Redención (Infinity Blade La espada infinita 2)

Brandon Sanderson

Fragmento

Creditos

Título original: Infinity Blade: Redemption

Traducción: Paula Vicens

1.ª edición: Noviembre 2014

© Ediciones B, S. A., 2014

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

DL B 21702-2014

ISBN DIGITAL: 978-84-9019-910-7

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

Contents
Contenido
Prólogo
Primera parte
1
Divergencia 1
2
Divergencia 2
3
Divergencia 3
4
Segunda parte
Divergencia 4
5
6
Divergencia 5
7
8
Divergencia 6
9
10
Divergencia 7
11
12
13
Tercera parte
14
Divergencia 8
15
Divergencia 9
16
17
18
19
Epílogo
blade

Prólogo

—Quieres relatos acerca de Siris, ¿verdad? Relatos del Inmortal que luchó por los hombres corrientes.

—Sí.

—¿Relatos del joven mil veces renacido y criado en cada encarnación para intentar matar al Rey Dios y fracasar en su empeño? ¿Relatos del hombre que desconocía su condición de Inmortal?

—Sí.

—¿Relatos de Siris atrapado en la Bóveda de las Lágrimas, traicionado por el Hacedor de Secretos, abandonado para pudrirse por quien tendría que haber sido su aliado? ¿Son esos relatos los que quieres oír?

—Lo son.

—Bien. Porque tengo relatos, demasiados relatos. Más que ratas hay en el trigo. Mis recuerdos están plagados de grandes relatos y hace mucho tiempo que nadie los ha escuchado...

blade-1

Primera Parte

blade-2

1

Siris abrió los ojos y se puso boca abajo. Solo tenía un instante antes de que...

Alguien le tiró del pelo, forzándolo a alzar la cabeza, y le empujó la espalda contra el suelo frío de piedra. Con la visión nublada, Siris se revolvió, intentando deshacerse de las manos que lo sujetaban. Tenía que...

Las manos le aplastaron la cara contra el suelo. Perdió el conocimiento.

Recuperó la conciencia como un águila extiende las alas. Las sensaciones inundaron su mente. El frío suelo. Su cara en un charco de sangre casi seca, con la piel pegajosa. El olor a rancio de la prisión.

Inspiró profundamente y se incorporó con un balanceo, bajando los pies. Abrió los ojos a un confuso mundo de tinieblas y luz tamizada.

Las tinieblas hicieron presa en él, lo hicieron trastabillar y lo tiraron nuevamente al suelo.

Gimió. Sabía por instinto dónde estaba su enemigo, así que lanzó una patada contra un estómago.

Dar en el blanco le resultó muy gratificante.

Las tinieblas soltaron una maldición. Siris se puso en pie.

Un peso lo empujó hacia atrás contra la pared. Siris se retorció, pero las manos le agarraron la cabeza y se la ladearon.

Un chasquido.

Perdió el conocimiento.

Siris esperó a que su cuerpo se recuperara.

Primero su alma intentó volar, escapar hacia una cámara de renacimiento. Eso era mucho mejor que regresar a un cuerpo vencido: un cuerpo caído era un cuerpo en peligro. La programación de Inmortalidad innata intentó mandar su alma, su MOCI, a un lugar seguro.

Siris fue vagamente consciente de ello, lo palpó de un modo muy fugaz. Fue como recordar un sabor, una sensación de sofoco incontrolado, de vuelo histérico.

Luego dio con una pared de cristal invisible. Su alma fue repelida como lo había sido todas las veces anteriores. No pudo escapar de la prisión y se vio forzado a regresar al cuerpo imperfecto, al cuerpo atrapado.

Aquel cuerpo pertenecía a un Inmortal. Se recuperaría con el tiempo.

Al final, recobró el sentido y el control. Fingió estar muerto. No pensaba con claridad, todavía no veía bien, necesitaba...

—¿Creías que no te había visto, Ausar? —oyó que decía una voz próxima.

Siris notó un cálido aliento en el cuello.

—¿Creías que no te oía moverte mientras luchabas por revivir?

Siris abrió del todo los ojos y se estiró hacia la figura que se cernía sobre él, su eterno enemigo. Solo veía un borrón.

—Te saco los ojos cada vez que te mato —dijo el Rey Dios, agarrándole la cabeza y estampándosela contra el suelo.

Dolor.

—Tu cuerpo reconstitu

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos