Prefacio
A aquellas de ustedes que no se sienten bien, no pueden perder peso y han dicho: “Lo he intentado todo”, permítanme darles esperanzas. No están solas y, lo crean o no, hay algo que aún no han hecho para llegar a la causa de sus síntomas.
Tengo un dicho: “Si arreglas la célula, te pondrás bien”*.
Esto fue cierto en mi vida y ahora ha ayudado a millones de personas. ¿La razón por la cual todavía no te sientes bien y te resulta difícil perder peso o incluso seguir una dieta? Es un problema hormonal. Sin embargo, las causantes de este problema son, de hecho, tus células.
He enseñado este concepto simple a miles de médicos de todo el mundo y hay un grupo cada vez mayor de nosotros que resuena con este mensaje. Parece muy simple y aun así no hay suficientes personas que pregunten ―mucho menos que busquen comprender― lo que significa realmente y cómo aplicarlo.
En Resetea tu menopausia aprenderás, de forma clara y sencilla, cómo restaurar tus células y recuperar tu vida. He tenido la suerte de enseñar por muchos años un concepto denominado protocolo pompa. Un enfoque multiterapeútico para reparar las células y, en última instancia, los problemas hormonales. El ayuno, el ciclo de festines-hambrunas, la variedad en la dieta y la desintoxicación celular, son parte de esta solución celular que estás a punto de aprender.
La Dra. Mindy Pelz ha llevado este mensaje transformador a muchísimas personas a las que yo nunca podría haber llegado,y por eso le estaré eternamente agradecido. Ella sufría los típicos síntomas perimenopáusicos y menopáusicos que enfrentan tantas mujeres hoy en día. Su autoridad proviene de allí. Ella puede hablar de ello desde su perspectiva y llevar lo que le he enseñado a otro nivel de comprensión.
“Del dolor al propósito” ha sido mi mantra durante muchos años porque todo lo que enseño surge de mi propia batalla contra una enfermedad inexplicable. Aunque no era una mujer luchando contra la menopausia, padecía síntomas que iban desde lo típico hasta lo estrafalario. Comenzó como lo hacen la mayoría de las enfermedades crónicas: fatiga, ansiedad y confusión mental. Luego, progresó hasta convertirse en insomnio y a hacerme hipersensible a todos los alimentos o químicos, llegando a perder la capacidad de lidiar incluso con el estrés normal. Ni siquiera podía soportar el ruido fuerte y el llanto de los niños. Mi tiroides no estaba bien; mi cabello se estaba cayendo. Estaba estreñido. Me volví “flaco-gordo” y mi energía se acabó. Mis glándulas suprarrenales estaban fritas también. Sin embargo, mi análisis de sangre seguía siendo normal. Ni siquiera podía soportar el estrés de elegir una camisa para el día. ¡En serio!, me hacía sentir abrumado y ansioso. Como la mayoría de las personas con estos síntomas probé muchos tratamientos para mi tiroides, glándulas suprarrenales y otras hormonas, pero todos estaban demasiado lejos de donde se encontraba el verdadero problema. ¿Cómo fue que la Dra. Mindy, yo y ahora millones de personas, recuperamos nuestras vidas? Determinamos la causa en su origen y reparamos nuestras células utilizando estas estrategias.
Sería negligente si no les dijera que de los miles de médicos y profesionales a los que he enseñado, la Dra. Mindy pertenece a una clase especial. Yo los llamo: tres-por-ciento. Tres por ciento que cambian el mundo. No ponen excusas, sino que siguen adelante incluso en medio de una gran adversidad. Viven para liderar. Ellos innovan. Nunca dejan de pensar en la forma de encontrar algo que marque una diferencia en la vida de los demás, y no solo de algunos, sino de muchas personas. Sobre todo, están llamados a algo más grande que ellos mismos y parecen saberlo. Se elevan a lo que Dios los ha llamado a hacer.
La Dra. Mindy ha hecho precisamente eso con Resetea tu menopausia. Si tomas esta información y la pones en práctica, cambiará tu vida. Esto es lo que hacen los tres-por-ciento. Escuchan la verdad, no ponen excusas y se lanzan con todo lo que tienen. Cuando se realizó un estudio en personas que habían hecho cosas extraordinarias, como vencer al cáncer u otras enfermedades incurables, los investigadores les preguntaron cuál era su secreto. ¿La respuesta más común? Un día tomaron una decisión: asumieron la resolución de mejorarse o hacer lo que fuera necesario para mejorar. Ellos eligieron. Tú también puedes elegir ser un tres-por-ciento y mejorar. Aquí está la verdad. ¡Elígela ya!
Dr. Daniel D. Pompa Autor de The Cellular Healing Diet y Beyond Fasting Park City, Utah
* N. del T.: En inglés es una rima: If you fix the cell, you will get well.
CAPÍTULO 1

¿En el cuerpo de quién vivo?
¿Podemos ser realistas por un momento? La menopausia es increíblemente difícil. Las noches de insomnio, los estados de ánimo erráticos, la resistencia a bajar de peso, la pérdida de memoria, los sofocos, la caída del cabello, la sequedad vaginal y la ausencia de la libido no son un paseo por el parque. La menopausia no es como lidiar con una gripe grave que aparece y desaparece en cuestión de semanas. Es un viaje de una década durante el cual nuestros cuerpos cambian de manera profunda. Los síntomas parecen no tener ton ni son. Van y vienen sin previo aviso. Las hormonas que te mantenían feliz, mentalmente despejada, llena de energía y quemando grasa, ya no están allí. Las extrañamos. Pero no van a volver. Este descenso hormonal es un viaje turbulento, loco y salvaje que atravesamos solas y para el que no se nos dan suficientes soluciones. Quiero cambiar eso.
¿Por qué las mujeres no comparten con más frecuencia sus experiencias durante su viaje hacia la menopausia? ¿Por qué no damos a las mujeres mejores herramientas de estilo de vida para afrontarlo? ¿Por qué las mujeres no están apoyándose unas a otras a través de este proceso? La menopausia es un deporte extremo. Necesitamos un manual de entrenamiento sobre cómo prepararnos para esta aventura. Necesitamos apoyarnos y ayudarnos unas a otras.
Después de pasar los últimos diez años en mi viaje hacia la menopausia, ahora me doy cuenta de que no estaba sola. Demasiadas mujeres comparten experiencias similares. Algunas, todavía peores. Las mujeres bregan con su salud cuando alcanzan esta etapa de la vida. Apesta cuando tu vida te pone de cabeza a medida que tus hormonas declinan. Miles de ustedes se han aproximado a mí. Sus historias me conmovieron. Tanto es así que me inspiraron a escribir este libro.
Mis cuarenta fueron el comienzo de una espiral descendente para mi salud. Llegué a mis cuarenta años en la mejor forma de toda mi vida. Estaba bastante segura de que envejecer iba a ser pan comido. Sin embargo, a los cuarenta y dos años mi salud se había deteriorado. Los sofocos, el insomnio, la pérdida de memoria, los estados de ánimo erráticos y el aumento de peso inexplicable se convirtieron en mi realidad. Sentí que vivía en el cuerpo de otra persona, como si un extraterrestre se hubiese apoderado de él. Ya no sentía que tenía el control de mi salud. La peor parte del viaje fue que todos los antiguos trucos que solía usar para recuperar mi salud dejaron de funcionar.
Una de las cosas más difíciles de los años de la menopausia es que los síntomas son complejos e impredecibles. A menudo es imposible saber cuándo aparecerán o cuánto durarán y difícil determinar qué los inicia. Por años, muchas de nosotras hemos hecho las paces con los síntomas del síndrome premenstrual. Eso fue fácil en comparación con la transición a la menopausia. El síndrome premenstrual nos proporciona un cambio hormonal breve que ocurre justo antes de nuestro período. Hemos encontrado herramientas para gestionarlo (siendo una de ellas mucho chocolate). Sin embargo, el viaje hormonal de la menopausia es diferente. No tiene la misma previsibilidad. Los síntomas van y vienen sin aviso, apareciendo en los peores momentos posibles.
¡Son tantas las emociones que acompañan a esta enloquecida montaña rusa hormonal! Nuestras relaciones pueden sufrir debido a nuestros erráticos estados de ánimo. La ira y la agitación se convierten en visitantes frecuentes. Algunas de nosotras nos encontramos de repente gritándoles más a nuestros hijos y parejas. Las situaciones más ínfimas pueden fácilmente provocarnos. La parte más difícil es que con frecuencia no sabemos por qué. A menudo, simplemente andamos por allí sintiéndonos irritables.
He entrenado a miles de mujeres, durante su viaje menopáusico, que me comentaron que habían perdido por completo la alegría de vivir. Es frustrante cuando las pequeñas cosas que te traían alegría en tu juventud no te brindan la misma emoción. Muchas mujeres descubren que su memoria se desvanece a lo largo de estos años. Muchas se encuentran en medio de una conversación buscando palabras y olvidando nombres. Una noche de sueño reparador puede parecer un lujo del pasado, para innúmeras mujeres menopáusicas. Cualquier movimiento o ruido nos despierta fácilmente. Una vez despiertas, pasamos horas dando vueltas y vueltas, intentando volver a dormir. Por las noches nos despertamos empapadas en sudor, lo que nos obliga a levantarnos de la cama para cambiarnos de ropa lo mismo que las sábanas. No pocas de nosotras daríamos cualquier cosa durante este tiempo por despertarnos sintiéndonos descansadas.
Y el aumento de peso. ¿Podemos hablar por un momento del aumento de peso? ¡No es justo! ¿Sientes que estás comiendo lo mismo (tal vez incluso menos), haciendo más ejercicio y todo lo que pareces hacer es ganar peso? La menopausia te sorprende. Muchas de nosotras nos sentimos demasiado jóvenes para estar pasando por todo esto. La menopausia fue algo que le ocurrió a tu madre cuando envejeció. Esa no eres tú. Ese no puede ser el punto de la vida en el cual te encuentras.
Por más difícil que pueda ser este viaje para ti, quiero que te distancies por un instante un poco de tus síntomas para que puedas tener una nueva perspectiva. Sufrir la menopausia es opcional. En serio, lo es. Los síntomas que estás experimentando son gritos de auxilio de tu milagroso cuerpo. No tienes que luchar contra ellos. Eres mucho más poderosa que eso. El viaje a la menopausia es una hermosa oportunidad para sintonizarnos y descubrir lo que nuestro cuerpo necesita.
Todo el mundo necesita algo diferente. Quiero ayudarte a construir un estilo de vida personalizado según lo que tu cuerpo pide a gritos. Los síntomas son regalos. Sé que no se sienten así mientras ocurren; pero si tu cuerpo tuviera un lenguaje, te hablaría mediante síntomas. Trata de no convertir el proceso en un villano. Sintonízate y escúchalo. Estos síntomas aparecen por una razón.
Entiendo lo difícil que es vivir en un cuerpo que no se siente como el tuyo. Sé que estos síntomas pueden robarle alegría a tu vida. Has intentado todo para sentirte mejor y parece que nada funciona. La cantidad de hierbas, suplementos, medicamentos, terapias y dietas que has usado y puesto en práctica para volver a sentirte normal es enorme. Te encuentras sin respuestas y enormemente frustrada. Te comprendo. La ayuda va en camino. Mira este libro como un manual de instrucciones sobre cómo aliviar tu tránsito menopáusico. Tu viaje a la menopausia puede ser una experiencia de adentro hacia afuera. En lugar de buscar algo externo para curar tus síntomas, quiero enseñarte cómo vivir una vida que respalde los cambios que ocurren dentro de ti, un estilo de vida que honre la sabiduría que tu cuerpo lleva dentro. Hacerlo hará que tu experiencia externa cambie. Quiero enseñarte el lenguaje que habla tu cuerpo y darte las herramientas para trabajar con él y no en su contra.
Verás que soy una fanática de la ciencia. No me basta con saber que algo funciona; quiero saber por qué funciona. Construí toda mi práctica en torno al uso de herramientas curativas que no solo son efectivas, sino que también cuentan con investigaciones que respaldan el por qué dan resultados. Una de las piezas de información más sorprendentes que descubrí a través de mi viaje hacia la menopausia, fue que enfermedades como el cáncer de mama, el cáncer de ovario, las enfermedades cardíacas, la diabetes, la demencia y el Alzheimer, afectan con mayor frecuencia a las mujeres en sus años posmenopáusicos. Quería saber por qué era ese el caso. ¿Qué sucede que expone a las mujeres a tantas enfermedades? Lo que descubrí es que nuestras hormonas son como una sinfonía. Cada instrumento desempeña un papel en la creación de una hermosa pieza musical. Si uno de esos instrumentos falla, toda la pieza estará desentonada. Es en esta degradación de unas pocas hormonas donde aparece la enfermedad. Equilibrar nuestras hormonas a medida que avanzamos a través de la menopausia, no se trata tan solo de mantener la cordura; también se trata de salvar nuestras vidas.
Me impuse la misión de ayudar a las mujeres a comprender esto. Si corregimos el rumbo durante los años de menopausia de una mujer, podemos ayudarla a prevenir enfermedades graves como el cáncer, las enfermedades cardíacas, la demencia, el Alzheimer e incluso la osteoporosis.
Me siento honrada de estar en este viaje junto a ti. Soy una verdadera creyente de que todo en nuestra vida sucede por una razón. Sé que mis dificultades durante la menopausia se dieron para que pudiera encontrar respuestas para las miles de mujeres que atraviesan este proceso. Mantén la mente abierta mientras lees este libro. Muchas de las herramientas de estilo de vida que recomiendo son de vanguardia, pero pueden ser lo opuesto a lo que te han enseñado hasta ahora. La ciencia nos enseña de otra manera. El mundo en el que vivimos hoy es diferente al de décadas atrás. Por eso, necesitamos abordar la menopausia de manera diferente.
Tengo grandes noticias para ti. Dondequiera que te encuentres en tu viaje hacia la menopausia, puedes cambiar esos síntomas. No hace falta una píldora mágica; puede ser tan simple como hacer cambios en tu estilo de vida que funcionen con el declive hormonal que estás experimentando. Estoy emocionada de compartir contigo las herramientas de estilo de vida que encontré y que me han ayudado a mí y a miles de mis pacientes a hacer este viaje más llevadero.
No creo en píldoras mágicas. Creo en el poder del cuerpo humano. El diseño del cuerpo femenino es increíble. Fuimos construidas para hacer crecer a otro ser dentro de nosotras. ¿Cuán genial es eso? Pero es este diseño el que cambia drásticamente durante nuestros años de menopausia. No necesitas una hierba mágica o un medicamento antidepresivo para sanar ese cambio. Necesitas un nuevo estilo de vida para hacer frente a los cambios que se están operando dentro de ti.
El conocimiento es poder. Cuanto más comprendas por lo que está pasando tu cuerpo, más control sentirás. Entender las hormonas es complejo. Este libro está diseñado para simplificarlo para ti de modo que puedas trabajar con tus hormonas y no contra ellas. Tú puedes detener tus síntomas. Puedes renovarte durante la menopausia. Tienes más poder del que te han enseñado. Estoy emocionada de poder devolverte ese poder.
CAPÍTULO 2

Bienvenida a la menopausia
Probablemente soy la persona menos adecuada para escribir un libro sobre la menopausia. Durante la mayor parte de mi vida tuve pocos inconvenientes con mis hormonas. Mi período iba y venía con pocos síntomas. Nunca experimenté ningún problema con la fertilidad. Cuando cumplí treinta años y mi esposo y yo decidimos que queríamos concebir un hijo, quedé embarazada de inmediato. Pensé poco en cómo equilibrar mis hormonas. Luego llegué a los cuarenta. Mis hormonas me llevaron por un curso que nunca imaginé que experimentaría. Fue una cabalgata desenfrenada y me tomó una década descubrir cómo desmontar.
Escribí este libro porque me sentí sola durante ese proceso. Mis síntomas fueron intensos y afectaron dramáticamente mi vida. Sin embargo, las únicas respuestas que pude encontrar fueron: sufrir el proceso o medicarlo. Ninguna de esas opciones me gustó.
Desde que he estado compartiendo mi viaje a través de la menopausia en las redes sociales, he escuchado de muchas de ustedes que han tenido experiencias similares. La menopausia también las ha golpeado duramente. Al igual que yo, no lo vieron venir. Mi viaje a la menopausia comenzó cuando tenía poco más de cuarenta años. De la noche a la mañana, pasé de ser una persona alegre, enérgica y amable a ser un desastre emocional y candente. En serio, sentí como si alguien hubiera secuestrado mi cerebro y tuviera el control de mis pensamientos, mi sueño y mi bienestar. Fue perjudicial para mi vida y mis relaciones y me dejó sin poder amar a la persona en la que me transformé. También se convirtió en el catalizador de la búsqueda de una década que me ha permitido no solo detener mi propia locura hormonal, sino también cambiar y ayudar a miles de mujeres que están pasando por los giros y vueltas de sus viajes hacia la menopausia.
Cuando cumplí cuarenta años, tenía un objetivo: estar en la mejor forma posible. En ese momento de mi vida, tal cosa significaba entrar en mi par de jeans ajustados favoritos o poder ver cierto número en la báscula del baño. Pensaba que estar sano significaba comer bien y hacer mucho ejercicio. Mi medición de la salud era una experiencia externa. Si me gustaba cómo me veía por fuera, entonces asumía que todo estaba bien por dentro.
Mi cumpleaños número cuarenta llegó y pasó rápidamente. Había escuchado quejas de otras mujeres que habían cumplido cuarenta años sobre lo difícil que era perder peso. Yo no experimenté aquello. Me sentía invencible. Mi vida estaba en un punto óptimo. Tenía dos hijos increíbles en ese momento de diez y ocho años, un esposo amoroso y devoto, una próspera consulta de bienestar y una increíble comunidad de amigos.
A los pocos meses de cumplir cuarenta años, comencé a experimentar profundas oleadas de depresión. Llegaron de la nada y me hicieron llorar sin ninguna razón específica, dejándome sin alegría. Al principio las olas eran pequeñas y poco frecuentes, pero a medida que pasaban los cuarenta, se volvieron cada vez más habituales. Soy del tipo de chica que hace limonada si le dan limones, así que me llevó algún tiempo darme cuenta y reconocer cuán depresiva me había vuelto. Seguí usando todas mis herramientas mentales para recuperar la alegría, pero nada funcionaba. Nada de aquello tenía sentido sin algún desencadenante, algún evento traumático, algo en mi vida a lo que pudiera apuntar con el dedo y decir: “Esto es. Por eso me siento tan triste”.
Lo que aprendí de esos años de depresión, es que siempre habrá momentos en nuestras vidas que nos desanimarán. Las situaciones no salen como las planeamos y nos dejan deprimidos. Hasta mis cuarenta años, había experimentado ese tipo de depresión. Pero esto se sentía diferente. La única forma en que podría describirlo es que era profundo e ilógico. Quería retirarme de mi vida que, sobre el papel, era el sueño americano. Mi corazón está con aquellos de ustedes que han luchado antes con este tipo de depresión. Es duro. Era como si algo se hubiera apoderado de mi cerebro y ya no tuviera el control.
A esta altura de mi carrera profesional, sabía mucho de salud física y poco sobre salud mental. Busqué información relacionada con herramientas como dietas, ejercicios, quiropráctica, acupuntura y métodos de atención plena, como la meditación y el yoga. Leí libros inspiradores; escuché a oradores motivacionales y me apoyé en la sabiduría de amigos que habían recorrido antes el camino de la depresión. Todas estas herramientas ayudaron, pero solo temporalmente.
Las oleadas de depresión pronto se convirtieron en ataques de pánico. La ansiedad se convirtió en visitante frecuente. Me despertaba por las noches con una profunda sensación de pavor. Muchas noches hacía lo que llamaba mi escaneo de preocupaciones. Llegaban las dos de la madrugada y me despertaba de un sueño profundo. El pánico, el miedo y la ansiedad asumían el control. Mi mente quería atribuir una razón a este pánico para que pudiera entenderlo. Escaneaba rápidamente todas las partes de mi vida en las que algo parecía estar mal. Durante las siguientes dos horas, daba vueltas y más vueltas en la cama tratando de resolver en mi mente problemas que en algunos casos no existían. Se sentía como la demencia, pero no podía hacer que parara.
Luego aparecieron los sofocos nocturnos. Eran tan malos que tenía que cambiarme de ropa varias veces en una misma noche. Mis sábanas estaban tan empapadas que tenía que despertar a mi esposo para cambiarlas. Comencé a pasar la noche dentro de un saco de dormir sobre nuestra cama para no tener que despertarlo. Entre la ansiedad y los sofocos, el sueño se convirtió en un imposible. Sería fácil decir que aquel fue el comienzo clásico de la menopausia, pero yo tenía cuarenta y tres años y un ciclo menstrual regular. La edad media del inicio de la menopausia es de cincuenta y cinco años.
Aquello fue un verdadero infierno. No era lo que esperaba que fuera la salud a los cuarenta años. Sabía que algo andaba mal con mi cuerpo hormonalmente, mas no podía entender lo que lo estaba causando. ¿Qué herramienta de estilo de vida me faltaba? Y lo que es más importante, ¿cómo iba a salir de eso?
En tiempos de crisis, nunca he tenido miedo de acercarme a pedir ayuda y, por suerte, tenía una comunidad increíble de mujeres sabias que me rodeaban. Comencé poniéndome en contacto con mi hermana mayor. Me confirmó que había experimentado algo de depresión y ansiedad a mi edad y encontró que los antidepresivos eran una buena solución. ¿Su recomendación? Tal vez era hora de recurrir a la medicación. Fue tentador. Tomar una pastilla y la pesadilla desaparecería. No había tomado medicamento alguno en años y, como médico holístico, sabía que tomar medicamentos era tan solo un parche, que no abordaba realmente la causa raíz. También estaba familiarizada con estudios realizados sobre las consecuencias a largo plazo para la salud del uso crónico de antidepresivos. Quizás la mayor desventaja del uso de antidepresivos es que una vez que los tomas, es difícil dejarlos. No estaba dispuesta a meterme con mi sistema neuroquímico de manera tan drástica. No quería depender de un medicamento el resto de mi vida para hacerme feliz. Tenía que haber otra solución. Tenía que haber una razón por la que me sentía así.
Me puse en contacto con mi grupo de amigas, muchas de las cuales eran entre cinco y diez años mayores que yo. Su respuesta fue: “Anímate. Estás entrando en la perimenopausia. Prepárate para el viaje; es brutal”. ¿A los cuarenta y tres años? Todavía no tenía sentido. Recuerdo a mi madre alardeando durante años de lo fácil que era la menopausia para ella. Pasó por la menopausia a los cincuenta años sin un sofoco o un momento de depresión a la vista. No había duda de que algo me faltaba.
Una noche estaba en la feria de ciencias de la escuela de mi hijo cuando me encontré parada junto a una de las mamás, quien era una ginecobstetra muy respetada en nuestra comunidad. Estaba desesperada y sin respuestas, así que me acerqué a ella y le conté mi situación. Su respuesta cambió drásticamente y para siempre la forma en que vería la salud.
Ella dijo: “Mindy, desearía tener una respuesta para ti. Tengo un consultorio lleno de mujeres de tu edad con esos mismos síntomas hormonales y, sinceramente, no sé qué hacer con ellas. Mis libros de texto de medicina me han fallado”. Esa no fue la respuesta que esperaba. Las palabras “un consultorio lleno de mujeres con esos síntomas hormonales” y “mis libros de texto me han fallado”, resonaron en mis oídos durante semanas después de nuestra conversación. Si le estaba sucediendo a tantas mujeres, tenía que haber una pieza ambiental en este rompecabezas hormonal.
Esa noche lo cambió todo para mí. Fue el catalizador para descubrir las herramientas que utilicé para revertir no solo mis síntomas de menopausia, sino también, ahora, los de miles de mujeres. Me llevó años de investigación y persistencia comprender y aplicar estas herramientas, pero fueron las que me devolvieron la vida y harán lo mismo por ti.
Nuestra conversación de esa noche encendió un deseo insaciable dentro de mí de averiguar por qué les estaba sucediendo esto a tantas mujeres y qué podía hacer para resolver mi crisis de salud. Me llevó por un camino de investigación convincente que revela que hoy en día estamos ante una epidemia de depresión, ansiedad, desequilibrios hormonales, resistencia a la pérdida de peso y problemas de tiroides. Y, sí, los libros de texto de medicina nos han fallado.
Durante la última década, me he dedicado profundamente a comprender el efecto que el mundo tóxico de hoy tiene en las mujeres. También he estado obsesionada con todas las investigaciones que nos demuestran lo poderosos que son nuestros cuerpos para desintoxicarse utilizando herramientas como el ayuno y la dieta cetogénica. Honestamente, puedo sentarme aquí a los cincuenta años y decirles que soy una versión más feliz, más saludable y vibrante de quien era a los cuarenta. Las herramientas que te presento en este libro me devolvieron la alegría y la cordura. Duermo fácilmente toda la noche y me despierto descansada. Los sudores nocturnos son un raro visitante. La depresión no puede encontrar su camino a mi cerebro. Cuando el ataque de ansiedad ocasional se acerca a mí sigilosamente, estoy preparada y tengo herramientas para recuperarme rápidamente. Me siento poderosa y en control. Vuelvo a sentirme yo.
Mi viaje a la menopausia encendió en mí el deseo ardiente de enseñarles a las mujeres cómo vivir esta etapa de sus vidas de manera diferente. No tenemos que sufrir. No tenemos que desarrollar enfermedades. Podemos usar nuestra experiencia con la menopausia como una oportunidad para recobrar nuestra salud y dar lo mejor de nosotras mismas en los años por venir. Veo que estos protocolos funcionan una y otra vez para las mujeres. Me he apasionado tanto por la oportunidad que tienen las menopáusicas de restaurar su salud que reconstruí mi clínica en torno a este concepto. Desarrollé programas en línea como Women’s Metabolic Reset (Restablecimiento Metabólico para la Mujer) y Reset Academy (Academia de Restablecimiento), que reúnen a la