Arta Game 2 - ARTA y la invasión máxima

Arta Game

Fragmento

cap-2

No vamos a llegar a tiempo. No vamos a llegar a tiempo. ¡Se nos escapa el avión! Lo hemos superado todo: grietas en el suelo, una nevada épica… ¡incluso hemos luchado contra unos abejones enormes! Y todo ¿para qué? Pues ¡para llegar al avión que nos llevará a Rusia! De ahí tendríamos que subirnos al cohete que saldría directo al espacio para escapar del APOCALIPSIS en la Tierra. Sería nuestra salvación, pero… ¡NO VAMOS A LLEGAR A TIEMPO!

—Y... ¿a qué hora se supone que despegaba el avión? —pregunta Alma, haciendo como que está tranquila, aunque en realidad se le nota mogollón que está a punto de saltar de los nervios—. ¿Alguien se acuerda?

—A las SEIS en punto —respondo.

—¡Ah, entonces llegamos de sobra, aún son menos cuarto! —dice Charlie, aliviado.

—Pero ¿tú eres tonto? —replica Pablo, que se ha vuelto a poner tan nervioso que casi chilla—. ¿No has cogido nunca un avión o qué? Si despega a las seis, entonces cerrarán el embarque a las cinco y media, y eso significa que ya lo han cerrado y no nos dejarán subir, y eso significa ¡que no llegamos!

—Estamos en el apocalipsis, no creo que eso importe mucho —dice Lucas, apretando los dientes mientras esquiva una avispa gigante en el carril de la izquierda—. ¡Confiad en mí, que llegamos! Y tú, Arta, ¿no estabas haciéndome de copiloto? ¡Deja de mirar atrás y ayúdame a salir de la autovía!

—¡Ya los veo!

—No llegamos... No llegamos —murmura Pablo.

—Ya verás como sí, no nos pueden dejar en tierra —intenta tranquilizarle Enzo dándole palmaditas en la espalda, y es un poco cómico porque Enzo es tan alto que se tiene que retorcer en el asiento.

No podemos quedarnos en tierra; no es una opción, así de simple. Si nos quedamos en tierra..., ¡estamos perdidos! ¡Estamos MUERTOS! Porque este no es un avión cualquiera, sino el último avión que sale a tiempo hacia RUSIA. Y en Rusia, por supuesto, como me indicó mi padre, está el cohete ¡que nos llevará a otro planeta!

Todo esto me lo explicó mi padre, aunque todavía no me lo acabo de creer... Resulta que es un AGENTE secreto ruso del KGB, y que un científico de allí predijo este apocalipsis, y han preparado un cohete para escapar de la Tierra y poner a salvo a los supervivientes en otro planeta. ¡Parece algo de CIENCIA FICCIÓN! Pero no, no lo es; es la realidad, y es nuestra única oportunidad de salvarnos y no quedarnos en una Tierra que se está haciendo pedacitos. Insectos gigantes, nieve por todas partes, apagones mundiales, ¡es terrorífico! No podemos quedarnos aquí, y por eso estamos zumbando a toda velocidad por la salida de una autovía de Valencia.

—chilla Pablo cuando Lucas toma una curva muy pronunciada a toda velocidad—. ¡Qué mareo!

—Eh, eh, nada de POTAR dentro del coche —advierte Charlie—. ¡Y, menos aún, en mis zapatos!

El aeropuerto de Manises se muestra ante nosotros como una aparición. ¡Por fin! ¡Hemos llegado!

Bajamos deprisa y corriendo del coche, tropezando los unos con los otros, y yo casi me caigo al suelo. Alma me da la mano para ayudarme, ¡y me pongo rojo! ¡Soy idiota, después de que me diera un beso, voy y me pongo colorado porque me da la mano!

—¡Corred, corred! —nos urge Enzo.

Y eso hacemos. Corremos por los vestíbulos sin importarnos lo que haya en medio: maletas tiradas por el suelo, gente a la que damos algún que otro empujón, ¡incluso guardias de seguridad!

—¡Lo siento! —se disculpa Charlie, que sin querer ha tirado al suelo a un señor con los pelos alborotados y bigote que también corría hacia el avión.

El señor se levanta sin decir nada y sigue corriendo, igual que nosotros. ¡Saltamos por encima de las vallas del control!, pero a nadie le importa porque estamos en pleno apocalipsis.

—¡Es ahí! —digo señalando una de las puertas de embarque a lo lejos—. ¡Mirad, el avión! ¡Aún no ha despegado!

A través del cristal vemos el avión militar en la pista, ¡solo tenemos que correr un poco más! Pero al llegar a la puerta...

—¡Nooo! —grita Pablo.

¡Se CIERRA en nuestras narices! Al otro lado está el finger, el tubo ese que conecta la terminal con la puerta del avión, ¡y vemos que lo están retirando! ¡El avión se mueve, se va rodando! ¡Va a marcharse sin nosotros!

—¡No puede ser! —se lamenta Alma.

—Apartaos —nos ordena entonces Enzo.

Se agacha, agarra una barra de metal que hay clavada ¡y la levanta del suelo como si no pesara nada! Sabía que Enzo era alto y enorme, pero ¿tanto?

Nos agachamos ¡y lanza la barra contra la cristalera con muchísima fuerza! ¡Esta se ROMPE en cachitos minúsculos con un estruendo fortísimo!

—¡Corred, vamos! —dice Lucas, señalando el avión—. ¡Que no se vaya!

Alma salta por encima de los trozos de cristal y, superágil, se lanza a la pista. Cae rodando como si le hubiera dado al botón de roll en un videojuego..., ¡qué pasada! Los demás la seguimos con más o menos éxito. ¡Yo aterrizo con las rodillas! Pero no nos podemos detener, hay que conseguir subir a bordo.

—chilla Pablo, corriendo tras el avión, que se mueve despacito—. ¡Dejadnos subiiir!

Y se me ocurre algo:

—¡Así tienen que parar, sí o sí! —afirmo convencido, y ¡nos ponemos delante de las ruedas! ¡Ya no pueden pasar! El piloto no pensará atropellarnos... ¿verdad? ¿VERDAD? ¿VERDAAAD?

cap-3

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos