Regreso a Berlín. 1945-1947

William L. Shirer

Fragmento

cap-1

Prólogo

Las notas que constituyeron el libro Diario de Berlín acababan en diciembre de 1940, cuando dejé Alemania para volver a mi país natal. El Tercer Reich, del que Hitler se había jactado que duraría mil años, se hallaba, en aquellos momentos cruciales, en el cenit de su poderío brutal. La «raza superior» había conquistado la mayor parte de Europa y convertido en esclavos a sus atónitos habitantes. El exterminio de los judíos y de otros pueblos estaba en vías de realizarse, como lo estaban asimismo los planes para atacar Rusia, acabar con la aguerrida Gran Bretaña y seguir, con Japón, en el intento de conquistar el mundo haciendo entrar en vereda a Estados Unidos.

Cuando llegué a casa procedente de Berlín en las Navidades de 1940, me encontré con que la mayoría de mis paisanos ignoraban qué era lo que pretendía Hitler en realidad y estaban un tanto confusos acerca de la forma en que había logrado sus malvados designios. A algunos norteamericanos aquello no les importaba gran cosa. Puesto que me había tocado ser testigo directo de la agonía de Europa, reuní algunas de mis notas en un libro para conocimiento de todos cuantos quisieran formarse una idea de aquello.

Este nuevo libro de notas es, en cierto modo, una secuela de Diario de Berlín. Es el final de mi pequeña contribución a la historia de Berlín. Hubo muchas cosas, por supuesto, que un periodista no había podido saber en la desquiciada capital nazi de allende el Elba. Los siniestros complots y las decisiones fatales que habían sumido al mundo en tan espantoso horror y miseria se habían adoptado en secreto. Pero ¿qué había ocurrido realmente en Alemania después de haber salido yo de allí? ¿Habían servido la derrota y el hundimiento para solucionar el problema alemán, al menos para el resto de nuestras vidas?

Después de concluida la guerra, volví a Berlín con el propósito de obtener una respuesta a esas preguntas. Me paseé por las obscenas ruinas de la otrora orgullosa capital y hablé con los restos del Herrenvolk («raza superior» o «pueblo de señores»). En Nuremberg, entre los escombros de la hermosa ciudad medieval, vi que los líderes supervivientes de la banda criminal nazi, que habían detentado un poder tan monstruoso y arrogante cuando los conocí, eran presentados por fin ante la justicia. Y, lo más importante de todo, tuve acceso a buena parte de las mil cuatrocientas toneladas de documentos secretos alemanes que los aliados habían capturado intactos. El lector encontrará en este libro partes esenciales de muchos de ellos. He preferido dejar que los autores narren con sus propias e inimitables palabras el oscuro y casi increíble relato de su ferocidad y su engaño. Si estos archivos secretos del gobierno alemán hubieran sido destruidos, como los nazis intentaron hacer, buena parte de la verdad acerca de este horrible episodio de nuestra historia habría sido enterrada para siempre. Ahora está aquí para todos aquellos que tengan interés en conocerla.

He intentado incluir también en este libro el hilo de otro relato: la historia de los inicios de la paz. Usted y yo, lector, hemos olvidado ya el fugaz momento de gloria y la maravillosa sensación de fe en el hombre que nos invadió el día en que la paz descendió sobre este malhadado planeta. Ya sé que a los pobres mortales no nos está permitido estar mucho tiempo en las alturas. Pero estas notas, pergeñadas a lo largo del tiempo, tal vez puedan ayudarle a recordar que muchos en nuestro bando alcanzamos esas alturas después de que las sangrientas luchas de la guerra nos hubieran aportado su sobrehumano valor, su bravura y su prodigiosa fortaleza. En San Francisco, durante los fugaces instantes en que estaban naciendo las Naciones Unidas, pude ver las altas esperanzas, los nobles propósitos y la paciente comprensión de los hombres de nuestro mundo comprometidos en hallar el camino hacia una paz duradera.

¿Dónde, cuándo y cómo comenzarán a petrificarse sus esperanzas? En estas notas diarias tal vez pueda usted ver cómo crecía ya la negra nube que ahora nos envuelve.

Por último, este libro es un registro del año más trascendental que haya vivido cualquiera de nosotros. ¿Ha olvidado usted ya lo que fue aquel año, el año del Señor 1945, cuando los nazis y los bárbaros japoneses fueron destruidos por fin, acabó la terrible carnicería, llegó la paz, unos hombres ingeniosos fisionaron el átomo y se abrió de repente ante nosotros una nueva era... para lo mejor o para lo peor?

 

Nueva York, mayo de 1947

cap-2

Primera parte

El comienzo de la paz

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