¡Hola! Encantada de saludarte, mi nombre es Bastet y seré tu guía por el antiguo Egipto. Como ya sabes, los gatos éramos animales importantísimos en esa época, ¡prácticamente dioses! Bueno, casi como ahora, si lo piensas bien. Déjame que termine de acicalarme y ¡arrancamos!
HISTORIA DE EGIPTO
¿Cuándo empezó todo? Hace mucho más de lo que te imaginas. Hace 5.000 años, en la zona que ahora llamamos Egipto, diferentes pueblos se unieron en uno solo después de una gran batalla al mando del primer faraón. Su nombre era Narmer.
En general, la historia de Egipto se divide en tres grandes periodos: el Reino Antiguo, cuando los egipcios construyeron las grandes pirámides, ¡que aún hoy siguen en pie!; el Reino Medio, que fue un periodo bastante tranquilito, en el que los egipcios se dedicaron a construir templos y a escribir historias; y el Reino Nuevo, durante el cual vivieron grandes faraones como Ramsés II, la reina Hatshepsut o el famosísimo Tutankhamón. Durante ese tiempo, Egipto sufrió varias invasiones de pueblos extranjeros, como los hicsos (intenta decirlo sin atragantarte, ¡a ver si puedes!) o los asirios, pero los faraones siempre lograron expulsarlos.
Imagínate que toda esta historia sucede a lo largo de más de ¡tres mil años! ¿Te imaginas cuánto tiempo es eso? Pues el suficiente para adorar a muchísimos dioses, como Amón o Ra, y para crear un sistema de escritura complicadísimo basado en dibujos: los jeroglíficos.
Pero todo lo bueno se acaba, y en el año 332 a. C. el rey griego Alejandro Magno conquista Egipto, comenzando así la última etapa de esplendor de su historia que finaliza tres siglos después con la muerte de Cleopatra, la última reina de Egipto.
Cuando piensas en Egipto me apuesto lo que quieras a que lo primero que te viene a la cabeza es el calor. Pues tienes razón. Allí te asas como un pollo. Es cierto que el clima en la época de los faraones era un poco más húmedo que ahora, pero el desierto lo cubría casi todo, aunque a ambos lados del río Nilo hay vegetación abundante. En el Delta, al norte, donde el Nilo se ramifica en un montón de ríos más pequeños antes de llegar al Mediterráneo, las zonas verdes lo ocupan prácticamente todo.
Aunque las temperaturas en invierno bajan hasta los 0ºC, en verano pueden llegar fácilmente a los 40ºC o incluso más en las zonas húmedas. ¿Qué se hace para poder vivir allí? Pues lo que hacemos todos: adaptarse.
Los antiguos egipcios no tenían aire acondicionado en sus casas (¡hubiera sido maravilloso! ¿No crees?), así que los días de mayor calor durante el verano, empezaban a trabajar con el alba, antes de que asomara el sol, pero con suficiente claridad para poder ver (casi como tú cuando te levantas para ir a clase). A esas horas la temperatura suele ser más agradable. El problema eran los trabajos más pesados ya que requieren mucho esfuerzo físico. Las tareas en el campo debían de ser muy difíciles de llevar a cabo. Imagínate estar agachado recolectando o sembrando, recorriendo el terreno de aquí para allá, sin tener nada que te proteja del sol. Si lo haces pronto por la mañana, todo es más llevadero.
Y no hay que olvidar que los antiguos egipcios contaban con una ventaja muy grande. Tenían muy cerca el Nilo y los canales que nacían de él. Igual que ahora cuando vas a la playa, bebían mucho y se refrescaban para que la temperatura del cuerpo fuera constante y no les diera un sofocón.
Con todo, los contrastes entre desierto y zona verde eran enormes. Incluso hoy, en muchos lugares de Egipto puedes poner un pie en el desierto y el otro en una zona verde. Los palmerales, los marjales con plantas de papiro, lotos o hierbas hacían que en algunas zonas la temperatura fuera más agradable. Esta es la razón por la que me paso el día retozando entre la hierba fresca que hay junto al río.
EN VERANO, A LOS ANTIGUOS EGIPCIOS (Y A NOSOTROS, SUS GATOS) LES GUSTABA DORMIR EN LA TERRAZA DE LA CASA PARA DISFRUTAR DE LAS BRISAS NOCTURNAS, HAY QUE RECONOCER QUE NO SE DEBÍA DE VIVIR TAN MAL. TODO ES CUESTIÓN DE ADAPTARSE BUSCANDO UNA BUENA SOMBRA.
Pero entonces, si hacía tanto calor, ¿los animales aguantaban la vida en Egipto? Porque a mí lo que me gusta es estar fresquita…
¡Pues claro que sí! Al igual que los seres humanos, muchos animales se adaptaron a la vida en el desierto y a las zonas húmedas del país, y los conocemos a través de las pinturas y los relieves de las tumbas.
Allí podías encontrar leopardos y panteras negras, leones, zorros, cocodrilos, meloncillos, ratones, liebres, culebras, cobras, víboras cornudas, lagartijas, camaleones, perros, gatos, servales, lechuzas, abubillas, ánades, percas, peces globo, hipopótamos y todo tipo de insectos como saltamontes, escarabajos, abejas… ¿Los conoces a todos?
Seguro que hay algunos que te llaman la atención. Por ejemplo, el serval. ¿Sabes lo que es? Se trata de un felino, un poco mayor que yo, similar a un lince. Se alimenta de la caza en los marjales, las zonas en donde encuentra pájaros o serpientes (¿a qué sabrán las serpientes? Seguro que a pollo, como todo).
Otro animal curioso es el meloncillo. No, no es una fruta, aunque lo parezca. Es una mangosta egipcia, un mamífero carnívoro, parecido a un tejón con unos dientes muy afilados con los que caza principalmente serpientes incluso las más venenosas. ¡Pobres serpientes, todo el mundo se las quiere comer!
Te habrá llamado la atención que no mencione a los caballos o los camellos. ¡Ay! Ninguno es originario de Egipto. Los caballos llegaron hacia el 1600 a. C. y los camellos lo hicieron mucho tiempo después, casi en la última etapa de la historia de los faraones. Aun así, te cuento un secreto… chisss. Acércate.
LO QUE LLAMAMOS CAMELLOS CON UNA JOROBA, EN REALIDAD SON DROMEDARIOS. EL CAMELLO, DE HECHO, ES EL ANIMAL QUE TIENE DOS JOROBAS Y QUE NUNCA VERÁS EN EGIPTO.
Seguro que tus padres tienen por casa muchas plantas porque hacen bonito, ¿verdad? A los egipcios también les gustaban mucho, pero por una razón mucho más profunda: para ellos, las plantas y la vegetación eran lo opuesto al desierto, lo contrario a la muerte. Eran la vida. De hecho, el dios Osiris era el dios de la muerte, pero también era el de la vegetación y el de la primavera, es decir, la vida. Curioso, ¿a que sí? Nunca volverás a ver una margarita de la misma manera.
Los antiguos egipcios creían que cuando el mundo se creó, lo primero que aparecieron fueron las plantas. De ahí que en la época de los faraones les gustaran los jardines con un estanque en el centro, rodeados de todo tipo de flores. Había no solo palmeras, sino también árboles frutales como granados, higueras o palmeras datileras. Daban sombra, alimento y hacían que la temperatura fuera más fresca. Algunas plantas también tenían un significado mágico. El loto, cuya flor se abre todas las mañanas con los primeros rayos del sol, era un símbolo del renacimiento eterno, día tras día. Además, era el símbolo del Alto Egipto, la zona sur del país. El símbolo del norte era la planta de papiro, tan abundante en las regiones húmedas del Delta del Nilo.
¿Sabes por qué dejamos flores en las tumbas de nuestros seres queridos? Es una tradición que crearon los antiguos egipcios. Para decir ramo de flores, en época faraónica decían ankh, una palabra que también significa «vida». Dejar flores en la tumba de una persona es un regalo de vida. Este gesto mágico tan bonito lo seguimos usando nosotros, pero poca gente lo sabe.
Hay una frase del historiador griego Heródoto que se repite constantemente: «Egipto es un don del Nilo» y el tío tenía toda la razón. Heródoto fue una especie de influencer de la Antigüedad, aunque con menos bailes. Viajó al Valle del Nilo hace 2.500 años y nos dejó un relato absolutamente genial de lo que vio.
Egipto sin el Nilo no hubiera existido. Como lo oyes. ¿No te has preguntado nunca por qué todas las ciudades y pueblos del mundo están construidos junto a un río? En el caso de Egipto es quizá el ejemplo más claro.
El Nilo nace a miles de kilómetros al sur de Egipto y desemboca en el Mediterráneo. Hasta llegar allí recorre casi 6.700 kilómetros, muchos de los cuales pasan por Egipto.
En la Antigüedad, el Nilo sufría una crecida anual de casi 6 metros en la que inundaba toda la tierra de alrededor. Esto sucedía desde principios de verano hasta casi el mes de octubre. Al retirarse las aguas, estas dejaban un barro de color negro, llamado limo, muy rico, sobre las tierras de cultivo, que permitía que hubiera dos o tres cosechas en un mismo año. Por este barro oscuro los egipcios llamaron a su tierra Kemet, la Tierra Negra.
No es extraño que también divinizaran al Nilo. Lo llamaban Hapy y lo representaban como un personaje mitad hombre y mitad mujer, de color azul, como las aguas del río. Solía llevar una bandeja con alimentos o regalos producidos en la crecida.
En aquella época y hasta prácticamente el siglo XX, Egipto dependía de la crecida. Pero era un regalo envenenado. Si crecía mucho, conllevaba la destrucción de los campos. Y si crecía poco, eso significaba que no habría buenas cosechas, es decir, pasarían hambre.
Por todo eso y más, siempre me gusta merodear los marjales del Nilo. Hay mejor temperatura, caza y… ¡agua!
Qué movida lo del Nilo, ¿no? ¡Imagina que todos los años tu casa se inundara! Algo había que hacer al respecto, aunque la solución para algunas personas fue casi peor: en torno a 1950 se decidió construir un enorme lago artificial para controlar el río, pero eso significaba que muchas casas quedarían bajo el agua y todo el mundo tendría que mudarse. ¡Como si de repente toda Barcelona desapareciese!
Pero es que, además, este nuevo lago, llamado lago Nasser, destruía montones de templos. El más conocido de todos era el de Ramsés II y su esposa Nefertari en Abu Simbel.
La historia es muy emocionante porque pronto se dieron cuenta de que había que actuar a toda prisa. ¡En pocos meses los templos iban a desaparecer! Entonces sucedió casi un milagro. Todos los países del mundo se pusieron de acuerdo en echar una mano a Egipto para salvarlos. Incluso Estados Unidos y la antigua Unión Soviética, lo que hoy es prácticamente Rusia, que no eran nada amigos…, trabajaron de forma conjunta.
La obra fue, nunca mejor dicho, faraónica. ¿Cómo te imaginas que lo hicieron? Dirás en broma que levantaron los templos y los trasladaron, ja, ja, ja. ¡Pero eso fue lo que hicieron!
En el caso del templo de Abu Simbel la única solución que había era cortarlo en bloques y construir 60 metros más arriba una montaña artificial en donde reconstruirlo. Así se hizo logrando una obra de ingeniería extraordinaria. Como un juego de Lego, pero elevado a la máxima potencia.
EN MADRID CONTAMOS CON EL TEMPLO DE DEBOD, UN REGALO DE LOS EGIPCIOS POR NUESTRA AYUDA EN EL PROYECTO.
Acaso lo dudabas? ¡Pues claro que sí! Al menos esto es lo que nos cuentan ellos en sus cartas, porque, sí, ¡los antiguos egipcios escribían cartas a los fantasmas!
Ellos creían que el ser humano estaba compuesto de varias partes. Estaba el cuerpo físico, el pellejo y los músculos, pero también había partes espirituales que no se podían ver ni tocar. Una de ellas era el ba, muy parecido a nuestra alma. Para los antiguos egipcios el ba tenía forma de pájaro con cabeza humana y decían que salía de la tumba cuando depositaban allí la momia del difunto para ir a reunirse con los dioses, aunque luego tenía que volver. En algunas pinturas precisamente podemos ver la representación de este espíritu saliendo de la puerta de la sepultura como si fuera una aparición.
También creían que el ser humano contaba con otra entidad espiritual llamada ka, una especie de energía que hace que te puedas mover; vamos, lo que consigues cuando te metes un buen desayuno en el cuerpo antes de ir al cole. Los egipcios representaban este ka como si fuera una sombra, una figura negra que aparecía en la puerta de las tumbas.
Como decía antes, también conservamos cartas escritas a los fantasmas de los muertos. Tenemos una escrita sobre un papiro de hace 3.000 años en el que un esposo escribe al fantasma de su mujer Ankhiry, fallecida tiempo antes. El esposo, de quien no conservamos el nombre, le pregunta literalmente por qué le está haciendo la vida imposible. Al parecer, el desconsolado viudo no hacía más que tener problemas en su día a día y creía que esos males eran generados por su difunta esposa que quería vengarse de él. No sabemos si el fantasma de la mujer le hizo caso o no… Queremos creer que sí y que la vida del hombre volvió a la normalidad.
Cuando vi