Ecos del pasado (Saga Outlander 7)

Diana Gabaldon

Fragmento

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Contenido

Portada

Dedicatoria

Lema

PRIMERA PARTE
Aguas revueltas

1. A veces están muertos de verdad

2. Y otras, no

3. Una vida por otra

4. Todavía no

5. Moralidad para los viajeros en el tiempo

SEGUNDA PARTE
Sangre, sudor y encurtidos

6. Long Island

7. Un futuro incierto

8. El deshielo primaveral

9. Un cuchillo que conoce mi mano

10. El brulote

11. Posición transversal

12. Lo bastante

13. Malestar

14. Asuntos delicados

15. La Cámara Negra

16. Un conflicto sin armas

17. Diablillos

18. Sacando muelas

19. Un dulce beso

20. Lamento...

21. El gato del pastor

22. Una mariposa

TERCERA PARTE
El corsario

23. Correspondencia del frente

24. Joyeux Noël

25. Las entrañas del mar

26. Un ciervo acorralado

27. Los tigres del túnel

28. Las cimas de las colinas

29. Conversación con un director de escuela

30. Barcos que pasan en medio de la noche

31. Una visita guiada a las cámaras del corazón

CUARTA PARTE
Conjunción

32. Una oleada de sospecha

33. La cosa se complica

34. Salmos, 30

35. Ticonderoga

36. El Great Dismal

37. Purgatorio

38. El habla normal de los cuáqueros

39. Una cuestión de conciencia

40. Las bendiciones de Brígida y Miguel

41. Al abrigo de la tormenta

QUINTA PARTE
Al precipicio

42. Encrucijada

43. La cuenta atrás

44. Los Amigos

45. Tres flechas

46. Líneas telúricas

47. Las alturas

48. Henry

49. Reservas

50. Éxodo

51. Llegan los ingleses

52. Conflagración

53. Monte Independencia

54. El regreso de los nativos

55. Retirada

56. Mientras sigamos vivos

57. El juego del desertor

58. El día de la Independencia

59. La batalla de Bennington

60. El juego del desertor, segundo asalto

61. No hay mejor compañero que el rifle

62. Un hombre justo

63. Separado para siempre de mis amigos y parientes

64. Un caballero me visita

65. El truco del sombrero

66. En el lecho de muerte

67. Más graso que la grasa

68. El chantajista

69. Condiciones de rendición

70. Amparo

SEXTA PARTE
La vuelta a casa

71. Un estado de conflicto

72. El día de Todos los Santos

73. Un cordero regresa al redil

74. Agudeza visual

75. Sic transit gloria mundi

76. Azotados por el viento

77. Memorarae

78. Antiguas deudas

79. La cueva

80. Enomancia

81. Purgatorio, II

82. Disposiciones

83. Contando ovejas

84. Toda la razón

SÉPTIMA PARTE
Cosecha tempestades

85. Hijo de bruja

86. Valley Forge

87. Separación y reunión

88. Bastante sucio

89. Un pobre desgraciado manchado de tinta

90. Armados de diamantes y acero

91. Pasos

92. El día de la Independencia, II

93. Una serie de breves y grandes sobresaltos

94. Los caminos de la muerte

95. Insensibilidad

96. La luciérnaga

97. Nexo

98. Mischianza

99. Una mariposa en el patio de un carnicero

100. Una dama a la espera

101. Redivivus

102. En la sangre

103. La hora del lobo

Notas de la autora

Agradecimientos

Sobre la autora

Créditos

9788415631637-2

A todos mis buenos perros:

Penny Louise

Tipper John

John

Flip

Archie y Ed

Tippy

Spots

Emily

Ajax

Molly

Gus

Homer y J. J.

9788415631637-3

El cuerpo es asombrosamente plástico. El alma, más aún. Pero hay ciertas cosas de las que no te recuperas.

¿Eso crees, a nighean? Cierto, es fácil que el cuerpo resulte mutilado y el alma tullida; sin embargo, en el hombre hay algo que es indestructible.

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PRIMERA PARTE
Aguas revueltas

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1
A veces están muertos de verdad

Wilmington, colonia de Carolina del Norte

Julio de 1776

La cabeza del pirata había desaparecido. William oyó en el muelle próximo a un grupo de hombres ociosos que se preguntaban si volverían a verlo.

—Nooo, se ha ido para siempre —dijo un tipo andrajoso de sangre mestiza al tiempo que negaba con la cabeza—. Si no se lo llevan los caimanes, el agua lo hará.

Un leñador trasladó el tabaco que estaba mascando de un lado a otro de la boca y escupió en el agua en señal de desacuerdo.

—No, durará un día más, tal vez dos. Las partes cartilaginosas que sujetan la cabeza al cuerpo se secan al entrar en contacto con el sol. Se ponen duras como si fueran de hierro. Lo he visto muchas veces en ciervos muertos.

William vio a la señora MacKenzie echar una mirada rápida al puerto y luego apartar los ojos. Parecía pálida, pensó, y se desplazó ligeramente para ocultarle a los hombres y el flujo marrón de la fuerte marea, aunque, como es natural, al haber marea alta, el cuerpo atado a la estaca no quedaba a la vista. Aun así, la estaca era un espantoso recuerdo del precio del crimen. Habían amarrado a ella al pirata varios días antes para que muriera en las marismas, y su cuerpo putrefacto era un tema constante de conversación en la comunidad.

—¡Jem! —gritó el señor MacKenzie en tono cortante, y pasó corriendo junto a William en persecución de su hijo.

El chiquillo, pelirrojo como su madre, se había alejado para escuchar la charla de los hombres, y ahora se asomaba peligrosamente sobre el agua, agarrándos

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