¡Por Dios, mujer! Pero ¿quién se está muriendo, tú o yo?».

En comunión con la eternidad de la existencia

Osho, Sachchidanand... tenga un significado o no, su sonido me llega hasta el fondo del corazón.

Sachchidanand es una de las escasas palabras de todos los idiomas del mundo que ha bajado de la más alta cima de la conciencia. No son palabras corrientes, sino música pura, poesía absoluta. Y si te llegan al corazón sin tan siquiera conocer el significado exacto, es porque están reflejando el sonido sin sonido de los que han alcanzado ese espacio.

El sánscrito podría estar orgulloso de no haber sido nunca una lengua viva de la calle. Los amantes del sánscrito quieren demostrar lo contrario; intentan demostrar que en una época fue hablado por la gente, igual que cualquier otro dialecto. Creen que un idioma pierde su importancia, y es una lengua muerta, cuando no es utilizado por la gente corriente.

Sin duda, el sánscrito nunca fue utilizado por la gente, pero no es una lengua muerta. Es la lengua de los místicos, la lengua de los que saben. No es terrenal, eso es cierto, es ultraterrenal, pero eso no es un motivo para criticarlo. De hecho, lo extraordinario de este idioma es que solo ha sido utilizado por unas pocas personas de una profunda comprensión. Cada palabra tiene una enorme trascendencia, porque nace de una profunda experiencia de la realidad de su propio ser.

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Las llamadas lenguas vivas son terrenales. Han sido creadas para usarse en la calle, para el día a día; por lo tanto, es natural que no contengan nada del más allá. Es posible que el sánscrito sea la única lengua de este tipo... y también es la lengua madre de todos los idiomas civilizados del mundo.

El sánscrito es raro por cuanto que la gente que lo formuló no pensaba en el aspecto material de la existencia, sino que le interesaba mucho más que las palabras reflejasen la conciencia, la elevación de la conciencia, el amor, la compasión, el éxtasis. Sus palabras son mantras, son sagradas. Provienen de la fuente misma de nuestra vida. Tú dices: «Sachchidanand... tenga significado o no, su sonido me llega hasta el fondo del corazón». Es un sonido sin sonido o, en otras palabras, el sonido del silencio, el sonido de la experiencia definitiva, el sonido que hay cuando tú ya no estás y solo queda el universo. Sin duda, puedes olvidarte del significado; tú dices, «tenga un significado o no», porque el significado pertenece a la mente. Pero la trascendencia de sachchidanand va mucho más allá del significado. Solo es el aroma que ha salido de la flor. La flor es visible —forma parte del mundo, de la materia—, pero el aroma no puede atraparse. Puedes sentirlo, puede afectarte profundamente. Puede alcanzar tu centro más íntimo, pero no puedes imaginarte su significado. No puedes entender qué es en realidad.

El significado es irrelevante; lo relevante es que sea significativo. No es que no tenga un significado, pero es básicamente significativo. Y lo significativo es que el sonido sachchidanand penetra en el corazón, rompiendo todas las barreras y las medidas de defensa. Resuena dentro de tu ser creando una sutil armonía, una profunda paz con la existencia misma, y no solo con la existencia sino también contigo mismo.

Es silencio puro. Es como el agua que puede convertirse en hielo, y el hielo puede fundirse y volver a convertirse en agua. Esa es la realidad de estos sonidos tan bellos. Pueden condensarse en un significado, pero su realidad básica es fundirse contigo, llegar a cada fibra, a cada célula de tu ser y hacerla bailar.

Son sonidos místicos. Son muy escasos. Os he hablado de satyam-shivam-sundram, sat-chit-anand, hari om tat sat, om mani padme hum, om-shantih-shantih-shantih. He escogido los cinco más significativos, más profundos. Intentaré daros también su significado, porque ese significado permitirá que su sentido os cale profundamente. El significado no solo llegará a vuestro corazón sino también a vuestra inteligencia. Y es necesario que os afecte totalmente para que os pueda transformar.

Empezaré por el último mantra. Todos los libros sagrados orientales acaban con este sonido om-shantih-shantih-shantih. Significa «el sonido sin sonido o el sonido del silencio: paz... paz... paz...». Estas pocas palabras telegráficas te dan el sentido de todo el libro sagrado. Los textos sagrados de Oriente siempre terminan así. Pueden ser hindúes, budistas o jainistas, da igual. Se diferencian en su filosofía, en su teología. Son religiones distintas en conflicto permanente desde hace diez mil años. Pero, curiosamente, sus textos siempre acaban con el sonido del silencio: «paz... paz... paz...». Es como si esta experiencia tuviese distintas raíces. Pueden diferir en las raíces, pueden pelearse en la descripción de las raíces, pueden contradecirse, pero en lo que respecta al final, cuando alcanzan la cima más alta de la conciencia lo único que queda es el sonido del silencio y la paz absoluta, y es tan profunda que deben repetirlo tres veces: paz... paz... paz...

El cuarto mantra es el que usan los tibetanos, aunque toma casi todas las palabras del sánscrito: om mani padme hum. Es una afirmación muy mística. Significa: «El diamante en la flor de loto... el sonido del silencio». No puede concebirse nada más bello que un maravilloso diamante en el interior de la flor más bella de la tierra, la flor de loto. Están intentando transmitirte el más allá de una forma comprensible para la mente: el sonido del silencio —om—, el diamante en la flor de loto. Siempre me ha encantado, desde mi

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más tierna infancia. Solo estas palabras, «el diamante en la flor de loto...», han conseguido expresar el más allá de la forma más maravillosa.

Y el tercero es hari om tat sat: «El sonido del silencio... es la única verdad».

Y el segundo es sat-chit-anand: «Verdad, conciencia, dicha». Y el primero es satyam-shivam-sundram: «Verdad, divinidad, belleza».

Puedo decirte que todos ellos pertenecen a la conciencia religiosa universal y no a una religión organizada, porque proceden de místicos aislados que han volcado su corazón, su iluminación y su despertar en estos cinco mantras.

La palabra mantra no tiene traducción al español. Significa palabra sagrada, sin utilidad en las experiencias del día a día, y que solo tiene sentido cuando sales del mundo visible para adentrarte en la conciencia invisible. Un mantra es una llave secreta. Abre la puerta de lo absoluto.

Pero el significado también es importante, porque estás atrapado en la cabeza. El sonido puede haberte llegado al fondo del corazón, puede haberte estremecido; sin embargo, no es bueno que la mente se quede completamente al margen de tu experiencia, porque puede convertirse en un impedimento y volverse muy vengativa.

No te enfrentes a la mente. Puede alterarlo todo. ¿Te has dado cuenta de cómo afecta al cuerpo? Si estás enfadado, el cuerpo se altera: se altera el estómago, se eleva la tensión arterial, y de repente empiezas a transpirar aunque estés en un sitio donde hay aire acondicionado. Hay muchos casos de infarto a causa de un gran enfado. El corazón se para de repente. La mente, por un lado, puede alterar el cuerpo, pero también puede alterar el corazón. Hay muy poca gente que sepa que también puede alterar al corazón, porque no es una experiencia común.

Pero si no sabes el significado, si la mente no está satisfecha, pronto empezará a desconfiar, a dudar, a sentirse escéptica. Empezará a decirte que no eres racional, y eso te afectará. Si la mente no colabora, el impacto de sat-chit-anand en tu corazón empieza a desaparecer.

Mi intención es transformar todo tu ser, sin dejarme nada, porque la naturaleza quiere que sea así. Y si puedes persuadir a la mente para que te acompañe, no es necesario que haya un enfrentamiento. Yo estoy en contra de crear cualquier tipo de conflicto o división innecesaria dentro de tu ser. Es preferible tender un puente entre la mente, el cuerpo y el ser.

Y su significado también es inmensamente bello. Sat significa verdad. Esa ha sido la búsqueda más larga del ser humano, porque cuando no sabemos la verdad, no sabemos nada. La verdad es el significado mismo de nuestra existencia. Si no sabemos la verdad somos algo accidental, no tenemos ningún significado.

Es posible que algo no haya marchado bien en la naturaleza y nosotros seamos el producto de eso: engendros. Si no conoces tu significado no puedes tener una relación profunda con el cosmos. El significado se convierte en un puente con el cosmos. Si no sientes un significado, una verdad en tu ser, no serás consciente de la profunda comunión que hay con la totalidad.

La verdad es la experiencia de estar en comunión profunda con la eternidad de la existencia y con la totalidad, la perfección, la grandeza y la magnificencia de lo que es.

La verdad simplemente quiere decir lo que es. Es la cualidad de ser.

Y solo es posible que esta verdad te sea revelada si tu chit, tu conciencia, se eleva hasta su florecimiento máximo. Es la conciencia quien descubre la verdad. Por eso se hace hincapié en la meditación. La meditación no te otorga la verdad, pero cada vez te otorga más conciencia. Y, finalmente, la conciencia te da dos cosas: por un lado la verdad, y por otro una enorme dicha. Es como si te convirtieras en un pájaro con dos alas. Una de tus alas es la verdad, y la otra, la dicha. Y tú eres pura conciencia.

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Con esta experiencia puedes volar igual que un águila atravesando el sol hacia lo desconocido. Entonces, todo el universo te pertenece. Estés donde estés, estás en casa. Y seas lo que seas, estás en paz absoluta. Todo lo que ocurre es bello y te produce un enorme agradecimiento.

La oración se convierte en el latido de tu corazón. No vas a rezar a las sinagogas, las iglesias, los templos y las mezquitas. Esos lugares son para los que no son religiosos, para los hipócritas. Son para los impostores. Un ser realmente religioso tiene la oración en sus latidos. Siempre está sintiendo una enorme gratitud hacia todo lo que nos proporciona la existencia: vida... amor... risa.

Completamente humano y absolutamente respetable

Osho,
Según tú, ¿qué es lo más cómico del mundo?

En mi opinión, lo más cómico del mundo es el hombre. De todos los animales, árboles, montañas, ríos, océanos, estrellas, nubes, el hombre es el único animal cómico.

Os daré algunos ejemplos:

Un escocés se convirtió en sargento del regimiento de las Tierras Altas de Escocia. Un día entra en una farmacia y deposita un condón usado en el mostrador. «¿Qué costaría repararlo?», pregunta.

«Bueno —dice el farmacéutico—, con lavado, secado, remendado, lubricado y enrollado, serán 30 peniques.»

«Dios mío —exclama el escocés—. ¿Y cuánto cuesta uno nuevo?» «Cincuenta peniques», responde el farmacéutico. Guardándose de nuevo el condón en su kilt, el escocés sale diciendo: «Lo voy a consultar con los muchachos del cuartel y mañana te diré qué decisión hemos tomado».

Pedro trabajaba en la destilería del pueblo, y un día cayó en la enorme cuba de cerveza y se ahogó. Cuando su mujer fue informada del accidente, pidió ver el lugar donde había ocurrido la tragedia.

En la destilería, el capataz le explicó: «Él estaba subiendo por

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esta escalera, cuando se resbaló y cayó en la cuba de cerveza, ahogándose».

«¡Qué horror! —dijo la mujer—. Debe de haber tenido una muerte horrorosa.»

«No tanto, diría yo —respondió el capataz—. Incluso le dio tiempo de salir para ir al baño un par de veces.»

Un americano, un inglés y un francés estaban comparando diferentes ejemplos de savoir faire.

«Bueno —dijo el americano—. Llegas a casa y te encuentras a tu mujer con un hombre en la cama, y no te cargas a ese hijo de puta; eso es un buen ejemplo de savoir faire

«Bobadas, querido amigo —dijo el inglés—. Llegas a casa y te encuentras a tu mujer con un hombre en la cama, y le dices: “Por favor, caballero, continúe”; eso es savoir faire

«Non! Non! —exclama el francés—. Llegas a casa y te encuentras a tu mujer con un hombre en la cama y le dices: “Por favor, caballero, continúe”, y si el hombre es capaz de seguir... eso es savoir faire.»

En el mundo no hay nada tan cómico como el hombre. ¡Mira a tu alrededor! Está lleno de ejemplos, no hay solo unos pocos. De hecho, si todo el mundo se observase, se descubriría comportándose de forma cómica en muchas ocasiones. Si estás lo suficientemente atento y observas, verás que hay muchas personas... Es incomprensible cómo, siendo tan cómico, puede ser tan triste el mundo. Debería ser un festival de risas constante.

Ese es mi concepto de una verdadera humanidad: hilarante, que disfruta cada momento. No es una humanidad seria ni beata, sino absolutamente humana y respetuosa con su condición humana, su risa, su baile, su canción, y todo aquello que atrae a los seres humanos.

Has de estar más alerta, observar y anotar todas las situaciones cómicas que se producen, especialmente aquí. ¿De dónde crees que saco todos estos chistes? Mis discípulos se observan unos a otros, se inventan los chistes y me los cuentan. Yo nunca salgo. Pero las personas están aprendiendo a observar, y por eso encuentran muchas cosas divertidas en ellas mismas y las demás... Y me preparan los chistes.

Nunca me faltan chistes, porque aquí no hay otra cosa que hacer en todo el día. Es un carnaval constante.

Tu realidad es que no hay un yo

Osho,
Finalmente he regresado a mí mismo con un silencio y una serenidad que no había sentido antes. Me siento como si fuese una flor a punto de abrirse, aunque no estoy en contacto con la energía de amor y felicidad que le permite florecer.

Es como si mi corazón todavía no se hubiese abierto del todo a mí. Osho, ¿se me está escapando algo o es simplemente una cuestión de tiempo?

Las flores no florecen para sí mismas. Si fuese así, lo harían en mitad de la noche. Florecen para un sol naciente dándole una profunda bienvenida, en agradecimiento y oración. Florecen para las canciones de los pájaros. Lo que tú estás intentando hacer es absolutamente estúpido. ¡Estás intentando abrirte el corazón a ti mismo!

¿Entiendes lo que eso significa? ¿Cómo vas a abrirte el corazón a ti mismo? Aparte de tu corazón, ¿quién eres tú? Si intentas abrirte tu corazón a ti mismo, irá cerrándose cada vez más, porque tú eres el centro de tu corazón. Pero parece que tienes el viejo hábito de todo ser humano de hacer responsables a los demás.

Voy a leer tu pregunta: «Finalmente he regresado a mí mismo con un silencio y una serenidad que no había sentido antes».

Recuerda, subraya las palabras «mí mismo». Cuando alguien regresa a casa, no encuentra ningún yo. Buda usó un término negativo: anatta. Anatta significa «no yo». Cuando realmente llegas a casa, tú ya no estás ahí.

Si todavía te estás buscando es que no has llegado a casa. Tu ausencia es tu casa. Tu ego está llevándote por otros derroteros y te hace creer que has llegado a casa simplemente para impedírtelo, dándote un falso sustituto de tu casa. Pero debes tener en cuenta este criterio definitivo: cuando regresas a casa no vuelves a ti mismo. Llegas a lo absoluto, llegas a sat-chit-anand. Llegas a la verdad. Llegas a la conciencia. Llegas a la dicha.

Pero en el mundo de la verdad, la conciencia y la dicha, ¿dónde vas a encontrar a esa rata que llamas «yo»? Estoy usando la palabra «rata» intencionadamente, porque se ha demostrado científicamente que las ratas pueden sobrevivir en condiciones adversas. Se sustentan con aproximadamente una quinta parte de los alimentos de la humanidad. Una quinta parte es mucho —el veinte por ciento—, mientras que la mitad de la humanidad se muere de hambre. Las ratas se multiplican rápidamente. Su índice de natalidad es incluso más elevado que el de los indios; no creen absolutamente en el control de la natalidad; son seguidoras del Papa, son católicas.

En una pequeña isla en medio del océano se llevó a cabo un experimento muy interesante; Estados Unidos y Francia experimentaron con armas atómicas, armas nucleares. La isla solamente está poblada por las ratas. Todos los árboles han muerto. Hay tal cantidad de radiactividad que acabaría con cualquier ser humano; sin embargo, las ratas siguen vivas. Se han inmunizado rápidamente a la radiación.

Se creía que si hubiera una tercera guerra mundial, la vida desaparecería de la tierra. En cambio, ahora sabemos que las ratas sobrevivirían, y lo harán aunque no haya una tercera guerra mundial. Para salvar las cosechas se han usado todo tipo de venenos contra las ratas sin lograr matarlas, aunque todas las personas que comieron esos cultivos murieran.

Tu ego es como una rata. Es inmune y se adapta a cualquier si

TU REALIDAD ES QUE NO HAY UN YO 37

tuación, a lo que quieras. ¿Quieres serenidad? ¿Quieres silencio? ¿Quieres volver a casa? Pide lo que quieras y tu ego te lo dará. Pero todo lo que está enfocado en «mí» está mal.

Recuerda, t

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