AGONÍA CREPUSCULAR
No sé qué escribir,
no sé qué pensar,
me siento huérfana de poesía.
Vago a pie de andén,
trazo sinuosos caminos.
¿Cuál de todos me lleva a ti?
El Alba devolvió un cielo
encendido y parsimonioso
sobre la faz fugaz.
En un sueño te has marchado:
aquellos vientos te fueron a buscar.
Camino y recuerdo,
minuciosa y poeta,
la plata de tu cabello,
el cristal de tu piel,
el almidón de tus pechos.
No es real…
Me deslizo sin destino
y cada estación flagela mi Alma
para acercarme a tu carne inerte.
8.20:
volaste tú y, contigo, retazos de mí.
Te escucho respirar.
Hoy no hay palabra que alivie,
ni abrazo que sostenga.
Hoy el cielo bajó para recogerte
y enmudecieron los poetas.
Ojalá poderte besar.
Manan palabras
de las raíces de la memoria.
Allí donde se quiebran las rosas
que sobreviven
a los silencios
de la poesía.
Brotan para calmar.
Brotan para sanar.
Brotan para recordar.
La Luna ya no me guarda el secreto,
ahora salva entre sus manos de parafina
mi más preciado tesoro
y custodia lo que por justicia
me ha sido arrebatado.
Y yo que vago
y yo que escribo:
huérfana de ti.
En el aliento del desconsuelo,
la carne es débil y ansía tu calor.
Y aunque ahora danzas ligera
en los pasillos de la memoria,
martiriza no poder besarte
como lo hacía yo.
Reina de los cielos,
Mujer de mis amores,
un hilo plateado me une a ti:
Vuela, Abuela, vuela,
ahora la Luna te cuida por mí.
25 de noviembre de 2019
CRYSTAL TEMPORE
En tu sacra imagen mi Alma se desdobla,
tu caricia maternal atraviesa mi diafragma.
El sepulcral dolor desvanece tu mirada
y la tierra respira sangre aún lozana.
¡Calla, Mujer, que el llanto es amargo!
Y deshaz, fastuosa, este cuerpo ya inerte.
Seduce a la Luna que clama el misterio
de la nieta que llora de espaldas tu muerte.
La espada caliente atraviesa mi pecho,
es tu ausencia pura: me mira de frente.
En La Noche Oscura mi amargura clama
los versos que sangran volver a tenerte.
¿Debo amarte, ahora, el cuerpo cenizo
y tu ciega sonrisa regada de lirios?
La sangre que mana mancha la tierra,
el llanto me ahoga y siembra tu ausencia.
Ni la miro de frente, ni puedo rogarle:
me devuelva a tus brazos,
me devuelva a mi Abuela.
EPITAFIO ESPIRITUAL
Poco a poco,
su luz se extingue llana,
el silencio llena su voz,
ojos que bailan, divagan.
Letargo de lo vivido,
el cuerpo no responde.
Como ciervos lo parido,
la oscuridad se esconde.
La Musa de su mirada
aún destila cierta vida,
sortilegio de un corazón
que no abandona la partida.
Quién pudiera devolverte
lo que ella te quitó
y colmarte de nuevo, Yaya,
de mi más sincero amor.
AFORISMO VERSADO
Las lágrimas brotaron como sordos delirios.
Los días mermaron hacia formas inconexas.
El ávido sabor de la vida se tornó frugal
y el beso del pelaje helado fue mortal.
SEPULCRO AL SILENCIO
Ahora que la Luna te viste de plata,
ahora que el cielo te reclama su hogar,
ahora que besas en s