Las colosales aventuras de Harry y Cerdon 2 - Misterio en la isla

Fermín Solís

Fragmento

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¡Vaya, parece que os gustó la isla de Colossa, ya que habéis vuelto! ¡Bien!

Desde la última vez que hablamos, todo esto ha estado bastante tranquilo. Se terminaron las clases y lo aprobé todo, incluso mates y educación física, ya sabéis, mis asignaturas «preferidas». Además, no solo aprobé yo, sino que me enteré de que a Vicente Cuernoalegre, el chulito de mi clase, no le había ido tan bien y, ¿qué queréis que os diga?, eso también me alegró un poquito.

Mi primer año en el insti, con los mayores, está a la vuelta de la esquina, pero, bueno, no quiero pensar en eso ahora, ya habrá tiempo de agobiarse. Tengo TODO el verano por delante para disfrutar. Al menos eso fue lo que pensé cuando empezaron las vacaciones, pero todo se ha complicado un poco... Antes de que os lo cuente, os voy a poner al día por si no recordáis vuestro anterior viaje o es la primera vez que visitáis Colossa, la isla que no aparece en los mapas y cuya existencia muy poca gente conoce.

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Yo soy Harry, un cíclope descendiente de Polifemo. Soy fan de las bambas (de nata y/o de crema), de los cómics y de los videojuegos, entre otras cosas.

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Estos son mi padre, un antiguo especialista de cine actualmente en paro, y mi madre, la propietaria de una pequeña peluquería.

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Algunas de mis personas favoritas que viven en la isla son:

Mi mejor amigo Cerdon, un cerdo dragón descendiente de los grandes dragones y de los grandes cerdos.

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Mi abuelo. Es un antiguo vikingo genial y un poco loco.

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Medusa. ¡Qué decir de ella! Es un encanto.

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Otros que me gustan menos:

Vicente Cuernoalegre. Mi archienemigo, un chico de mi clase bastante consentido.

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DON CHÁNDAL, mi profe de educación física.

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Bueno, y hasta aquí las presentaciones. Ahora que os habéis puesto al día, voy a contaros por qué mi verano no ha sido exactamente como planeaba...

Me había propuesto para estas vacaciones de verano hacer varias cosas: rutas en bicicleta por la isla para mantenerme en forma, escribir y dibujar mi primer cómic y, quizá, inventarme un superhéroe tipo SUPERBASILISCO, ir a la piscina, echar algún partidillo con los amigos... en fin, aprovechar un poco el tiempo.

Los primeros días me levantaba bastante temprano, aún no había cambiado el ritmo del cole y, con los primeros rayos de sol, abría el ojo, literalmente hablando. Pero, a medida que pasaban los días, cada vez me daba más pereza salir de la cama. «Ya tendré tiempo de hacer todo lo que me he propuesto. El verano es muy largo y bastante he madrugado ya durante el curso», pensaba yo, y me daba la vuelta en la cama y me volvía a dormir.

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Al final, mi rutina en verano consistía en levantarme tarde, jugar a videojuegos y quedar con mi amigo cerdon. Y así iban pasando los días sin que ocurriese nada especial. Mi madre insistía en que eso no era de gente evolucionada. Pero ¿qué queréis que os diga?, tampoco había nada especial que hacer.

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Pero entonces llegó a mis oídos algo que me hizo levantar de la cama. Me enteré de que iban a sacar las nuevas zapatillas deportivas Achidas Spherikas 3000. Eso SÍ era un acontecimiento. Otra de las cosas de las que soy fan, además de lo que os dije antes, es de coleccionar zapatillas deportivas molonas, aunque son bastante caras... Cerdon no lo entiende. Pero, claro, ¿cómo lo va a entender, si él no usa zapatos? Supongo que esa es una de las ventajas de poder volar: no tienes necesidades caras.

Así que esa mañana estaba dispuesto a saltar de la cama.

Mi madre, que siempre está atenta a todos mis movimientos, me dijo:

—¡guau, harry, hoy sí que te has levantado rápido! Sea cual sea la causa, espero que resulte igual de efectiva en invierno, así no tendré que sacarte a empujones de la cama.

Refunfuñé un poco ante su tono irónico, pero me vestí todo lo rápido que pude y salí a buscar a Cerdon para ir al centro comercial.

—¡date prisa, cerdon, ya sabes que apenas traen un par de pares a la isla y vicente cuernoalegre se las compra por duplicado!

—¿Te imaginas que al primer cliente que llegue a la tienda le regalan un par gratis, Harry?

—¡sería la caña! Creo que una vez lanzaron una campaña así en un centro comercial. ¡vuela más rápido, cerdon, vuelaaaaaa!

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No es ninguna exageración lo que dije de Vicente Cuernoalegre, ya os lo comenté antes: es el chulito de mi clase. Un pequeño minotauro mimado que siempre está intentando fastidiarme. Mientras que yo tengo que estar ahorrando varios meses para poder comprarme unas zapatillas de deporte nuevas (las que a mí me gustan, no las que le gustan a mi madre, que la pobre tiene buena voluntad, pero ni por asomo se acerca a mis gustos personales), a Vicente le dan todos los caprichos sin tener que sufrir nunca para conseguir nada, y le compran los pares de zapatillas de dos en dos.

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A lo que iba, que me voy del tema. Esa mañana, camino del centro comercial, al doblar la esquina de la calle, Cerdon y yo nos dimos de bruces con la espalda de tres señoras ataviadas con enormes abrigos de piel y gorros a juego que iban caminando por nuestra misma acera ocupando todo el espacio y sin dejar hueco para adelantar. porque somos rápidos de reflejos, que, si no, nos las comemos.

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Los dos nos quedamos completamente petrificados con la visión de ese muro de pieles de animales.

—Más les vale que sean abrigos de piel sintética y no de animal de verdad —dijo Cerdon, b

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