Este es el futuro que tanto temías en el pasado (Flash Relatos)

Patricio Pron

Fragmento

cap-11

ESTE ES EL FUTURO QUE TANTO TEMÍAS EN EL PASADO

(Introducción)

Un escritor más, uno de esos tantos escritores que publica con cierta regularidad y disfruta de un éxito moderado y una atención quizás excesiva, un escritor del montón, él también, está cansado: llamémoslo Patricio Pron, por darle un nombre cualquiera.

Acaba de comenzar lo que según sus editores es una «pequeña gira» por algunas ciudades a ambos lados del océano Atlántico, algo que los escritores hacen a menudo pero que Patricio Pron hace por primera vez. Es decir, algo que hace por primera vez a semejante escala, ya que la «pequeña gira» comprende veinte ciudades en cuatro o cinco países hispanohablantes en el transcurso de un mes y medio. Muchos lo han hecho antes, por supuesto; pero no todos tienen los antecedentes médicos de nuestro escritor: años de adicciones a diversas sustancias, una deficiencia hepática crónica, problemas estomacales, una descalcificación inusual para su edad y género, pinzamientos y dolores de espalda que en ocasiones hacen que no pueda caminar y/o permanecer sentado mucho rato, problemas dentales, dificultades para dormir, las fluctuaciones de un estado de ánimo que es tan fiable como la montaña rusa de un parque de diversiones abandonado, migraña permanente, un considerable déficit de atención; a lo largo del día, el pastillero que nuestro autor se ha resignado hace años a llevar consigo a todas partes se llena y se vacía marcando las horas de un reloj interno completamente estropeado.

Pron ha aceptado la invitación de sus editores a ir donde vayan sus libros, aunque, en buena medida —y en esto procura ser totalmente honesto, al menos consigo mismo—, lo ha hecho para poder seguir creyendo que se trata de una invitación y no de una exigencia. No le parece una diferencia poco importante, pero sabe que, si intentase discutirla con alguien, por ejemplo con su editor, éste no la comprendería y diría a nuestro autor que está «como una puta cabra». Muchas veces su editor le ha dicho que está «como una puta cabra», muy a menudo cuando su editor y él han discutido su catálogo, que provoca en nuestro autor una impresión ambigua: si a su editor le gustan ciertos libros que publica, es imposible que le gusten los suyos, de títulos largos que, contra lo que se cree, es su editor quien le impone, muy posiblemente para humillarlo; por otro lado, si le gustan los suyos, no pueden gustarles los demás. Quizás todos los escritores piensen lo mismo de los catálogos de los editores que los publican, y es posible que estos piensen que todos sus autores están locos. Muy posiblemente su editor sea un monstruo, pero quizás todos los editores lo sean, y lo sean también los correctores, los distribuidores y los comerciales e incluso los libreros.

Patricio Pron piensa en todo esto mientras yace en la cama del hotel de una ciudad española. No recuerda el nombre del establecimiento ni el número de su habitación y sólo con dificultad recuerda el nombre de la ciudad en la que se encuentra: afuera hay una catedral a la que los turistas no dejan de hacerle fotografías mientras los nativos les venden abanicos y les roban las car

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