Entre los siglos XV y XVIII, los europeos no solo estaban fuertemente constreñidos por las jerarquías sociales, también malvivían atormentados por el hambre y la miseria, tiranizados por el consumo diario de un pan deliberadamente adulterado, a menudo mezclado con semillas y hierbas alucinógenas.
Mientras Galileo, Descartes y Bacon trabajaban en la idea de un mundo racional y ordenada...
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Entre los siglos XV y XVIII, los europeos no solo estaban fuertemente constreñidos por las jerarquías sociales, también malvivían atormentados por el hambre y la miseria, tiranizados por el consumo diario de un pan deliberadamente adulterado, a menudo mezclado con semillas y hierbas alucinógenas.
Mientras Galileo, Descartes y Bacon trabajaban en la idea de un mundo racional y ordenada, la desnutrición crónica y la embriaguez domésticaagudizadas por estas drogas rurales y domésticas llevaban a sus coetáneos a un viaje psicodélico, a trances y explosiones dionisíacas que involucraban a pueblos enteros, a los meandros de un imaginario demoníaco y nocturno que aliviaba una existencia de otro modo invivible.
A través de una cuidadosa reconstrucción de la vida cotidiana de campesinos, mendigos y pobres, Piero Camporesi en El pan salvaje presenta una imagen vívida y desconcertante de la Europa preindustrial, azotada por el desigual reparto de bienes y alimentos, como un vasto laboratorio de sueños.
Sumida en un universo fantástico, la humanidad tenía acceso a formas de conciencia ajenas a la racionalidad, y aún podía aprovechar las reservas oníricas que la prohibición a las hierbas alucinógenas destruyó más tarde.
La crítica ha dicho:
«Camporesi es un poeta e historiador... Apela tanto a los sentidos como a la mente... Fascinante en sus detalles y convincente en su mensaje».
Times Literary Supplement
«Camporesi sostiene que el opio del pueblo no era la religión, sino el pan… La comida siempre ha sido una construcción social y mitológica que condiciona lo que, en vano, creemos que son cuestiones de gusto personal. Nuestra hambre de obras de este tipo debería decirnos que la comida no solo es buena, sino que resulta esencial pensarla y leerla como si nuestras vidas dependieran de ello, que así es».
The New York Times Book Review
«Una lectura maravillosa para deambular entre momias, rituales violentos, comidas horrendas, con un afable prólogo de Umberto Eco».
La Stampa
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