Contenido
Portada
Dedicatoria
Lema
PRIMERA PARTE
Aguas revueltas
1. A veces están muertos de verdad
2. Y otras, no
3. Una vida por otra
4. Todavía no
5. Moralidad para los viajeros en el tiempo
SEGUNDA PARTE
Sangre, sudor y encurtidos
6. Long Island
7. Un futuro incierto
8. El deshielo primaveral
9. Un cuchillo que conoce mi mano
10. El brulote
11. Posición transversal
12. Lo bastante
13. Malestar
14. Asuntos delicados
15. La Cámara Negra
16. Un conflicto sin armas
17. Diablillos
18. Sacando muelas
19. Un dulce beso
20. Lamento...
21. El gato del pastor
22. Una mariposa
TERCERA PARTE
El corsario
23. Correspondencia del frente
24. Joyeux Noël
25. Las entrañas del mar
26. Un ciervo acorralado
27. Los tigres del túnel
28. Las cimas de las colinas
29. Conversación con un director de escuela
30. Barcos que pasan en medio de la noche
31. Una visita guiada a las cámaras del corazón
CUARTA PARTE
Conjunción
32. Una oleada de sospecha
33. La cosa se complica
34. Salmos, 30
35. Ticonderoga
36. El Great Dismal
37. Purgatorio
38. El habla normal de los cuáqueros
39. Una cuestión de conciencia
40. Las bendiciones de Brígida y Miguel
41. Al abrigo de la tormenta
QUINTA PARTE
Al precipicio
42. Encrucijada
43. La cuenta atrás
44. Los Amigos
45. Tres flechas
46. Líneas telúricas
47. Las alturas
48. Henry
49. Reservas
50. Éxodo
51. Llegan los ingleses
52. Conflagración
53. Monte Independencia
54. El regreso de los nativos
55. Retirada
56. Mientras sigamos vivos
57. El juego del desertor
58. El día de la Independencia
59. La batalla de Bennington
60. El juego del desertor, segundo asalto
61. No hay mejor compañero que el rifle
62. Un hombre justo
63. Separado para siempre de mis amigos y parientes
64. Un caballero me visita
65. El truco del sombrero
66. En el lecho de muerte
67. Más graso que la grasa
68. El chantajista
69. Condiciones de rendición
70. Amparo
SEXTA PARTE
La vuelta a casa
71. Un estado de conflicto
72. El día de Todos los Santos
73. Un cordero regresa al redil
74. Agudeza visual
75. Sic transit gloria mundi
76. Azotados por el viento
77. Memorarae
78. Antiguas deudas
79. La cueva
80. Enomancia
81. Purgatorio, II
82. Disposiciones
83. Contando ovejas
84. Toda la razón
SÉPTIMA PARTE
Cosecha tempestades
85. Hijo de bruja
86. Valley Forge
87. Separación y reunión
88. Bastante sucio
89. Un pobre desgraciado manchado de tinta
90. Armados de diamantes y acero
91. Pasos
92. El día de la Independencia, II
93. Una serie de breves y grandes sobresaltos
94. Los caminos de la muerte
95. Insensibilidad
96. La luciérnaga
97. Nexo
98. Mischianza
99. Una mariposa en el patio de un carnicero
100. Una dama a la espera
101. Redivivus
102. En la sangre
103. La hora del lobo
Notas de la autora
Agradecimientos
Sobre la autora
Créditos
A todos mis buenos perros:
Penny Louise
Tipper John
John
Flip
Archie y Ed
Tippy
Spots
Emily
Ajax
Molly
Gus
Homer y J. J.
El cuerpo es asombrosamente plástico. El alma, más aún. Pero hay ciertas cosas de las que no te recuperas.
¿Eso crees, a nighean? Cierto, es fácil que el cuerpo resulte mutilado y el alma tullida; sin embargo, en el hombre hay algo que es indestructible.
PRIMERA PARTE
Aguas revueltas
1
A veces están muertos de verdad
Wilmington, colonia de Carolina del Norte
Julio de 1776
La cabeza del pirata había desaparecido. William oyó en el muelle próximo a un grupo de hombres ociosos que se preguntaban si volverían a verlo.
—Nooo, se ha ido para siempre —dijo un tipo andrajoso de sangre mestiza al tiempo que negaba con la cabeza—. Si no se lo llevan los caimanes, el agua lo hará.
Un leñador trasladó el tabaco que estaba mascando de un lado a otro de la boca y escupió en el agua en señal de desacuerdo.
—No, durará un día más, tal vez dos. Las partes cartilaginosas que sujetan la cabeza al cuerpo se secan al entrar en contacto con el sol. Se ponen duras como si fueran de hierro. Lo he visto muchas veces en ciervos muertos.
William vio a la señora MacKenzie echar una mirada rápida al puerto y luego apartar los ojos. Parecía pálida, pensó, y se desplazó ligeramente para ocultarle a los hombres y el flujo marrón de la fuerte marea, aunque, como es natural, al haber marea alta, el cuerpo atado a la estaca no quedaba a la vista. Aun así, la estaca era un espantoso recuerdo del precio del crimen. Habían amarrado a ella al pirata varios días antes para que muriera en las marismas, y su cuerpo putrefacto era un tema constante de conversación en la comunidad.
—¡Jem! —gritó el señor MacKenzie en tono cortante, y pasó corriendo junto a William en persecución de su hijo.
El chiquillo, pelirrojo como su madre, se había alejado para escuchar la charla de los hombres, y ahora se asomaba peligrosamente sobre el agua, agarrándos