En mi cuarto

Guillaume Dustan

Fragmento

cap-2

1

Buenas intenciones

Presté el cuarto a Quentin. Yo me instalé en la pequeña habitación al fondo del piso para no oírles follar. Al cabo de unos días, de una semana tal vez, aquello me pareció demasiado sórdido. Exigí recuperar el cuarto. Por supuesto, Quentin decidió inmediatamente instalarse con Nico en el salón, y si al día siguiente yo tenía que ir a currar me veía obligado a aporrear la pared para que no hablaran tan alto durante la noche. Para colmo podía oír a Quentin decir que me partiría la cara y a Nico contestarle Cariño tranquilízate.

Vivía al día, sin saber adónde iba. No me disgustaba. Me jode mucho cuando no ocurre nada. Sin duda por eso seguía con Quentin aunque ya no estuviésemos juntos. Su último logro consistía en entrar en mi cuarto sin avisar. La primera vez yo estaba tumbado en la cama cascándomela y fumándome un porro. Se abrió la puerta. Entró en mi cuarto. Dijo ¿No habrás encontrado por casualidad la agenda de mi madre? Cree que se la olvidó aquí. No contesté a la pregunta. Dije Llama antes de entrar por favor. Dijo He llamado. Dije No he oído nada. Volvió a preguntarme por su tontería. Dije Quentin lárgate ya. Pareció sorprendido. Y después se fue. Tardé diez minutos en volver a cascármela correctamente.

La segunda vez llamó. Cuando grité ¡No! entró en el cuarto. En aquel momento me estaban dando en el borde de la cama. Le dije Lárgate. En vez de largarse me miró con aire despavorido. Yo estaba encolerizado. Le dije al otro No te pares, se va a largar, solo lo hace para joderme. Me concentré en la follada. Quentin se nos quedó mirando. Al cabo de un rato se fue sin decir nada.

Después de esto decidí no dejarme pisotear. Me ponía a gritar de forma sistemática cada vez que me hacía una putada. Gritaba por las latas de conservas no repuestas, por el cuarto de baño asqueroso, por los mensajes no comunicados. Le insultaba. Quentin no decía nada. Yo saboreaba mi venganza. Me gustaba gritarle impunemente. Alessandro, un supercolega mío, vivía en el cuarto pequeño, así yo me sentía tranquilo. Pensaba que en presencia de un tercero Quentin no sería capaz de hacer una gran gilipollez, apreciaba demasiado su comodidad para acabar en la cárcel. Y entonces, un día en que me encontraba bien, volví a hablarle como antes, le conté lo que había hecho la víspera con un tío monísimo. Cuando terminé me miró. Me dijo ¿Te gusta tu preciosa jeta? Pues estarás menos orgulloso de ella cuando te haya echado vitriolo. Me dejó de piedra. Pregunté a Alessandro si le apetecería compartir piso conmigo. No quería estar solo. Dijo Vale. En cuanto le dije que me marchaba, Quentin volvió a amenazarme. Le pedí a Alessandro que viese a su amiguita en casa. Luego aquello se puso tan insoportable que acabé por instalarme en casa de Terrier, en su asqueroso estudio del distrito dieciocho.

Terrier y yo follábamos cada vez mejor. Tenía la sensación de hacerle bien. Yo era la primera persona a quien había dicho que era seropositivo. Es necesario advertir que lo supo la primera vez que se había hecho la prueba, a los veinte años. Por tanto, hace siete. Después de confesármelo desaparecieron aquellas pesadillas en las que claveteaban sobre su cabeza el ataúd y él empujaba la tapa con todas sus fuerzas pero no se abría y entonces se despertaba. También le cambié un poco el look. Le obligué a cortarse el mechón que le tapaba la cara y también las uñas que llevaba largas. Estaba mucho más guapo. Quizá algo menos tímido.

Yo no quería cambiar de barrio. Encontré un piso a trescientos metros. Lo que me venía bien. Me jodía un poco saber que me iba a cruzar con Quentin, pero era una zona por donde no íbamos mucho, y además no teníamos los mismos horarios. Le dejé todos los electrodomésticos y los tres muebles que habíamos comprado juntos. De todas formas yo tenía pasta. Volví a comprarlo todo en Darty una mañana a primera hora con Terrier. Empezaba una nueva vida.

cap-3

2

Encuentro

Con Terrier era un infierno. Bebía hasta emborracharse. Me montaba escenas en los bares apenas miraba a alguien. Me di cuenta de que no podría cambiar tan pronto. Le dije que a partir de ahora solo le vería durante la semana, que necesitaba los fines de semana para mí. Empecé a salir solo. La primera noche me tiré a un tío no muy interesante. La segunda, me fui al Keller, primero dejé que me dieran un poco por el culo dos tíos en el cuarto oscuro, después volví a la barra para tomarme una cerveza, recobré el ánimo, estaba algo paranoico por culpa de mi look, temía que mis tiags castaño claro me hiciesen parecer demasiado desfasado con mis Levi’s 501 de cuero negro. Menos mal que la parte de arriba estaba bien: torso al descubierto, chaleco de cuero negro.

Frente a mí, vi a aquel tío acodado de espaldas a la barra. Fue su jeta lo que me enganchó, me pareció que tenía una pinta de lo más normal, nada que ver con la del típico tío que va por la vida de leather heavy vicioso. Además era mono y bien hecho, bajito y mucho mayor que yo. Me miraba con aire neutro. Entonces me topé con Serge, con quien había follado seis años antes, cuando acababa de conocer a Quentin (y en casa de Quentin, que por cierto estaba de vacaciones en aquel momento). Le pregunté ¿A ese le conoces? Me dijo De puta madre para una noche. Y está muy bien dotado. Me irritó, pensé que ahora que me había visto hablar con Serge, el tío sabía que yo sabía que tenía un buen pollón. Sería más difícil ligármelo.

Me instalé en la barra a su lado sin mirarle. Esperé un momento para no resultar demasiado pelmazo. En realidad él estaba con otro tío, un rubio alto vestido de cuero y bastante mono que se reía todo el rato. Al cabo de un momento dejaron de hablar. Mi vecino miró al frente, después un poco a la derecha. Aproveché para decir Hola. Después ya no dije nada más para dármelas de tío leather. Dijo Hola. Dije Yo soy Guillaume. Dijo Yo soy Stéphane. Dije ¿El tío que está contigo es tu pareja? Dijo No es un amigo. Dije ¿Se lo monta bien? Dijo Sí ¿por qué? ¿Quieres que te lo presente? Dije Pues sí. Dijo Éric te presento a Guillaume. Dije cualquier cosa para seguir la conversación. Y después un gordo horroroso vestido de cuero se acercó a nuestro grupo y lo cachondo es que me dio la lata para hacerme fotos. Le di mi número de teléfono, le dije que siempre estaba dispuesto para una sesión narcisista, y después me dio la vena negativa sobre el tema del arte, dije que el arte me la traía floja. El gordinflón intelectual me preguntó ¿Y qué es lo que te interesa entonces? Lo que me interesa es la follada del siglo, dije mirando a Stéphane. Funcionó. Aún me lo tuve que currar un poco pero al final conseguí llevármelo a casa.

Serge tenía razón en una cosa. La primera vez estuvo bien, un poco a la manera de perros callejeros. Me gustaba bastante lo que veía en el espejo mientras me follaba por delante. Me pareció que formábamos un buen conjunto. Su polla superenorme me hizo un poco de daño, pero intuí el potencial. Decidí quedármelo. En vez de dejarle largarse le pregunté si tenía hambre. C

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