El Pozo de la Ascensión (Trilogía Original Mistborn 2)

Brandon Sanderson

Fragmento

Agradecimientos

Agradecimientos

Antes que nada, como siempre, mi excelente agente, Joshua Bilmes, y mi editor, Moshe Feder, se merecen todos los halagos por sus esfuerzos. Para este libro en concreto hicieron falta varios borradores meticulosos, y ellos estuvieron a la altura de la tarea. Tienen mi agradecimiento, igual que sus ayudantes, Steve Mancino (un excelente agente por derecho propio) y Denis Wong.

Hay otras personas en Tor merecedoras de mi agradecimiento. Larry Yoder (el mejor jefe de ventas de la nación) hizo un trabajo maravilloso vendiendo el libro. Irene Gallo, la directora artística de Tor, es un genio a la hora de unir libros y artistas. Y, hablando de artistas, creo que el sorprendente Jon Foster hizo un trabajo estupendo con la portada original de este libro. Pueden ver más trabajos suyos en jonfoster.com. Isaac Stewart, un buen amigo mío y colega escritor, dibujó el mapa y los símbolos de los encabezados de cada capítulo. Búsquenlo en nethermore.com. Shawn Boyles es el artista oficial de Mistborn Llama y un gran tipo, además. Busquen más información en mi web. Por último, me gustaría dar las gracias al departamento de publicidad de Tor (en especial a Dot Lin), que ha promovido de maravilla mis libros y además ha cuidado de mí. ¡Muchísimas gracias a todos vosotros!

Otra ronda de agradecimientos va destinada a mis lectores alfa. Estos incansables amigos aportan valiosos comentarios a mis novelas en sus primeras etapas y se encargan de los problemas, erratas e inconsistencias antes de que yo los resuelva. Sin seguir ningún criterio para su ordenación, estos amigos son: Ben Olson, Krista Olsen, Nathan Goodrich, Ethan Skarstedt, Eric J. Ehlers, Jillena O’Brien, C. Lee Player, Kimball Larsen, Bryce Cundick, Janci Patterson, Heather Kirby, Sally Taylor, The Almighty Pronoun, Bradley Reneer, Holly Venable, Jimmy, Alan Layton, Janette Layton, Kaylynn ZoBell, Rick Stranger, Nate Hatfield, Daniel A. Wells, Stacy Whitman, Sarah Bylund y Benjamin R. Olsen.

Mi agradecimiento especial a la gente de Provo Waldenbooks por su apoyo. Sterling, Robin, Ashley y el terrible dúo de Steve «Librero», Diamond y Ryan McBride (quienes también fueron lectores alfa). También debo dar las gracias a mi hermano, Jordan, por su trabajo en mi página web (con Jeff Creer). Jordo es el encargado oficial de que «Brandon mantenga la cabeza bien alta» cumpliendo su solemne deber de burlarse de mí y de mis libros.

Mi madre, mi padre y mis hermanas son siempre una ayuda maravillosa. Si he olvidado algún lector alfa, ¡lo siento! Te mencionaré dos veces la próxima vez. Fíjate, Peter Ahlstrom, no me olvido de ti: decidí ponerte el último para hacerte sudar un poco.

Por último, mi agradecimiento a mi maravillosa esposa, con quien me casé durante el proceso de corrección de este libro. ¡Emily, te quiero!

Prefacio

Prefacio

El Pozo de la Ascensión fue uno de los libros más difíciles de mi carrera. De hecho, el único más complicado de escribir que me viene a la mente fue la novela final de La Rueda del Tiempo, y buena parte de la dificultad que entrañaba aquel libro se debía a las expectativas.

Si saltaras hacia atrás en el tiempo hasta 2005, cuando yo estaba escribiendo El Pozo de la Ascensión, encontrarías en mí a un escritor a grandes rasgos novato, pero con una confianza que tal vez resultara desmedida. Como ya he mencionado en muchas ocasiones, escribí más de una docena de novelas antes de publicar la primera, y esa trayectoria provocó en mí una extraña mezcla de ingenuidad y veteranía.

Había pasado años experimentando con mi estilo personal y estaba bastante satisfecho con él. Me había enfrentado al rechazo y había dedicado mucho tiempo a aprender a escribir, en una época en la que no sabía si terminaría siendo algo más que una afición. Había aceptado el hecho de que quizá pasara toda la vida sin publicar nada, pero yo seguía adelante. Y lo paradójico fue que esa aceptación me había proporcionado confianza en mí mismo. Sabía que me encantaba escribir. No existía mala reseña ni fracaso comercial que pudiera provocarme una crisis más grave que las que ya había superado.

Al mismo tiempo, existían cosas que sencillamente no había hecho nunca, o que había hecho muy pocas veces… y la primera de esa lista eran las secuelas: con catorce libros en mi haber, solo había escrito una segunda parte. Casi todas mis novelas habían transcurrido en mundos nuevos, con sistemas de magia nuevos y personajes nuevos. Era en lo que más práctica tenía y, sin embargo, quería hacer ciertas cosas con mi narrativa que requerían una serie de libros.

Emprendí El Pozo de la Ascensión con el optimismo que me caracteriza, y entonces descubrí por las malas lo difícil que puede ser profundizar más en unos personajes que ya existían. La primera novela apenas me dio problemas, pero este libro se desmoronaba hacia el final y tenía serios problemas de ritmo a lo largo de toda su extensión. Pero, como tiende a suceder en la vida, cuanto mayor es el reto, más crecimiento aporta. Arreglar esta novela entre un borrador y el siguiente fue uno de los desafíos que más me hicieron desarrollarme como escritor.

Tal vez lo más irónico de todo sea que El Pozo de la Ascensión era la historia que yo quería contar desde un principio. Había estado tentado de saltarme el relato de la caída del lord Legislador, porque temía estar pisando de nuevo un camino demasiado trillado. Todo el mundo escribía novelas sobre derrocar imperios, pero pocas veces había visto la historia de unos revolucionarios obligados a convertirse en políticos. ¿Qué sucede después de hacer caer un gobierno? Construir siempre es más arduo que derribar.

Este es el libro en el que de verdad tuve tiempo de ahondar en las motivaciones de los personajes y obligarlos a enfrentarse a algunas cuestiones difíciles. ¿Dónde está la línea que separa la seguridad y la libertad? ¿Qué haces cuando tus ideales te fallan? ¿Qué haces cuando pasas de ser un forajido a defender la ley?

Estoy orgullosísimo de esta novela. Me demostró que puedo reparar algo que está roto y que el sufrimiento de los borradores y las revisiones puede engendrar unos resultados verdaderamente excepcionales. Confirmó mis aspiraciones y me permitió demostrarme a mí mismo que era capaz de escribir personajes y temas, no solo de establecer unos sistemas de magia y unas ambientaciones extravagantes.

En El Imperio Final, para Kelsier en cierto modo era fácil hablar de esperanza. Este es el libro que nos recuerda que esa espe

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