Al mismo tiempo

Susan Sontag

Fragmento

NOTA EDITORIAL

NOTA EDITORIAL

Lo que sigue en estas páginas es una obra que Susan Sontag esbozó y planeó en los últimos años de su vida. Entre otros proyectos –un tercer libro, más autobiográfico, sobre la enfermedad, una novela ubicada en Japón y una recopilación de cuentos– era su intención publicar un conjunto de ensayos nuevo, «el último», como solía decir, antes de volver a la narrativa.

Sontag había preparado varios borradores de índice al ordenar los materiales desde la publicación de Cuestión de énfasis y había dejado espacio para unos cuantos ensayos que planeaba escribir, entre los que destaca uno sobre el pensamiento aforístico, tema en el que estuvo interesada largo tiempo, como podrá verse en la publicación venidera de sus diarios. Sin embargo, además de esos ensayos nunca escritos, este volumen se asemeja tanto como fue posible al libro que pretendía publicar.

Si bien no podemos saber qué páginas habría reescrito (y sin duda habría detectado que se precisaban muchas revisiones), hemos preparado esta edición del mismo modo como solíamos trabajar para Susan Sontag. A lo largo del libro nos hemos afanado en restaurar la versión original de aquellos textos que se cortaron o editaron para su primera publicación. Hemos seguido el orden de esta recopilación esbozado en sus notas y hemos introducido en los ensayos sus correcciones sucesivas, así como las enmiendas que efectuó en las ediciones extranjeras autorizadas.

La primera sección de este libro, a la que se refirió como «Envío» en uno de los borradores de índice, comienza con un ensayo sobre la belleza en el que sostiene el carácter inextricable de los valores éticos y estéticos, y está integrado por ensayos introductorios a obras literarias traducidas. Fueron todos publicados en los libros a los que precedían y por lo tanto enmendados reiteradamente por la autora, con la excepción del dedicado a Halldór Laxness, que estaba en trance de revisión incluso en diciembre de 2004. Leídos en su conjunto, estos retratos y valoraciones de escritores admirados tienen mucho en común: la celebración de los temas de la literatura rusa, de Tsvietáieva y Pasternak a Dostoievski y «el extraordinario viaje mental por la realidad rusa» de Leonid Tsipkin; la naturaleza solitaria de la escritura narrativa, desde la escritura de Tsipkin «para el cajón» hasta la danza amorosa de Anna Banti con su personaje; «el viaje del alma» compartidos por los corresponsales en 1926 y revelado en las obras de Tsipkin, Banti, Serge y Laxness; y, sobre todo, la meditación continuada y reveladora acerca del arte narrativo, acerca de la «verdad de la narrativa», acerca de «cómo narrar y con qué fin», y acerca de un subgénero en particular de la novela: «el relato de la vida de una persona real de mérito de otra época».

Los tres primeros de la segunda sección son artículos políticos sobre las repercusiones del 11 de septiembre y «la guerra contra el terrorismo». El primero, escrito unos días inmediatamente después de los atentados, se publicó en una versión apenas distinta en The New Yorker; la versión recogida es la original y corresponde al texto divulgado en muchos países en traducción. El segundo, que acompaña y reflexiona sobre el primero, se presenta por primera vez en este volumen. El tercero vuelve sobre las mismas cuestiones un año después de los atentados. Esta es la primera vez que los tres ensayos aparecen juntos en una publicación.

La segunda parte de esta sección está integrada por dos artículos sobre la fotografía, una coda, por así decirlo, de Ante el dolor de los demás: el primero es un breve compendio de reflexiones, y el segundo un análisis mordaz del escándalo de Abu Ghraib, la respuesta del gobierno de Bush y el viraje de la cultura estadounidense hacia lo que Sontag denominó «la creciente aprobación de la brutalidad».

Los últimos años de la vida de Sontag fueron de continuado compromiso político, como muestran estos artículos periodísticos. Tuvo que lidiar con ello, y si bien quiso disponer del tiempo para enfrascarse en sus libros proyectados, sobre todo los narrativos, los acontecimientos mundiales la orillaban a reaccionar, a emprender acciones y conminar a los demás a hacer lo propio. Participaba porque le era imposible no hacerlo.

Por esos mismos años su obra literaria y activismo político le granjearon creciente reconocimiento internacional. Se le concedieron diversos galardones, entre ellos el premio Jerusalén, el Friedenspreis, el premio Príncipe de Asturias y el Premio Literario de la Biblioteca Pública de Los Ángeles, y se le invitó a pronunciar conferencias en ceremonias de graduación, universidades y ferias del libro de todo el mundo. La tercera sección es una recopilación de algunos discursos que Susan Sontag pronunció en aquellos actos. Su voz pública, a la vez que amplía los temas literarios y políticos principales de la primera y segunda secciones de este libro, reflexiona sobre su papel y dialoga persuasivamente con la voz de la escritora, defendiendo la labor y la empresa de la literatura (y la traducción) y revelando atisbos de la vida de una lectora militante y una apasionada ciudadana de la república de las letras.

Susan Sontag no dejó un título provisional para la recopilación que preparaba. Optamos por Al mismo tiempo, el título del último discurso que pronunciara, en homenaje al carácter polifónico de este libro, a la naturaleza inseparable de la literatura y la política, la estética y la ética y la vida interior y exterior en su obra.

PAOLO DILONARDO y ANNE JUMP

PROLOGO

PRÓLOGO

Al pensar en mi madre ahora, más de un año después de su muerte, con frecuencia me descubro repasando aquella asombrosa frase de Auden en su gran poema de conmemoración a Yeats: palabras que compendian la escasa inmortalidad que a veces pueden dispensar las realizaciones artísticas y que, al mismo tiempo, son un extraordinario eufemismo de la extinción. Una vez muerto Yeats, escribe Auden, «se convirtió en sus admiradores».

Seres queridos, admiradores, detractores, obras, trabajo: además de los recuerdos pronto distorsionados o al menos editados, además de las posesiones pronto dispersas o distribuidas, además de las bibliotecas, los archivos, las grabaciones de voz, de vídeo y las fotografías, eso es sin duda lo máximo siempre que puede

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