Relatos de mar y tierra

Álvaro Mutis

Fragmento

Nota a la presente edición

Nota a la presente edición

Álvaro Mutis es, sin lugar a dudas, uno de los escritores más relevantes de las letras latinoamericanas de nuestro siglo. Narrador, cronista, y poeta sobre todas las cosas, rescata en su obra el paraíso perdido de la infancia y lo materializa en un universo de ficción libertadora. Coello, la finca que fundara su abuelo, tierra de cafetales y caña de azúcar, situada en las estribaciones de la Cordillera Central colombiana, conforma el trasfondo de su creación literaria: «Todo lo que he escrito está destinado a celebrar, a perpetuar ese rincón de la tierra caliente del que emana la substancia misma de mis sueños, mis nostalgias, mis terrores y mis dichas».

Relatos de mar y tierra nace de la voluntad del autor por ver reunidos los relatos y textos en prosa publicados a lo largo de su vida:

«Diario de Lecumberri», publicado por la Universidad mexicana de Veracruz en 1960 y también conocido como «Cuadernos del palacio negro», es el testimonio de una experiencia de quince meses de soledad y encierro en la cárcel preventiva de Lecumberri.

En «La mansión de Araucaíma. Relato gótico de Tierra Caliente», Álvaro Mutis pone de manifiesto la posibilidad de escribir una ficción gótica en pleno trópico, alejado de la neblina y de la atmósfera inquietante de los castillos ingleses. La editorial Sudamericana publicó este texto en Buenos Aires en el año 1973.

En 1962 aparecen algunos textos con el seudónimo de Alvar de Mattos, diplomático portugués, en la revista mexicana S.nob, dirigida por Salvador Elizondo y Emilio García Riera.

Seix Barral publica en 1978 los cuatro relatos «La muerte del estratega», «Antes de que cante el gallo», «Sharaya» y «El último rostro», narración que inspira a Gabriel García Márquez en su recreación de los últimos días del libertador Simón Bolívar en la novela El general en su laberinto.

«Algunos textos periodísticos» recoge seis artículos escritos durante el año 1982 para el periódico Novedades de México.

El relato que cierra estas páginas con el título de «Un Rey Mago en Pollensa» nunca ha sido editado en España.

LOS EDITORES

Relatos de mar y tierra

Diario de Lecumberri

Diario de Lecumberri

Prefacio

Prefacio

Lecumberri de nuevo

Los editores me piden un prefacio para esta nueva edición de mi Diario de Lecumberri. He vuelto, por esta razón, a recorrer esas páginas y, como siempre sucede en estos casos, los laberintos, trampas, sospechosos ocultamientos y no menos sospechosas revelaciones de la memoria me han dejado habitando una suerte de tierra de nadie, entre sorprendido y contristado. Trataré de explicarme. La única certeza a la que he podido llegar es que lo que aquí relato sucedió, lo viví y me marcó para siempre. Zonas enteras, sin embargo, de esa experiencia de quince meses en la Cárcel Preventiva de Lecumberri, detenido en virtud de un tratado existente entre México y Colombia, en uno de cuyos artículos se exige que el sujeto a extradición quede asegurado en un lugar que garantice su permanencia en el país; episodios completos, decía, han quedado sumidos en un olvido inexplicable. Otros han tomado una dimensión que es evidente que no les corresponde. Todo esto, cuarenta años después, me deja en manos de ese ilusionista permanente y lleno de ardides que es la memoria.

Por las razones expuestas tuve muchas dudas en volver a editar este diario que se me ocurría sentir como algo incompleto y no del todo válido. Sin embargo, me fue trabajando en la conciencia un argumento a favor de la nueva edición, argumento que trataré de poner en claro para mi improbable lector. Resulta que, al examinar estos episodios de mi vida carcelaria, me di cuenta muy pronto de que, gracias a esa experiencia, tan profunda como real e incontrovertible, he logrado escribir siete novelas que reuní con el título de Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero. Hasta entonces, sólo había intentado andar los caminos de la escritura narrativa con algunas historias reunidas bajo el título de La mansión de Araucaíma y, más tarde, en una compilación de toda mi prosa que se titula La muerte del estratega. En los treinta años anteriores había escrito únicamente poesía. Este supuesto paso de un género a otro, se hizo posible gracias a esa inmersión en un mundo en donde se conjugaron el dolor, la más calurosa y cierta solidaridad humana, la conciencia de una torpe injusticia que se esconde en códigos y leyes. Para decirlo de una vez, la verdad escueta y brutal del hombre que ha caído al fondo del pozo y que ya nada tiene que decir como no sea la muda protesta contra algo que no consigue explicarse sino como un golpe brutal fraguado no sabe por quién ni en dónde. Dialogar con quienes comparten con nosotros esa situación es una enseñanza que nos marcará para siempre y que ha de signar todo contacto que, en adelante, tengamos con nuestros semejantes. Jamás hubiera conseguido escribir una sola línea sobre la

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