Índice
Portadilla
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Dedicatoria
Agradecimientos
¿Qué hace un chico como yo en un sitio como éste?
Puro sexo
Culosex
Sex coaching
Dogging
VIH
Cruising
Sexo en el dial
Intercambio de parejas / swingers
Bondage
Fuera de cámara
Gente vip
La jet set
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Una diva
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Los famosos también son caseros
Nacida princesa
Enlace canino
Sexo de cinco estrellas
Colocados
La insoportable levedad del ser
Servicio a domicilio
Las romerías
El hijo pródigo
A tiempo parcial
El buen samaritano
Puta vida
Los olvidados
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De tal palo…
Xanadú
La ley de la calle
Romeo y Julieta
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La cerillera
Notas
Biografía
Créditos
Grupo Santillana
A todas aquellas personas que han sabido ver
en mí una nueva faceta, la de buscador
de historias reales a pie de calle, que conecta
con toda la gente que vive After hours.
Y a la madre que me parió, mi Paquita.
¿Qué hace un chico como yo en un sitio como éste?
¿Por qué After hours? Porque está hecho para mí, de algún modo incomprensible y fantástico es el programa que está hecho para mí. Pese a que no fuera una idea mía. Debe de ser como el amor, alguien se ha ocupado de procrear e ir educando a esa persona con la que uno va a ser feliz de por vida. Y algo así ha sucedido con este programa y conmigo, un verdadero flechazo.
Yo había conseguido labrarme una imagen en Fama ¡A bailar! Por un lado, el coreógrafo que sacaba lo más salvaje de los alumnos y, al mismo tiempo, el que sabe escucharlos y en el que encuentran un hombro amigo. Sé que puede parecer presuntuoso, pero si hay algo que no me preocupa es estar orgulloso de lo que soy. Y soy alguien que no prejuzga a la gente, que respeta sus deseos y el modo de ser de cada uno. Y quizá por eso me eligieron a mí para presentar After hours.
Cuando los productores, Asier Ugalde y Javier Pérez de Silva, me hablaron de la idea del programa no lo podía creer. Cuatro había decidido dar cabida en su programación a un late night diferente donde poder sacar a la luz lo que siempre ha permanecido oculto, todo lo que sucede al amparo de la noche. Y hacerlo llegando a donde nadie ha llegado, a donde nadie ha querido llegar. ¿Cómo no aceptar la propuesta del programa que uno siempre había soñado hacer incluso sin saberlo?
La propuesta de la cadena era, desde luego, seductora. Por un lado, lo atrevido de los temas que se iban a tratar. Una de las ventajas de la noche es que en ella todo tiene cabida y si el programa debe ser fiel reflejo de la noche, debe llegar a todos lados, a los rincones más escondidos —y para eso tenemos las cámaras ocultas y las minicámaras subjetivas que casi nadie aprecia—. Por otro lado, el ceder un espacio en el que todos podamos ser honestos frente a la cámara en el Aftermatón.
Porque la noche es impactante, sí, pero está ahí sin que muchos quieran o puedan verla. Porque el objetivo de After hours no es el morbo por el morbo, sino mostrar para normalizar. Si todos sabemos qué puede haber en la noche, le tendremos menos miedo y movernos en ella será como caminar a la luz del día. Y ése es uno de los objetivos más claros del programa: educar sin reprimir, informar sin recrearse en lo escandaloso.
Porque la noche es escandalosa, pero no mala, es emotiva y disparatada, pero también sirve como escenario de las vidas de los que están al límite y de los que necesitan sacar a la luz sus dramas, porque compartirlos es un modo de aliviar su carga.
Todo eso me dijeron en la productora, Pulso, y todo eso me reafirmaron en la cadena, Cuatro, donde apostaron y creyeron desde el principio en el proyecto. No sólo en lo atractivo para las audiencias, sino en la posibilidad de conectar a todo un universo desconocido para muchos con la gente común, que quizá tiene más en común con él de lo que pudiera pensar.
No había hecho más que comenzar una nueva experiencia en After hours, el programa donde me encuentro como pez en el agua y donde disfruto de cada día de rodaje y de cada noche de emisión; un regalo que Cuatro me ha hecho y que ahora os voy a mostrar.