Introducción
Después de once ediciones, decidimos actualizar Hermanos de sangre, un libro que nació en 2006 del deseo de comprender para hacer comprender. Sin grandes pretensiones, salvo la de demostrar que en todos estos años la ’Ndrangheta había cambiado sus ámbitos de actuación pero no sus costumbres, su comportamiento pero no su lógica, y había mantenido las características de siempre: adaptabilidad y tradición, continuidad y transformación, fuerza de choque y mediación, lógicas tribales y coparticipación político-financiera.
En los dos últimos años, la ’Ndrangheta ha vuelto a la primera plana de los periódicos, cosa que no sucedía hacía tiempo. Después de la matanza de Duisburg, el gobierno estadounidense ha incluido a la mafia calabresa en la lista negra del narcotráfico. Esto ha hecho que muchos medios de comunicación, sobre todo en el extranjero, hayan descubierto a la ’Ndrangheta, considerada hasta ese momento como una versión pobretona, doméstica, de la mafia siciliana.
Crecida en el silencio, la ’Ndrangheta es actualmente la organización que da más miedo, la más poderosa, la que tiene más capacidad de difusión. Un informe de los servicios secretos italianos ha puesto en evidencia recientemente la posibilidad de las ’ndrine de infiltrarse en las grandes obras públicas, desde la alta velocidad hasta la Expo 2015. Desgraciadamente, hoy en día no existe en Italia nada capaz de alcanzar el mismo ritmo de beneficios. Con un volumen de negocios que ronda los 44.000 millones de dólares —sin tener en cuenta los ingresos relacionados con el blanqueo de dinero—, la ’Ndrangheta es la «empresa» más rica, más agresiva, más invasiva, la que mejor ha logrado infiltrarse en la economía y en las instituciones, así como la única realmente globalizada, con filiales en casi todas las regiones de Italia y ramificaciones en Europa, África, Asia, América y Oceanía.
Los productores de droga la prefieren porque, contrariamente a las otras mafias, es de fiar: no habla, no se arrepiente. La asfixia familiar la hace invulnerable: la sangre no destiñe y aprisiona con sus obligaciones.
Actualmente, las ’ndrine van allí donde oferta y demanda se encuentran, adaptándose a los tiempos que cambian. En junio de 2008, una investigación de la Dirección de Distrito Antimafia de Reggio Calabria descubrió otros aspectos inquietantes sobre esta organización que ya se ha convertido en sistema, en modelo económico. Sebastiano Altomonte, un concejal del ayuntamiento de Bova Marina, hablando con su mujer sin saber que los carabineros estaban grabando su conversación, dijo que pertenecía a un nivel oculto de la ’Ndrangheta, el de los «invisibles», inatacable e inalcanzable, contiguo a logias masónicas más o menos secretas, donde al parecer se toman las decisiones más importantes. Altomonte, detenido junto con otros presuntos mafiosos, también le había dicho a su hija que formaba parte de la Gran Logia regular de Italia, una obediencia masónica fundada en 1993 para revitalizar la imagen de la Libera Muratoria evitando mezclarse con la política y el mundo del hampa. Es otro camino de la lógica de poder que ha inspirado siempre a las ’ndrine desde los tiempos de la Picciotteria. En los años sesenta, la ’Ndrangheta, para defender mejor sus propios intereses, había creado la Santa, una zona gris de confluencia de la política, las instituciones y la masonería desviada.
Los únicos que no han visto estos preocupantes lazos de poder han sido los políticos, que hasta ahora han prestado escasa atención a los ponzoñosos miasmas con los que la ’Ndrangheta corrompe e intoxica el mundo. En Italia, el problema del desarrollo está unido a la lucha contra el crimen organizado. La cuestión meridional se ha convertido hoy, como había intuido Leonardo Sciascia, en cuestión nacional.
Este libro debe mucho a numerosas personas, pero en particular al comandante del Grupo Operativo de los carabineros de Reggio Calabria, el teniente coronel Valerio Giardina, y a su segundo, el capitán Gerardo Lardieri, al difunto Pasquale Galotto, teniente de la Compañía de los carabineros de Roccella Ionica, a Ercole d’Alessandro, inspector del Grupo Operativo Antidroga de la Guardia de Finanzas de Catanzaro, a Renato Panvino, subjefe de policía adjunto de la Brigada Móvil de Reggio Calabria, al funcionario de la Dirección de Investigación Antimafia de Reggio Calabria, el subjefe de policía adjunto Leonardo Papaleo, y a Gaetano Vaccari, teniente de la Compañía de los carabineros de Taurianova. Gracias también a Roberto Saviano, a Gianfranco Manfredi, a Raffaele Lopeiato y a Rosa Frammartino por sus sugerencias y sus estímulos. Esta publicación, sin embargo, no habría visto la luz sin la clarividencia de Walter Pellegrini, el editor que ha publicado las once primeras ediciones de Hermanos de sangre.
Estamos agradecidos sobre todo a Massimo Turchetta, director general de Mondadori, que ha querido volver a publicar este libro, en una versión actualizada y revisada, en la colección «Strade blu», dirigida por Edoardo Brugnatelli. Expresamos también nuestro agradecimiento a Francesco Anzelmo y a Sergio Pellaschiar, que se han ocupado de esta edición. Gracias, por último, a Marina, Antonella, Francesco, Marco, Massimo y Emily.

1
«Omertà» eterna
El volumen de negocios de las cuatro principales organizaciones criminales de Italia, un país de legalidad limitada, como lo ha definido el Eurispes,1 es igual al 11,4 por ciento del producto interior bruto. Desde hace tiempo, la ’Ndrangheta no solo es la más rica, sino también la que más ha penetrado en la economía nacional, con graves y peligrosas infiltraciones en Europa y en el resto del mundo.
Soberana en las provincias cercanas a Sicilia, la mafia de las ’ndrine ha llegado a suplantar a la Cosa Nostra fortaleciéndose en el silencio, introduciéndose en logias masónicas desviadas y en el sistema económico, y corrompiendo la política como ni siquiera la mafia siciliana había logrado nunca.
La misma organización que hasta hace unos años era considerada un hatajo de criminales, protegida por una omertà eterna, minada por antiguas faide* locales y dedicada preferentemente al chantaje y al secuestro de personas, actualmente se ha convertido en un holding del crimen que gestiona toneladas de cocaína en todo el mundo.
La droga lo ha cambiado todo. Incluso a los pastores de la Locride, esos que, entre Africo, San Luca, Platì y Natile di Careri, hasta 1991 habían llevado a cabo 147 secuestros. Ahora también ellos, junto con sus hijos y sus nietos, trafican con droga, aunque sin dar la espalda al modelo de sociedad típico de las ’ndrine, con reglas y valores como el silencio y el vínculo de sangre.
Cuentan los pocos colaboradores de la justicia que el poder de la ’Ndrangheta está en su naturaleza, en la impenetrabilidad de su propia estructura y en la fuerza de los lazos primarios. Arrepentirse significa traicionar a los propios parientes, y eso conlleva problemas de orden moral y psicológico bastante más abrumadores que el miedo a venganzas y represalias.2
En los últimos años, en la provincia de Reggio Calabria la ’Ndrangheta se ha blindado todavía más. En realidad, ha modificado su estructura dotándose de una organización de tipo «piramidal-federativo», algo similar al antiguo Crimine, la «cámara de control» de los años cincuenta y sesenta, respetuosa de los equilibrios geopolíticos, pero sobre todo de la naturaleza familiar de las ’ndrine, basadas en la omertà, en la cohesión interna y en la esencial autonomía en sus respectivas áreas de influencia.
Para limitar los cruentos conflictos internos y para mejorar sensiblemente la gestión del elevado volumen de negocios controlado por la ’Ndrangheta, se han creado tres distritos: el jónico, desde Monasterace hasta Condofuri; el central, desde San Lorenzo hasta Bagnara; y el tirreno, o de la Piana, desde Seminara hasta el límite con la provincia de Vibo Valentia.3
Algunas grabaciones realizadas con micrófonos ocultos han confirmado, además de las nuevas estructuras organizativas, la existencia de una comisión, denominada «la Provincia»,4 con funciones de garantía, sobre todo tendentes a evitar o a resolver situaciones de conflictividad entre los diferentes clanes.
En las otras provincias calabresas, donde la estructura de la ’Ndrangheta ha mantenido su horizontalidad, ha mejorado ligeramente el diálogo entre las diversas «familias», lo suficiente para que las principales cosche* que operan en el territorio se hayan vuelto menos conflictivas y más capaces de adecuar sus actividades a las exigencias del mercado.
El general Carlo Alfiero, ex director de la DIA, la Dirección de Investigación Antimafia, explica: «La mafia calabresa ha ampliado de forma notable su presencia en el territorio nacional creando una red operativa extremadamente eficaz gracias a su compartimentación y secretismo, y reproduciendo en Italia y en el extranjero las estructuras organizativas presentes desde hace decenios en Calabria».5
La ’Ndrangheta ha entrado ya en los circuitos más importantes de la economía ilegal y ha revelado una gran capacidad de adaptación a los procesos de modernización. Según la DIA, las ’ndrine hacen un uso intensivo de internet para reciclar las ganancias de sus lucrativas actividades.6
En marzo de 2000, una compleja investigación llevada a cabo con ayuda de satélites y micrófonos ocultos sacó a la luz un negocio de decenas de millones de euros basado en la falsificación de avales bancarios, la clonación de títulos y otros fraudes a establecimientos de crédito, entre ellos el Deutsche Bank de Milán.
Esa capacidad de adaptarse a las nuevas realidades ha contribuido enormemente a aumentar el nivel de fiabilidad de la ’Ndrangheta, como confirman las sólidas relaciones que ha logrado establecer con organizaciones criminales italianas y extranjeras, así como con poderosos grupos terroristas.
En 1999, la policía italiana interceptó en aguas internacionales, entre Montenegro y las costas adriáticas, un barco controlado por la mafia calabresa, en una operación coordinada por las autoridades británicas y gracias al trabajo de infiltración de los servicios secretos del Reino Unido.7 Transportaba armas y explosivos militares destinados al IRA, la organización terrorista irlandesa. El negocio lo gestionaba el clan de Africo.
Unos años después, en el marco de una investigación sobre un caso de tráfico internacional de armas en el que estaban involucrados elementos de la cosca Pesce de Rosarno,8 una grabación hecha con micrófonos ocultos reveló la presencia de gas nervino en la llanura de Gioia Tauro.
Las ramificaciones internacionales de la ’Ndrangheta se vieron confirmadas posteriormente, en enero de 2004, por la operación Decollo, gracias a la cual, además de desmantelar una red de tráfico de cocaína en Europa, Australia y Sudamérica, la Dirección de Distrito Antimafia (DDA) de Catanzaro descubrió la relación de algunas familias del Vibonese y del Reggino con grupos paramilitares colombianos y con grupúsculos de la organización terrorista vasca ETA.9
En palabras de Pierluigi Vigna, ex fiscal nacional antimafia, «antes, los grupos terroristas se financiaban protegiendo a los cárteles de la droga, ahora, en cambio, participan directamente en las operaciones de tráfico y en los beneficios que se derivan de ellas». La propia ’Ndrangheta ha empezado a invertir también en los últimos años en la producción de cocaína, gracias a las relaciones que mantiene desde hace tiempo con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), el brazo armado del narcotráfico colombiano. Precisamente en Colombia fue requisado un sumergible que debía transportar a Italia toneladas de cocaína, burlando los controles por radar.10
Actualmente, la Drug Enforcement Agency (DEA), la agencia estadounidense de lucha contra la droga, habla también de coca colombiana y de organización calabresa, hasta el punto de que en junio de 2008 el gobierno norteamericano incluyó a la ’Ndrangheta en la lista negra del narcotráfico, junto a los rebeldes del PKK, el partido separatista kurdo, y al poderoso cártel mexicano de Sinaloa. El Servicio Central Operativo de la Policía Estatal dice en un informe de 2007: «Ya está consolidada la capacidad de las asociaciones mafiosas calabresas para relacionarse, a nivel internacional, con los cárteles de los narcos sudamericanos, puesto que se encuentra en condiciones de actuar como una de las organizaciones más incisivas en el control de los flujos de importación de la cocaína desde los lugares de producción, en especial Colombia, hasta los países europeos considerados como rutas de tránsito, en particular España y los Países Bajos».11
Además de la cocaína, los clanes calabreses han logrado levantar un holding que hace tratos con los más peligrosos narcotraficantes de los países productores de opio. Relaciones que llevan también a Afganistán y Pakistán, donde existe el peligro concreto de sinergias con traficantes talibanes vinculados a células de al-Qaeda para la venta de heroína.
Hoy, gracias sobre todo al tráfico de drogas, la facturación de la ’Ndrangheta podría cifrarse en torno al 2,9 por ciento del PIB de Italia,12 más que la riqueza producida por un país productor de petróleo como Qatar.
Y el último escarnio: las ’ndrine son cada vez más ricas mientras que Calabria permanece anclada en los últimos puestos de los indicadores económicos sobre renta y ocupación, lo que demuestra que las mafias no producen riqueza, sino que condenan al territorio en el que operan al subdesarrollo y la degradación.
Con los beneficios de la droga, así como con el comercio de armas y la eliminación de los residuos urbanos y tóxicos, siguiendo la lógica de la diversificación de los negocios, los boss calabreses han alcanzado una dimensión cada vez más internacional blanqueando y reinvirtiendo ingentes capitales en actividades totalmente lícitas no solo en Italia, sino también en el extranjero.
En 1993, un clan de la ’Ndrangheta intentó que un establecimiento de crédito alemán adquiriera una suma de rublos por un valor de 2.000 millones de dólares, con la cual tenía que comprar un banco en San Petersburgo, además de una acería y una refinería de petróleo.13
En marzo de 2004, una investigación del GOA, el Grupo Operativo Antidroga de la Guardia de Finanzas, descubrió enormes inversiones de la ’Ndrangheta en Bélgica, donde las cosche Ascone y Bellocco de Rosarno, aliadas con las de San Luca, habían conseguido blanquear en un solo día 28 millones de euros comprando un barrio entero de Bruselas.14
También salieron a la luz beneficios astronómicos en Alemania, donde al parecer la ’Ndrangheta controla una red de trescientas pizzerías, mientras que en Roma algunas ’ndrine se habían adueñado de un convento de monjas y estaban en tratos para adquirir un colegio privado.
«Pese a su crueldad soterrada —dice Ercole D’Alessandro, inspector del GOA—, la ’Ndrangheta ha sabido introducirse en los grandes flujos financieros, subordinando la cultura de la violencia a los dictados de la racionalidad económica.»
Se ha incrementado asimismo la relación con la política. La ’Ndrangheta ya no delega como antes, sino que participa, corrompe, se infiltra y decide. No tiene preferencias, milita en todos los partidos, pero nunca está en la oposición. Los negocios tienen prioridad sobre cualquier connotación política. Y por los negocios y la política, en Calabria se dispara y se muere, como demuestran los homicidios de Vico Ligato y Francesco Fortugno.
Precisamente en función de los negocios, la ’Ndrangheta ha empezado a proporcionar servicios. Según el fiscal adjunto de la Dirección de Distrito Antimafia de Catanzaro, Mario Spagnuolo, actualmente las ’ndrine no solo controlan la inmigración ilegal dirigiendo los flujos de inmigrantes hacia el trabajo clandestino y la prostitución, sino que avalan préstamos a las empresas en dificultades.
Creciente es también el interés de la ’Ndrangheta en el sector de los residuos sólidos urbanos y especiales, así como en el ámbito de los hipermercados y de los mercados hortofrutícolas, como ha revelado el proceso de Milán contra integrantes del clan de Africo.
La que paradójicamente se conoce por las investigaciones de la magistratura calabresa es una ’Ndrangheta cada vez más fuerte que ha podido contar con una ventaja creada por décadas de indiferencia. Mario Guarino señala: «Si actualmente se ha convertido en la organización más peligrosa y fuerte, se debe en gran medida […] a la aquiescencia culpable de determinado poder político y de aparatos de las instituciones que coluden con ella».15 Lo habían intuido también los investigadores que a principios del siglo XX daban caza al bandido Giuseppe Musolino: en los centros en los que opera, la ’Ndrangheta goza de un difuso consentimiento servil que la fortalece todavía más. El mafioso persigue el poder, pero gran parte de su poder se lo dan los demás.
2
Los orígenes
Sobre los orígenes de la ’Ndrangheta se han hecho muchas hipótesis. El nombre parece sugerir una raíz griega. El lingüista Paolo Martino sostiene que ’ndrangheta deriva del griego clásico, el que se hablaba en la zona de Bova, en la provincia de Reggio Calabria, concretamente de andragathos, que significa «hombre arrojado», «valiente».1 En muchas zonas del Reggino, el verbo ’ndranghitiari, del griego andragatizomai,2 significa «dárselas de hombre valiente», respetado y temido. Ya en el período de la Magna Grecia, individuos que despreciaban el riesgo y eran capaces de realizar actos audaces habían dado vida a las llamadas hetairiai, sociedades en parte secretas de ciudadanos que, con bastante frecuencia, conseguían sus objetivos mediante la intimidación e incluso la eliminación física de los adversarios. Muchos siglos después, en un documento cartográfico que se remonta a 1595 se descubrió que una vasta área del reino de Nápoles, que incluía zonas de las actuales regiones de Campania y Basilicata, era conocida como Andragathia region, «tierra habitada por hombres dignos de respeto en virtud de sus capacidades». En 1909, en un vocabulario del dialecto de Reggio Calabria recopilado por Giovanni Malara se hace referencia a la palabra ’ndranghiti con el significado de «hombre necio».3
En Calabria, la ’Ndrangheta, o más bien una organización criminal con rasgos similares a los que actualmente caracterizan a la mafia calabresa, empezó a hacerse notar durante el proceso que acompañó la formación del Estado unitario.
En julio de 1861, las cárceles de Reggio Calabria estaban infestadas de camorristas, y unos años después, en una carta enviada al prefecto de Mesina se solicitaba la detención de «ladrones y camorristas» que en Gallico «disparan y hacen disparar de noche y matan a ciudadanos que se quejan de ellos por los hurtos y atropellos que cometen».4 Ocho años más tarde, también en Reggio Calabria, se anularon las elecciones municipales porque elementos mafiosos habían alterado el resultado de la votación. Se trataba de una secta de «navajeros» dirigida por Francesco De Stefano, Giovanni Pagano, mesinés, Paolo Panzera y el barón Fabrizio Sacco. Entre las personas heridas se encontraban el médico Annunziato Paviglianiti y el alcalde de Cardeto, Domenico Romeo.5 Pero no era un fenómeno circunscrito a la ciudad de Reggio Calabria.
En 1877, en Nicastro —la actual Lamezia Terme—, fue condenado un tal Giovanni Guzzi, ya reincidente y «amonestado por vago, vagabundo y camorrista», mientras que en 1884 el Tribunal de apelación de Calabria se pronunció sobre el recurso presentado por tres imputados, amonestados «por mafia y camorra».6
Uno de los documentos más interesantes de ese período es una carta anónima escrita al prefecto de Reggio Calabria, Francesco Paternostro, en la que se denuncia la presencia de una asociación de criminales, dotada de ritos de iniciación, que para establecer roles y jerarquías recurre continuamente a la tirata, una versión rural y plebeya del duelo practicada también en el Napolitano:
Iatrinoli [la actual Taurianova]: localidad de unos tres mil habitantes siempre pacífica y en armonía, de cinco años a esta parte se encuentra en extremo desmoralizada por culpa de una asociación de malhechores camorristas llamados en el pueblo picciotti. En las calles y plazas públicas se organiza con frecuencia una tirata para mantener a la gente agitada y mostrar al mismo tiempo que la secta no teme nada. La tirata se hace al modo picciottesco y no hay víctimas, por lo que queda impune. […] El calabrés, que por su índole tiende al bandolerismo, viendo que quedan impunes el robo, la violación del techo conyugal, el atentado contra el pudor […] desprecia todo derecho, de modo que ahora la secta se extiende a gran escala. Todos los días se bautizan picciotti y se organizan opíparas comidas; y si continúa así, por el alma del alcalde que san Felipe Neri, patrón del pueblo, se hará bautizar picciotto.7
Precisamente por el nombre de sus afiliados, la organización criminal que en esos años empieza a afianzarse en las provincias de Reggio Calabria y Catanzaro es llamada Picciotteria. Presenta características similares a las de la Camorra, inspirada a su vez en la Garduña, una sociedad constituida en Toledo en torno a 1417 y abierta a elementos de toda condición social. El nombre de esta última hace referencia al astuto animalillo que caza ratones y ataca continuamente los gallineros.
Cabe pensar que los precedentes de la Picciotteria haya que buscarlos en el período de la dominación española en Italia, y en particular en aquellas actividades delictivas habitualmente impunes de matones vinculados a los poderosos. El hecho de que no haya rastro de documentos antes de 1861 no significa que la Picciotteria, como la Mafia, surgiera de la nada, de repente. Es verosímil creer que fuera el resultado de un largo período de incubación que dio vida a otros fenómenos de delincuencia organizada, como los spanzati en el Vibonese, de los que habla Giuseppe Maria Galanti en su Diario de viaje por Calabria, publicado después del terremoto de 1792. Los spanzati, entre otras cosas, desempeñaban un papel de intermediarios en el comercio de la seda.
No parece, en cambio, haber ninguna analogía con el bandolerismo —anárquico hasta el extremo de perder a menudo el sentido de la medida—, que tiene unas características distintas de las de la ’Ndrangheta y las otras organizaciones criminales, tendentes siempre al orden y al compromiso. Además, el bandolerismo es un fenómeno ligado a la crisis del latifundio. La Picciotteria, por el contrario, arraiga en las zonas menos pobres de Calabria, las ricas en olivares y viñedos.
Sobre la Garduña, progenitora o al menos inspiradora de la Camorra, se explaya ampliamente un comandante del cuerpo de los Chasseurs des Alpes del ejército francés a cuyas manos llegó, después de la ocupación napoleónica, uno de los estatutos de la organización nacida en Toledo.
«Todo hombre honorable que esté dotado de buen ojo, de buenos oídos y de buenas piernas, y que no tenga lengua —reza el artículo 1 del código de esta secta, redactado en 1420—,8 puede convertirse en miembro de la Garduña. Podrán serlo asimismo las personas respetables de cierta edad que deseen servir a la cofradía, bien manteniéndola al corriente de las buenas operaciones que pueden hacerse, o bien proporcionando los medios para efectuarlas.»
Miguel de Cervantes habla en Rinconete y Cortadillo de estas cofradías, que prosperaban en Toledo y en Sevilla, presentándonos a hombres de honor que sisaban de las ganancias en las casas de juego, así como a organizaciones como la que dirige Monipodio, dotada de códigos y jerarquías —cofrades mayores y novicios—, y especializada en venganzas privadas y delitos por encargo.
Precisamente esta distinción entre cofrades mayores y menores aparece el 16 de julio de 1890 en una sentencia pronunciada por el tribunal de Reggio Calabria.9 Se refiere a la Picciotteria, que ya entonces estaba estructurada en dos niveles superpuestos para garantizar al máximo el carácter de secretismo y seguridad. Del primer nivel formaban parte los camorristas; del segundo, los picciotti.
El boss o capo bastone era Paolo Scudieri, un sastre de treinta y siete años. La organización contaba con numerosos giovani d’onore, picciotti lisci y picciotti di sgarro, que debían «mostrarse proclives a delinquir contra las personas y las propiedades». Sorprende la actualidad de ciertos rituales. Para ascender a camorrista, el picciotto di sgarro tenía que pagar al puntaiolo, el cajero-secretario de la Sociedad, la dritta, una cuota no especificada que, como explican los jueces en la sentencia, «se utilizaba para preparar una comida a la que eran invitados todos los afiliados».
Formaban parte de la denominada Menor, además del puntaiolo, el picciotto di giornata, que era el encargado de tener los contactos con los integrantes de forma individualizada, repartir los trabajos y desarrollar funciones de coordinación.
Había también juramentos y rituales, como el que regulaba la admisión de los picciotti lisci, primera dote de la Sociedad Menor: «Mi voto franco y libre, y afirmativo para reconocer en carne, piel y huesos a mi fiel compañero N. N. y repartir con él hasta el último céntimo, defenderlo justa o injustamente aquí y en cualquier punto donde podamos encontrarnos. Por ello el beso».
Las normas eran muy estrictas e implicaban «fidelidad, respeto y ayuda mutua […] denuncia y marca a cuchillo de los espías, además de […] adiestramiento en el manejo de las armas para la defensa propia y la ofensa ajena».
Adherirse a la Picciotteria no significaba solo la aceptación de estas reglas, sino también su despiadada aplicación.
Desde entonces, en el plano organizativo no ha cambiado nada.
De 1897 es una sentencia del tribunal de Palmi en la que se hace referencia por primera vez a la existencia de un código encontrado en Seminara10 y que «contiene todas las reglas tanto en relación con la admisión de los aspirantes a ingresar e indicados más adelante con el apodo de picciotto como en relación con las obligaciones inherentes, y con los lucros y prebendas, que se repartían según los grados».
Todo se basaba, como explica a los jueces el subteniente Michele Rocchetti, comandante del puesto de carabineros de Seminara, en la fuerza de cohesión del grupo, caracterizada por estrechos vínculos de parentesco o de afinidad, que garantizaba no solo omertà absoluta, sino también solidaridad en los momentos de necesidad y, en particular, asistencia legal a los afiliados detenidos, ayudas económicas a sus familiares y, en no pocas ocasiones, pago de sueldos fijos y prebendas. En el código de Seminara se subraya varias veces la importancia de la omertà, es decir, la capacidad de ser hombre, que constituye uno de los rasgos fundamentales de la Picciotteria, junto con el secretismo, la violencia homicida, el nexo con los poderes públicos y la extorsión a propietarios y comerciantes.
«La omertà —explica Enzo Ciconte— es […] el escudo protector; la venganza, el instrumento para no comprometer esa defensa; la familia, el medio para vincular a los asociados e impedir posibles traiciones.»11
En aquellos años la violencia era una de las pocas industrias florecientes en Calabria. Y la Picciotteria representaba, para las clases subalternas, «una fuerza de rehabilitación social».12 El picciotto era temido y, en consecuencia, respetado; y esa era su revancha contra una sociedad que antes lo había rechazado y mantenido al margen. El objetivo era conquistar riqueza y poder, dos valores acumulables. Pero también, como escribe en un informe de 1901 Vincenzo Mangione, delegado de Seguridad Pública en Santo Stefano d’Aspromonte, «hacerse respetar, en el sentido que la Picciotteria da a esa expresión, es decir, imponerse virilmente mediante la intimidación, mediante la prepotencia, mediante la amenaza».13
Tras el llamado «decenio feliz» —la década de 1880—, en el cual se había observado un incremento de las tierras cultivadas y un activismo de los capataces —la nueva burguesía—, otra crisis agraria volvía a poner de rodillas a la provincia de Reggio Calabria, reduciendo a la miseria a muchas familias campesinas.
Precisamente en esos años se registró un aumento de robos de ganado, de madera, de fruta y de hortalizas varias que, como explica Gaetano Cingari, «por sí solos mostraban la dirección general de la clase rural y el conflicto con la burguesía latifundista, que se había apropiado de las tierras del Estado».
Los únicos en obtener algún beneficio fueron los capataces que habían empezado a utilizar a los primeros picciotti como esbirros, una especie de cuña entre la antigua clase dominante y los campesinos en el centro de una red de prestaciones que iba ampliándose sin cesar a través de la capitalización del honor, del respeto y de la violencia.
Así pues, la inseguridad y la necesidad de protección predominaban en Calabria, una región marcada por la ausencia del Estado, pero más aún del sentido de Estado.
«No es que el arrendatario [capataz] coincida en sí mismo plenamente con el mafioso [’ndranghetista], pero sus comportamientos para salir de la “pendularidad” socioeconómica, unida a la falta de un horizonte productivo autónomo, anticipan ejemplarmente la práctica y la tipicidad conductual mafiosa», observa Mariano Meligrana.14
En una segunda fase, el arrendatario abandonó su papel de intermediario, la precariedad social de su posición, y sustituyó al propietario. Un tránsito que es común a muchas sociedades campesinas. Como dice Henner Hess, «a una parte de las clases medias, a la que se le impide convertirse en burguesía moderna, se le abre la perspectiva de ingresar en la clase dominante con el acceso a la propiedad de las tierras, pasando por el trámite de la “gabela” que permite explotar y extorsionar a los campesinos».
Este es el terreno en el que germina la Picciotteria, pero más que ella los picciotti, con su retórica y su ideología basada en el honor, es decir, en la capacidad de tomarse la justicia por su mano y en la exaltación del valor individual.
Es precisamente el honor y la venganza lo que inspira la leyenda que hace de telón de fondo a la ’Ndrangheta como «cosa», como mentalidad, como comportamiento individual y finalmente como organización criminal dedicada a practicar la violencia organizada.
Se cuenta que en el siglo XVII partieron de España en una nave tres nobles caballeros, obligados a huir por haber lavado con sangre el honor de su hermana seducida. Tras desembarcar en la isla de Favignana, Osso, consagrándose a san Jorge, decidió quedarse en Sicilia, donde fundó la Mafia, Mastrosso, devoto de la Virgen, se trasladó a Campania, donde organizó la Camorra, mientras que Carcagnosso, con la ayuda del arcángel san Miguel, se dirigió a Calabria, donde dio vida a la ’Ndrangheta.
Algo similar sucedió también en China con las Tríadas, fundadas, según la leyenda, por tres monjes budistas que habían decidido rebelarse contra la dinastía de los manchúes. Historias parecidas pueblan el imaginario de los wakashu o de los chimpira, los picciotti de la yakuza, la mafia japonesa, desarrollando una especie de identidad colectiva que permite a los afiliados reconocerse entre sí.
En el caso de la mafia calabresa, el modelo organizativo copia el de las sociedades patriarcales. La familia, llamada también ’ndrina, es la célula base de la ’Ndrangheta. Está formada por la familia natural del capo bastone, a la cual se suman otras, a menudo con cierto grado de parentesco, aunque, por lo general o al menos inicialmente, de forma subalterna, formando el locale, sobre el que hasta hace unas décadas no existían autoridades superiores.
En Calabria nunca ha habido un capo de todos los capos, según el modelo de la Cosa Nostra, quizá precisamente a causa de la particular conformación orográfica de esta región, fragmentada y dividida, con dificultades de conexión entre un lado y otro. Todo ello ha influido en el propio desarrollo de la ’Ndrangheta, que nació como estructura horizontal, fuertemente enraizada en el territorio y desprovista de un mando único.15 Eso no quita que haya habido (y haya todavía) relaciones entre las diferentes ’ndrine, las cuales, aunque han conservado su autonomía, no han desdeñado alianzas, intercambios o contactos casi siempre atribuibles a la gestión de intereses comunes o a lógicas de poder.
Hasta principios de los años noventa el único elemento de conexión era la reunión anual que se celebra en Polsi, en el mes de septiembre, con motivo de la tradicional fiesta en honor de la Virgen de la Montaña, de la que se encuentran menciones en documentos judiciales ya a principios del siglo XX. El capitán de los carabineros Giuseppe Petella escribe en 1903, refiriéndose a una cosca que opera en la zona de Africo, San Luca, Casalnuovo, Santo Stefano y Bruzzano: «Resulta evidente el vínculo existente entre las diversas sociedades delictivas, la relación entre los miembros de estas y el lugar donde se reunían, que era el santuario de la Virgen de Polsi, situado casi en el centro de las circunscripciones de Gerace, Reggio y Palmi».16
Los que llevaron a cabo esta investigación se valieron también de un colaborador, el cual dice haber formado parte de la Onorata Società, otro nombre con el que se identificaba la Picciotteria, confirmando, entre otras cosas, la existencia de una constitución formal (y, por lo tanto, de una estructura con órganos jerárquicamente establecidos), además de un ordenamiento jurídico con un sistema completo de normas y sanciones. «El que traicionaba a la Sociedad era apartado arbitrariamente [suspendido] por el que descubría la traición o la falta; el caso se llevaba a continuación al Cuerpo de Sociedad, es decir, a toda la Sociedad reunida, que se constituía en tribunal. El capo ejercía de presidente, los segundos, de jueces, se estudiaban las declaraciones, los camorristas hacían de abogados, uno en defensa del imputado y otro a favor de la Sociedad. Las penas variaban según la gravedad de la falta, y consistían en expulsar al condenado de la Sociedad, ultrajarlo echándole estiércol a la cara, marcarlo a cuchillo o matarlo.»
De las sanciones previstas por el código de la ’Ndrangheta habla también un detective de la Pinkerton Agency, una agencia privada norteamericana, que durante dieciocho meses estuvo infiltrado por cuenta de la policía de Hillsville, en Virginia, en una organización criminal dirigida por un tal Rocco Racco y activa en aquella localidad. Además de someterse al rito de iniciación, que más adelante relataría con abundancia de detalles, el investigador privado señaló la existencia de castigos, como las zaccagnate, heridas no profundas hechas con la punta de un cuchillo, y el uso de excrementos «para humillar a los que no se habían atenido a las reglas sociales».17
«La ’Ndrangheta tiende siempre a hacerse digna de crédito entre sus afiliados, así como ante sus interlocutores externos, mediante la inexorabilidad de sus decisiones y la inevitabilidad de los castigos impuestos», explica el juez Saverio Mannino.18
Los picciotti están en el centro de este complejo sistema de valores y de reglas. Ellos deben forzosamente hacerse reconocer, como sucede con los afiliados a la yakuza, que utilizan tatuajes, o a las bandas de motoristas, que llevan en los hombros el distintivo de su organización. Actualmente muchos delincuentes aprovechan el imaginario compartido, recurriendo al cine para construirse un aspecto reconocible.19
A finales del siglo XIX, como recogen los jueces del tribunal de Nicastro,20 los picciotti «llevaban sombreros de estilo mafioso; la mayoría vestían, a fin de reconocerse, pantalones anchos y sombreros de fieltro».
Corrado Alvaro, describiendo este comportamiento particular de los jóvenes picciotti, pinta un cuadro de gran viveza: «Se dejaban crecer las patillas y el tupé, adoptaban unos andares bamboleantes y un poco afectados, llevaban a veces un pañuelo de color enrollado con mucho cuidado en torno al cuello, con finos nudos».21
Con el tiempo, estas costumbres han venido a menos, al igual que los tatuajes, galones adquiridos durante la carrera carcelaria. Precisamente en la cárcel, ya en el siglo XIX, se empieza a hacer uso del baccagghju, un lenguaje convencional mediante el cual los ’ndranghetistas consiguen comunicarse. En 1897, una prostituta explicó a los jueces el significado de algunas expresiones típicas del baccagghju: «Marca carnente es la mujer enamorada; maggiorigna, la