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Zipi y Zape son los niños que todos quisiéramos ser y, me atrevo a pensar, los hijos que todos quisiéramos tener, aunque en ocasiones Don Pantuflo y Doña Jaimita, sus estimados padre y madre, a causa de sus infinitas tropelías les impongan castigos inimaginables, como el cuarto de los ratones, conocido por varias generaciones.Nacieron en 1948 en la revista Pulgarcito, para arrancar las sonrisas y las risas de losniños de una época oscura y gris, y acompañarlos en la soledad juvenil, con la crítica social y familiar como lectura entrelineada. ¿Cuántos saben los castigos que Don Pantuflo les infligía en los primeros años de su tierna existencia? Sin remilgos ni compasiones paternales, Zipi y Zape eran castigados a crueldades sumarísimas; juzguen ustedes mismos: la hoguera, la guillotina, ser atados en la vía del tren o debajo de una apisonadora, por enumerar algunos. Claro que, con el paso del tiempo, estos castigos fueron aminorando, hasta que llegó la época más boyante de Zipi y Zape, y ahí se pasaron alguna década entrando y saliendo del cuarto de los ratones, para luego acabar siendo simplemente perseguidos por sus progenitores, entre otros, más o menos coléricos, pero sin más consecuencia. ¡Los Zipi y Zape siempre corren más!Escobar pocas veces llegó a castigar a sus hijos, ni de cara a la pared ni con los brazos en cruz soportando pesadas enciclopedias, como sí hacía Don Minervo, el ínclito profesor a quien tanto esfuerzo le supone conseguir que sus alumnos aprendan una tabla de multiplicar, las capitales europeas o incluso que este par de gemelos lleguen puntuales a clase. Pero sí supo dar un vistazo a su alrededor para percibir y destapar aquellas sociedades familiares tan inflexibles y estereotipadas, muy alejadas de sus convicciones.No era la primera ni la última vez que Escobar utilizaría su talento en la descripción satírica y mordaz denuncia de la realidad de su época. Los años anteriores a la Guerra Civil española pondrá su afilada plumilla en revistas satíricas de corte republicano, y en plena penumbra de la posguerra se postula en la crítica de la sociedad que el régimen afianza como la buena gente, las buenas costumbres y los buenos