Precipicio al mar

David Otero

Fragmento

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Introducción
La mejor canción de mi vida

Este libro empezó a crecer tanto en su contenido como en su forma el día que me di cuenta de la importancia que tenían en mi vida las canciones que les había escrito a mis hijos. Durante mi recorrido personal me han acompañado, aparte de mi familia, mis amigos y muchos objetos materiales más o menos útiles, un montón de canciones que, desde que soy muy pequeño, han contribuido a hacerme sentir menos solo en el camino.

Pero en mis momentos de soledad, cuando todo y todos desaparecen, mi potente imaginación hace de mí lo que quiere, a veces para bien y otras para mal. Tal vez por pura supervivencia, cuando yo era pequeño empecé a pintar, a diario, en los márgenes de los libros, en servilletas o en folios que luego terminaban en la basura. Y solo unos años después compaginé la poesía con melodías que surgían de tañer con delicadeza mis primeros acordes en la guitarra. De nuevo eran creaciones que me definían y que no dejaban al azar el resultado, que no era otro que entender quién era ese niño o ese adolescente y ubicarlos en una dirección concreta, en ocasiones un tanto lejos de lo que mi familia podía esperar de mí.

Reflejos

Según crecía, encontré en compartir esas creaciones musicales un medio para ganarme la vida, para desarrollarme en un entorno que me fascinaba, y un lugar donde los reflejos de los espejos en los que me miraba definían mucho mejor quién era. Pero al fin y al cabo seguían siendo eso, reflejos.

Hace unos meses comprendí la importancia de dejar de recurrir a esos reflejos que te ofrecen los demás, ya que después de tanto mirarlos para verme reflejado en ellos, había perdido la referencia de quién era realmente. Tras un periodo intenso con un terapeuta fantástico, me descubrí otra vez a mí mismo, sin necesitar tanta visión externa, y creció en mi interior la necesidad de volver a definirme como persona para ser lo que verdaderamente soy ante los demás y no ser lo que esperan de mí. Al mismo tiempo, conocí a Gonzalo, editor de este libro, que, sin ningún tipo de duda, me empujó a que esta retrospectiva vital comenzase a tomar forma para que se convirtiera en algo más que un sueño. Es decir, que se transformase en una realidad. Como un barco que zarpa rumbo a la inmensidad del mar, me despedí de donde estaba y de lo que era, haciendo de este viaje un lugar de búsqueda cuyo puerto de partida era una de las canciones más personales que he escrito nunca, Precipicio al mar. Un viaje en el que un padre recorre el camino desde el nacimiento de su primera hija hasta dejarla volar libre ante los retos que le propone la vida. De eso habla esta canción que hoy se convierte en libro.

Después de un par de reuniones, me tiré a la piscina e inicié un proceso de soledad frente al teclado de un ordenador. De nuevo, una fórmula para que mis propias creaciones se fueran convirtiendo en una compañía fiel, cariñosa, comprensiva y divertida... Justo igual que mis hijos, que son con diferencia la mejor canción de mi vida.

He pasado meses viajando entre mi niñez y la suya, tratando de acercar dos mundos que ahora se encuentran separados solo por el paso del tiempo. Ha sido como si estuviera llegando a la cima de una montaña y desde ahí pudiera observar a mis hijos escalando hacia donde estoy yo y a mis padres disfrutando de un descenso cómodo y plácido, después del esfuerzo que les supuso escalar en la montaña de la vida. Desde esa perspectiva están escritas estas páginas. Imaginando un lugar desde donde se puede ver todo lo que ha pasado y, como en un ejercicio de brujería, lanzando hacia el futuro un mensaje que mis dos pequeños puedan utilizar cuando llegue el momento.

Revelación cósmica

Aquí es donde entras tú, que estás leyendo esto ahora mismo. Como siempre, en la vida necesitamos historias para, una vez más, aplacar la tremenda soledad en la que inevitablemente vivimos. Así, a través de los mensajes que otros nos envían en forma de canciones, libros, películas, cuadros, etcétera, nosotros podemos empatizar con esas obras creativas y comprender mejor nuestra existencia y la forma en la que la compartimos con los demás.

Mientras pensaba en esta introducción y en cómo la escribiría, tuve una especie de revelación cósmica. Pude ver, casi desde fuera de mi cuerpo, cómo se había configurado mi realidad en torno a parejas de seres humanos que definían perfectamente quién era y dónde me encontraba. Me imaginé un cuadrado. En cada vértice se encontraba una pareja importarte en mi vida. Mi padre y mi madre formaban un vértice; mis hermanos (Carlos y Patricia) se situaban en otro; mis hijos (Luna y Gael) ocupaban otro; por último, Marina y yo cerrábamos el cuadrilátero y justo en el centro ocurrían la mayor parte de las historias que han sido importantes en mi vida y, por supuesto, las historias que se relatan en estas páginas.

El futuro

Dentro de ese cuadrado imaginario, yo he crecido, me he enamorado y han nacido mis hijos para completarlo. Como si fueran células de un ecosistema social, este cuadrado, que siento como propio, se conecta con los de mi mujer, con los de la familia de mis hermanos, con la futura familia de mis hijos, así hasta casi llegar al infinito... Mi objetivo con este libro es deshacer ese entramado que se ha ido creando con el tiempo para analizarlo, compartirlo con ellos y contigo, para ser consciente de la importancia que tienen en nuestra vida las relaciones con las personas que nos rodean, sobre todo con los protagonistas de esta historia, los niños.

Ellos son lo mejor que tenemos, lo más importante del mundo. Son nuestro futuro y lo que nos define como presente. He dedicado varios meses de mi vida a sentirme de nuevo solo y a la vez tremendamente acompañado para poder entender mi relación con ellos (mis hijos) y para que un día ellos me comprendan y también analicen la relación que han tenido conmigo. Y ojalá encuentres en estas páginas inspiración para reflexionar sobre lo importantes que son los niños, nuestros hijos, y todas las reflexiones que se mueven alrededor de ellos.

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Salto al vacío

Una vida que empieza es lo más parecido a una hoja en blanco como esta a la que ahora me enfrento. Grita angustiada tras ser arrancada de la seguridad del vacío donde habita todo aquello que no ha comenzado. Pero en cuanto te acostumbras a la luz, al aire, a respirar, a ser tocado y a tocar, entonces empiezas a vivir en la realidad. Mi intención es transmitir toda esa aventura en estas páginas, pero, como en la vida, mi destino aún es incierto. El protagonismo se lo cedo a mi experiencia como padre y a mi camino, el camino de mi vida con mis hijos. Y como toda historia, esta tuvo un principio precioso. Creo que ha sido la vez que he sentido más flojas las piernas en mi vida. Sabía que faltaban instantes para ver por primera vez su carita, y que aquello era un salto al vacío sin vuelta atrás. También intuía que aquella experiencia sería la más potente a la que me enfrentaría nunca, y mira que me he enfrentado a situaciones potentes,

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