Grandes historias de Isadora Moon 3 - Isadora Moon y la boda mágica

Harriet Muncaster

Fragmento

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—¡La tía Crystal se casa! —exclamó mi madre una mañana de invierno helada y brillante.

Levantó la invitación con forma de copo de nieve para que la pudiéramos ver todos.

—¡Isadora, serás dama de honor! Con Flor de Miel y con tu prima Mirabella.

—¡Dama de honor! —grité, saltando de la silla y tirando sin querer mi tostada al suelo—. ¡Nunca he sido dama de honor! —me puse a saltar y a bailar por la cocina, con Pinky dando brincos detrás de mí.

Pinky era mi peluche favorito hasta que mamá le dio vida con su varita mágica.

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Ella puede hacer ese tipo de cosas porque es un hada.

—Tendrás que ponerte algo verdaderamente precioso —dijo mamá mientras seguía leyendo la invitación—. El novio de la tía Crystal es un hada del verano. Se llama Wren. ¡Y va a ser una boda con hielo y flores!

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—¡Brrrr! —dijo papá, arrebujándose en su capa de vampiro—. Tendré que llevar mi chaleco de lana. Seguro que habrá un montón de hadas de la nieve, como la tía Crystal. ¡Siempre enfrían el ambiente!

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Unos cuantos días más tarde, llamaron a la puerta y llegó un gran paquete a nuestra casa.

—Me pregunto qué será —dijo mamá mientras lo llevaba a la cocina, donde mi hermanita pequeña, Flor de Miel, estaba sentada en su trona—. Parece importante.

Cogió unas tijeras y, mientras lo abría con ellas, contemplé cómo salían por el aire nubes de purpurina de hielo plateado.

—¡Oh! —exclamó mamá, sacando dos preciosos vestidos de color rosa pálido, llenos de brillos de copos de nieve, flores y escarcha mágica—. ¡Deben de ser para la boda!

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—¡Guau! —susurré—. ¿Puedo probarme el mío?

—¡Yo creo que deberías! —dijo mamá, pasándome mi vestido. La falda hizo frufrú cuando me la puse, y diminutos copos de nieve soltaron destellos helados hacia mí. Era muy especial.

—¡Oh, Isadora! —exclamó mamá con asombro—. ¡Pareces tan mágica…! ¡Qué pena que papá no esté aquí abajo para verte!

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Mi papá es un vampiro y duerme todo el día. Se levanta por la noche a «desayunar». En nuestra casa siempre tomamos dos desayunos.

—Me lo dejaré puesto hasta que papá se despierte —dije con ilusión, pero mamá negó con la cabeza.

—De ninguna manera—dijo—. Tenemos que mantenerlo en perfectas condiciones para el día de la boda.

Rebuscó en el paquete otra vez y sacó dos coronas de flores y un frasco de algo chispeante.

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—¡Polvo de alas! —dijo mamá—. Para que brillen tus alitas de vampiro. ¡Y mira estas coronas!

Me pasó una de las coronas de flores y le puso la otra a Flor de Miel, que se la intentó quitar inmediatamente con sus manitas regordetas. Contemplé maravillada la mía. Un hechizo mágico de invierno la había recubierto por completo de escarcha, y cada pétalo lucía y centelleaba a la luz de la tarde. Con mucho cuidado, me la puse en la cabeza.

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—¡Preciosas! —exclamó mamá con un suspiro, contemplándonos a Flor de Miel y a mí—. ¡Vais a ser las damas de honor mitad hada mitad vampiro más maravillosas que nadie haya visto nunca!

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