Brujas de Viaje (Mundodisco 12)

Terry Pratchett

Fragmento

Terry PratchettEl color de la magiaLa luz fantásticaRitos igualesMortRechicero¡Guardias! ¡Guardias!PirómidesBrujeríasEl país del fin del mundoDioses menoresImágenes en acciónEl segadorBrujas de viajeLores y damasHombres de armasSoul MusicEricTiempos interesantesMascaradaPies de barroPapá puerco¡Voto a bríos!Carpe JugulumEl Quinto ElefanteLa verdadEl ladrón del tiempoEl último héroe.

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TERRY PRATCHETT

Brujas de viaje

Traducción de

Cristina Macía

Título original: Witches Abroad

Quinta edición en DeBols!llo: mayo, 2010 © 1991, Terry y Lyn Pratchett

© 2004, de la presente edición para todo el mundo:

Random House Mondadori, S. A.

Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona

© Cristina Macía, por la traducción

Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Printed in Spain – Impreso en España ISBN: 978-84-9793-213-4 (vol. 342/13)

Depósito legal: B. 21247 10

Fotocomposición: Comptex & Ass., S. L. Impreso en Liberdúplex, S. L. U.

Sant Llorenç d’Hortons (Barcelona) P 8 3 2 1 3 7

Dedicado a todas aquellas personas (¿y por qué no?) que, después de la publicación de Brujerías,

inundaron al autor con sus respectivas versiones de la letra de la Canción del Puercoespín.

Ay, si lo llego a saber...

Esto es el Mundodisco, que viaja por el espacio sobre los lomos de cuatro elefantes, que a su vez reposan sobre el caparazón de Gran A’Tuin, la tortuga del cielo.

Érase una vez un tiempo en el que semejante universo se consideraba poco usual y, posiblemente, imposible.

Pero claro, es que en los tiempos de érase una vez las cosas eran más sencillas.

Porque el universo estaba lleno a rebosar de ignorancia, y los científicos se movían por él como un buscador de oro acuclillado sobre el riachuelo de una montaña, en busca de la riqueza del conocimiento entre la arenilla de la sinrazón, la gravilla de la inseguridad y el nadar de cosas con muchas patas y bigotes de la superstición.

De cuando en cuando, el científico investigador se levantaba y decía cosas del tipo: «Hurra, acabo de descubrir la Tercera Ley de Boyle». Así, todo el mundo sabía a qué atenerse. Pero el problema fue que la ignorancia empezó a hacerse más interesante, sobre todo la fascinante ignorancia acerca de las cosas grandes e importantes, como la materia y la creación, y la gente dejó de construir con paciencia sus casitas de estacas racionales en el caos del universo: empezaron a mostrar más interés por el caos en sí... en parte porque era mucho más sencillo hacerse experto en caos, pero sobre todo porque en el caos había motivos y dibujos muy bonitos que quedaban muy bien estampados en una camiseta.

Así que, en vez de seguir adelante con la ciencia, como debe ser,* de repente los científicos se pusieron a decir lo imposible que era saber nada, y que no había ninguna cosa concreta llamada realidad sobre la que se pudiera saber algo, y que todo esto era de lo más emocionante, y por cierto, ¿sabías que posiblemente existan montones de universos pequeñitos por todas partes, pero nadie los ve porque están curvados sobre ellos mismos? Por cierto, ¿no te parece que esta camiseta está bastante bien?

Comparado con todo esto, una tortuga grande con un mundo sobre su caparazón es algo prácticamente cotidiano. Al menos, no va por la vida fingiendo que no existe, y a nadie en el Mundodisco se le ha ocurrido intentar demostrar que no existe, por si acaso resulta que es verdad y se encuentran de repente flotando en el vacío del espacio. Esto se debe a que el Mundodisco existe justo al borde de la realidad. La cosita más mínima puede abrir una brecha hacia el otro lado. Por eso, en el Mundodisco la gente se toma las cosas muy en serio.

Como los cuentos.

Porque los cuentos son importantes.

La gente cree que son las personas las que dan forma a los cuentos. En realidad, es justo al revés.

Los cuentos existen con independencia de los que participan en ellos. Si uno sabe eso, el conocimiento es poder.

Los cuentos, grandes jirones aleteantes de espaciotiempo, llevan revoloteando y desenrollándose por el universo desde el principio de los tiempos. Y además, han evolucionado. Los más débiles han muerto, y los más fuertes han sobrevivido, crecido y engordado de tanto contarlos una y otra vez... Los cuentos se retuercen, reptan por la oscuridad.

El hecho mismo de su existencia superpone una pauta su

* Por ejemplo, dar con esa jodida mariposa cuyo revoloteo provoca todas las tormentas que han estado cayendo últimamente, a ver si la pueden parar de una vez.

til, pero insistente, al caos que es la historia. Las estrías de los cuentos están grabadas con tanta profundidad que la gente las sigue de la misma manera que el agua sigue determinados senderos montaña abajo. Y cada vez que un actor nuevo se cruza en el camino del cuento, la estría se profundiza aún más.

A esto se lo denomina «teoría de la causalidad narrativa», y quiere decir que el cuento, una vez ha comenzado, toma forma propia. Recoge las vibraciones de todas las elaboraciones de ese mismo cuento que ha habido a lo largo de los tiempos.

Por eso, la historia siempre se repite.

Por eso, un millar de héroes han robado el fuego a los dioses. Un millar de lobos se han comido a la abuela. Un millar de princesas han recibido sus respectivos besos. Un millón de actores, sin saberlo, han recorrido los senderos del cuento.

Ahora mismo, es completamente imposible que el tercer hijo de cualquier rey, el más joven, se embarque en una aventura en la que han fracasado ya sus hermanos mayores, y no tenga éxito.

A los cuentos les importa un rábano quién toma parte en ellos. Lo único que les importa es que se cuente el cuento, que el cuento se repita. O, si lo preferís, se puede mirar de la siguiente manera: los cuentos son una forma de vida parasitaria, moldean las vidas a su servicio, en función tan solo del cuento en sí.*

* Y la gente está muy equivocada en lo que respecta a las leyendas urbanas. La lógica y la razón dictan que son creaciones de ficción, narradas una y otra vez por personas hambrientas de pruebas de la existencia de coincidencias extraordinarias, justicia natural y todo eso. Pues no lo son. Suceden una y otra vez, constantemente, en todas partesjivpts mercurianas vuelven sus cuatro ojillos hacia sus salvadores y dicen: «Mi marido se pondrá lívido... ese era su módulo de viaje». Las leyendas urbanas están vivas.

Hay que ser una persona muy especial para combatirlos, para convertirse en el bicarbonato de la historia.

Érase una vez...

Unas manos grises asieron el martillo y lo empuñaron, golpeando el poste con tanta fuerza, que se clavó treinta centímetros en la tierra blanda.

Dos golpes más, y quedó fijado de manera inamovible. Desde los árboles que rodeaban el claro, las serpientes y los pájar

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