YoSoyPlex en el fin del mundo (Las Aventuras de Plex 2)

YoSoyPlex

Fragmento

cap-1

Capítulo #1

Creo que, después de salvar el mundo una vez, todo héroe se merece unas vacaciones tochas.

Por supuesto que hablo de mí, ¡de mí y de mi lobo! Después de que Colmillo y yo salvásemos a toda esa peña en Egipto hace dos semanas, lo único que quiero es descansar: una sombrilla, un poco de playa, beberme algo rico en un coco... ¡Me parece que es lo mínimo! ¿O no? ¿Es que estoy loco? ¿Acaso no rompí una maldición milenaria en mi primera aventura?

Pues eso, que alguien debería regalarme un viajecito.

Lo que no me creo es que Emper haya venido a mi habitación justo para concederme el deseo.

—Eh, Superman, ¿cómo te va la vida?

Todos los de la Royal House me llaman «Superman» desde que Colmillo y yo volvimos de Egipto. Lo hacen en plan coña (porque no se creen que hiciera todo lo que hice y piensan que se me ha subido a la cabeza), pero ¿me veis preocupado? Pues no, porque un poco de Superman sí que tengo. O, bueno, de héroe al menos. ¿Acaso ellos han salvado a alguien?

Colmillo lleva fatal que no le reconozcan la participación en la aventura. ¡Eso le pasa por llevar en secreto su vida de lobo parlante!

—Pues muy bien —le respondo—. ¿Y tú cómo estás, pueblerino?

—Yo, genial. Oye, bro, vengo con un regalito de parte de toda la casa...

—¡Venga ya!

¿Un regalo? Los de la Royal House NUNCA nos hacemos regalos, solo nos hacemos pranks, ¡lo sabe todo el mundo! Y encima pranks SUPERÉPICAS: que si hormigas en los calzoncillos, que si esconder los zapatos en el tejado, que si llenarle la habitación entera a uno de bolitas de porexpán... Nunca estás seguro en esta casa y NUNCA PUEDES BAJAR LA GUARDIA. ¿Qué se supone que me van a liar ahora, si se puede saber? ¿Me van a enseñar una tarta y me van a hundir la cara dentro? ¿Van a estallar quinientos mil petardos en mi cuarto?

Creo que Colmillo piensa lo mismo, porque se pone alerta y gruñe.

—Eh, eh, Colmillo, tranquilo —dice Emper, alzando ambas manos—. Que no he hecho nada, ¡mira, mira!

Antes de que nadie proteste, Emper se acerca y, detrás de él, veo que el resto de mis colegas están esperando y mirándonos. Tienen una cara de emoción increíble, lo cual es bastante sospechoso... ¿Un regalo y con tanta emoción? ¡Esta gente no ha sido tan maja conmigo en su vida!

—Verás, Plex —se dirige a mí—. Cómo te pegaste una TREMENDA PALIZA en el viaje a Egipto, hemos pensado que tal vez te vendrían bien unas vacaciones.

—Sí que me las merezco —respondo, y me cruzo de brazos.

—Claro que sí. Por eso hemos juntado dinero entre todos y hemos decidido llevarte a...

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No sé de dónde los saca, pero de repente mi amigo me enseña un montón de papeles y los tira sobre la cama.

Colmillo y yo nos acercamos. Reconozco enseguida uno de los papeles como un billete de avión; los demás parecen folletos. Leo despacio el nombre: «Bahía Paraíso». La foto de la portada parece sacada de las vacaciones de mis sueños: el agua más azul que he visto en mi vida, unas palmeras tan altas que podrían dar sombra hasta mi casa y un montón de gente en bañador que parece estar pasándoselo genial. ¡Eso es! Cuando yo decía que quería unas vacaciones, me refería precisamente a esto. A un resort en el Caribe o dondequiera que esté esto... Porque no, no quieren decirme dónde está.

—¿La Bahía Paraíso?

—Está en Argentina. Te lo vas a pasar genial.

La verdad es que no creo que nadie fuera a llevarme a Argentina a raíz de una broma... ¿Cuál podría ser el truco? ¿Me van a hacer fregar los platos para siempre? ¿Voy a tener que encargarme de recoger las cacas de las mascotas de todos? ¡¿Me van a soltar allí para no dejarme volver?!

—¿Y qué vais a querer a cambio?

—¡Nada, nada! Solo que Colmillo y tú os lo paséis ultrabién. ¡De parte de la Royal House!

Miro a mi lobo. Sé que no se fía mucho de nadie en general, y ahora no tiene cara de estar creyéndoselo. No sé si confiar o no en su criterio ahora mismo. Por una parte, la verdad es que tampoco se ha equivocado en anteriores ocasiones, pero, por otra..., tenemos los billetes delante. Y el panfleto. Y todo parece real, no como si fuera otra prank pesada de mis amigos, así que a lo mejor se equivoca... ¡Seguro que se equivoca!

—¡GRACIAS, bros!

Echo a todo el mundo de mi cuarto para empezar a hacer las maletas. En cuanto se van, Colmillo por fin abre el hocico:

—¡Como si fueran mis mejores amigos! (...) ¡Que lo son!

Nos plantamos en el aeropuerto esa misma tarde, ¡como que los billetes son para hoy! A regañadientes, Colmillo deja que le vuelva a poner el «disfraz de perro» que nos funcionó tan bien la última vez y cogemos el avión con mucha más calma. Eso sí, esta vez el viaje es muuucho más largo que el anterior, así que, nada más entrar al avión, nos relajamos: Colmillo viendo películas en la tele pequeñita que viene ante el asiento, yo echándome varias siestas, grabando un poco para el canal, planeando qué voy a querer hacer cada día de las vacaciones...

Y entonces, un millón de horas después, el avión aterriza, bajamos, recogemos las maletas y salimos a la calle.

O a las montañas.

O al fin del mundo.

Pero ¿QUÉ ES ESTO? ¡¿De dónde ha salido toda esta nieve?!

Me acerco a la primera persona que veo cerca.

—Oiga, perdone —le digo a un hombre, porque ante todo educación—. Creo que he debido subirme en el avión equivocado... ¿Sabe usted cómo se va a la Bahía Paraíso?

El hombre a quien he parado, que lleva un abrigo enorme, un gorro y una bufanda, se queda mirando mis pantalones cortos con una sonrisa.

—Pues la verdad es que no tiene pérdida, chico: camina un par de pasos, sal del aparcamiento del aeropuerto y... ¡has llegado!

¡Me está vacilando!

—No, no, no, pero eso no puede ser —le digo, agobiado—. La Bahía Paraíso es un complejo de vacaciones en el Caribe con palmeras y...

—Complejo de vacaciones sí, pero Caribe ya no sé... La única Bahía Paraíso del mundo es esta, chico: ¡la de la Antártida!

No puede ser, bro, no puede ser... El regalo de mis amigos estaba envenenado, ¡era otra de sus bromas pesadas!

¡Decidme cuándo sale el próximo vuelo para España, que voy y ME LOS CARGO!

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