Los Minimuertos 1 - Bienvenidos al Otro Barrio

Ledicia Costas

Fragmento

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Me encanta volar hasta el Otro Barrio para ver cómo les van las cosas a los Minimuertos. Son bastante traviesos y siempre intento estar al tanto de sus aventuras.

¡Eh, pero si todavía no me he presentado! Eso es porque soy un poco tímida. Siempre intento pasar desapercibida y los seres humanos me ponen bastante nerviosa. A lo que iba, que me lío… Soy una lechuza y ese es mi nombre: Lechuza.

¿Has visto una lechuza alguna vez en tu vida? Si lo has conseguido, enhorabuena. No es fácil descubrirnos. Mi merienda favorita son los ratones y los murciélagos, aunque reconozco que los huesecillos de las alas son un poco indigestos. A veces, después de pegarme un atracón, parece que llevo una bola de una tonelada dentro del estómago. Y te aseguro que, para mí, que peso 300 gramos, una tonelada es realmente una exageración.

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Pero volvamos ahora a los Minimuertos, que por eso estoy aquí: son una pandilla bárbara. Suelo buscar un lugar cerca de ellos para no perder detalle de sus conversaciones. Me gusta vigilarlos.

Esta noche, los Minimuertos están eufóricos. Un niño nuevo acaba de llegar al Otro Barrio y eso aquí siempre es un acontecimiento.

El mortibús, que es el vehículo que traslada a los habitantes de este mundo de un lado a otro, pega un frenazo delante de la tienda de chuches de la Momia Lola, y el niño se baja.

Va vestido con un traje oscuro, está pálido como un oso polar y trae una cara que da pena. Fíjate bien, ¿da pena o no da pena?

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Los Minimuertos corren a presentarse sin perder un segundo. Están tan contentos que no se dan cuenta de que están agobiando un poco al recién llegado…

—Hola, ¿cómo te llamas? Yo soy Petunio.

—¡Y yo, Verdura! —añade el caracol, asomando la cabeza entre las petunias.

El grupo quiere saberlo todo sobre el nuevo: su edad, sus gustos, sus aficiones, sus habilidades, sus comidas favoritas…

—¿Te gusta gastar bromas? —le pregunta Maya—. Ayer Dinamito fabricó unos petardos en su laboratorio. La Momia Lola siempre se queda dormida sobre el mostrador de su tienda de chuches, la tenemos controlada. Vigilamos desde la ventana durante un buen rato y, en cuanto se quedó sopa, lanzamos los petardos delante de su puerta. La pobre casi se muere del susto con la explosión. ¡Se le cayeron las vendas de la cara y todo!

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—La próxima vez que hagamos algo así, tenemos que grabarlo —sugiere Dinamito—. Hay que conseguir un móvil con cámara HD.

Los Minimuertos se parten de risa recordando su última travesura. El único del grupo que no parece demasiado contento es el nuevo…

—No me gusta estar aquí —les confiesa, con una vocecilla—. Echo de menos a mis padres. ¿Cuándo van a venir?

—Uf, nos ha tocado un pelmazo —le susurra Maya a Dinamito.

Petunio toma la iniciativa y le explica cómo son las cosas en el Otro Barrio, esforzándose por ser todo lo majo que puede:

—Esto no es tan malo como

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