Piranesi

Susanna Clarke

Fragmento

Cuando la Luna se alzó en la Tercera Sala al Norte, fui al Noveno Vestíbulo

ENTRADA CORRESPONDIENTE AL PRIMER DÍA DEL QUINTO MES DEL AÑO EN QUE EL ALBATROS SE POSÓ EN LAS SALAS AL SUROESTE

Cuando la Luna se alzó en la Tercera Sala al Norte, fui al Noveno Vestíbulo para contemplar la unión de las tres Mareas. Esto tiene lugar tan sólo una vez cada ocho años.

El Noveno Vestíbulo resulta notable puesto que en él coinciden tres grandes Escaleras. Las Paredes están revestidas de centenares de Estatuas de mármol que ascienden, Hilera tras Hilera, hasta una altura vertiginosa.

Me encaramé por la Pared al Oeste hasta llegar a la Estatua de una Mujer que carga con una Colmena, quince metros por encima del Embaldosado. La Mujer es dos o tres veces más alta que yo, y la Colmena está cubierta de Abejas de mármol del tamaño de mi pulgar. También hay una abeja sobre su Ojo izquierdo que siempre me da un poco de náuseas. Me introduje como pude en el Nicho de la Mujer y esperé a oír el rugido de las Mareas en las Salas Inferiores. De pronto, noté que las Paredes vibraban con la fuerza de lo que iba a pasar.

Primero, llegó la Marea procedente de las Salas Más al Este. Ascendió sin violencia por la Escalera Más al Este de Todas. No era de un color definido y sus Aguas apenas llegarían al tobillo. Se extendió por el Embaldosado como si fuera un espejo gris veteado de Espuma lechosa.

A continuación, llegó la Marea proveniente de las Salas al Oeste. Ésa avanzó violentamente contra la Escalera más al Oeste de Todas, anegándola, y fue a estrellarse contra la Pared al Este con un fortísimo Restallido que hizo temblar las Estatuas. Su Espuma era como del blanco de las espinas de pescado viejas, y el torbellino de sus Profundidades, de un gris plateado. Al cabo de unos segundos, sus Aguas llegaban hasta la Cintura de las Estatuas situadas en la Hilera Inferior.

Por último, llegó la Marea procedente de las Salas al Norte. Embistió contra la Escalera de en medio, trepando por los escalones y salpicando el Vestíbulo de titilante Espuma blanca como el hielo. Me empapó, me cegó. Cuando pude ver de nuevo, las Aguas caían por las Estatuas como una cascada; en ese momento comprendí que me había equivocado al calcular el volumen de la Segunda y Tercera Mareas: un imponente Pico de Agua se elevó hasta el lugar en el que yo estaba acuclillado y me arrancó de la Pared como una mano enorme. Me aferré a las Piernas de la Mujer que lleva una Colmena en Brazos y supliqué a la Casa que me protegiera. Las Aguas me cubrieron y durante un momento me envolvió el extraño silencio que sobreviene cuando el Mar te arrolla y engulle, ahogando sus propios ruidos. Pensé que iba a morir, o que las Aguas me arrastrarían a Salas Desconocidas, lejos del ajetreo y el rumor de las Mareas Familiares. Me agarré tan fuerte como pude.

A continuación, todo terminó de forma tan repentina como había empezado: las Mareas Juntas se retiraron por las Salas circundantes. Las oí chocar contra las Paredes con estruendosos chasquidos. Las Aguas del Noveno Vestíbulo bajaron de nivel con rapidez hasta que apenas alcanzaron a cubrir los Pedestales de la Hilera Inferior de Estatuas.

Me di cuenta de que tenía algo en la mano. La abrí y encontré el Dedo de mármol de alguna Estatua Lejana dejado por las Mareas.

La Hermosura de la Casa es inconmensurable; su Bondad, infinita.

Una descripción del Mundo

ENTRADA CORRESPONDIENTE AL SÉPTIMO DÍA DEL QUINTO MES DEL AÑO EN QUE EL ALBATROS SE POSÓ EN LAS SALAS AL SUROESTE

Estoy decidido a explorar el Mundo tanto como pueda mientras viva, por eso he viajado tan lejos, hasta la Sala Novecientos Sesenta al Oeste, la Ochocientos Noventa al Norte y la Setecientos Sesenta y Ocho al Sur. He subido a las Salas Superiores, allí donde las Nubes avanzan en lenta procesión y las Estatuas asoman de súbito entre la Bruma, he explorado las Salas Sumergidas, cuyas Aguas Oscuras están alfombradas de blancos nenúfares, he visto las Salas Ruinosas al Este, cuyos Techos, Suelos —¡e incluso Paredes!— se han venido abajo, y cuya lobreguez rasgan haces de Luz grisácea.

En cada uno de esos lugares me he detenido en el Umbral para ver qué había más allá, y en ningún momento he visto indicación alguna de que el Mundo estuviera llegando a un Final; tan sólo he contemplado la progresión regular de las Salas y Corredores en la Lejanía. No hay Sala, Vestíbulo, Escaleras o Corredor sin Estatuas. En la mayoría de las Salas, éstas ocupan todo el espacio disponible, aunque aquí y allá hay algún Pedestal, Nicho o Ábside Vacíos, o algún espacio vacío en una Pared por lo demás revestida de Estatuas. A su manera, esas Ausencias son tan misteriosas como las propias Estatuas.

He observado que, si bien las Estatuas de cada Sala en particular son de tamaño más o menos uniforme, hay una variación considerable entre las de distintas Salas. En algunas, las figuras son dos o tres veces más altas que un Ser Humano, en otras son más o menos de tamaño natural, y en otras más apenas me llegan al hombro. En las Salas Sumergidas hay Estatuas gigantescas —de entre quince y veinte metros de altura—, pero son la excepción.

He comenzado a escribir un Catálogo con el propósito de anotar la Posición,Tamaño y Motivo de cada una de las Estatuas, así como cualesquiera otros rasgos de interés. Hasta el momento he registrado todas las de las Salas Primera y Segunda al Suroeste, ahora estoy ocupado con las de la Tercera. La vastedad de esa labor a veces me abruma pero, como científico y explorador, tengo el deber de dejar constancia de los Portentos del Mundo.

Las Ventanas de la Casa dan a unos Grandes Patios, unas extensiones vacías y desoladas pavimentadas en piedra. Por lo general, los Patios tienen cuatro lados, aunque de vez en cuando hay alguno de seis lados, de ocho, o incluso de tres —estos últimos resultan bastante extraños y lúgubres.

Fuera de la Casa no hay más que los Cuerpos Celestes: el Sol, la Luna y las Estrellas.

La Casa tiene tres Niveles.

Las Salas Inferiores constituyen el Dominio de las Mareas; sus Ventanas —vistas desde alguno de los Patios exteriores— son de un color verde grisáceo a causa de las Aguas en movimiento incesante, y blancas por las crestas de Espuma. Las Salas Inferiores proporcionan sustento en forma de peces, crustáceos y vegetación marina.

Las Salas Superiores son, como ya he dicho, el Dominio de las Nubes; sus Ventanas son de un blanco grisáceo y están empañadas. A veces, el centelleo de un relámpago ilumina toda una hilera de ellas. Esas Salas proveen de Agua Dulce que se derrama sobre los Vestíbulos en forma de Lluvia, resbala por las Paredes y corre en arroyos Escaleras abajo.

Entre esos dos Niveles (prácticamente deshabitados) se encuentran las Salas de En Medio, el Dominio de los pájaros y los hombres. El Primoroso Orden que impera en la Casa nos da la Vida.

Esta mañana miré por una de las Ventanas de la Décima Octava Sala al Sureste y descubrí que, al otro lado del Patio, el Otro también estaba mirando por una Ventana. La Ventana

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