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¡VACACIONES!Pepa Pistas, Maxi Casos y la señora Casos fueron los prime-ros en llegar al puerto cargados con sus respectivos equipajes. Cuca Bocaditos, la propietaria del supermercado en el que tra-bajaba la madre de Maxi, había invitado a todos sus emplea-dos a estrenar su nuevo yate. 

10–Somos los primeros. Parece que la tripulación tampoco ha llegado. –La señora Casos señaló el único yate del embarca-dero, completamente vacío–. Mientras esperamos, vayamos a tomar un refrigerio en esa taberna. Al abrir la puerta del local, un fuerte olor a rancio los hizo retroceder. –Nos quedaremos fuera –decidió la señora Casos medio mareada. En el exterior había un par de barriles destartalados a modo de mesa, pero no se veían taburetes por ningún lado. –¿Qué desean? –gritó una señora desde la ventana del piso superior.La señora Casos levantó la cabeza sobresaltada: –Unos refrescos y…


11La señora movió el dedo índice de un lado a otro:–No pidan mucho, porque no tardaré en cerrar. –Dicho esto, se apartó de la ventana. APepa y a Maxi les llamó la atención la tienda de animales exóticos que había junto al establecimiento y decidieron ir a echar un vistazo. Pero no pudieron fi sgonear más...–¡Los refrescos! –Pepa señaló hacia la taberna.


12La tabernera apareció con una bandeja de bebidas y un pla-tito que contenía unos dados de color verdoso. ¡Soltaban el mismo olor a rancio que el del interior del local!–Invita la casa –sonrió la señora, y advirtió–: Comed el que-so rapidito, que cierro en dos minutos. Al oírla, Mouse dejó escapar un chillido. Saltó de la capu-cha y se plantó frente al plato. Pero antes de que nadie pudiera reaccionar… La tabernera le dio tal manotazo que el pobre ratón cayó desplomado al suelo. –¡Oh, no! –chilló Maxi.


13–No temas,niño –exclamó la tabernera–. ¡Voy a buscar una escoba y lo echo a la basura! Pepa y Maxi se abalanzaron sobre Mouse. –¡Está fatal! –Maxi le mostró su mano–. Dime, ¿cuántos dedos ves?–Déjate de bobadas y esconde a Mouse antes de que regre-se –advirtió Pepa. Efectivamente, la mujer no tardó en salir equipada con una escoba y una pala dispuesta a deshacerse del pequeño roedor.–¡Diantres! –Miró a uno y otro lado con cara de sorpresa–. ¡Ha escapado! Por suerte, el frenazo de un minibús la distrajo.


14Del interior del vehículo apareció un grupo de personas con equipajes, que iba directo al embarcadero. –¡Han llegado! –La señora Casos agitó la mano a modo de saludo y corrió hacia ellos seguida de Pepa y Maxi.Cuca Bocaditos los detuvo: –¡Antes de embarcar nos haremos una foto de recuerdo! La tripulación está al llegar…Inmediatamente, rebuscó en su bolsa de mano y entregó unacámara instantánea a Pepa y a Maxi para que hicieran la foto.

