Después de la monumental trilogía de «Las partes» («inventada», «soñada», «recordada»), escrita a lo largo de diez años y más de dos mil páginas, Rodrigo Fresán parecía haber llevado su universo literario al límite: un viaje por las muchas capas de sentido que construyen la realidad, guiados por una prosa de extraordinaria peculiaridad, capaz de construir una poética propia a la vez que revelar el sentido profundo de las referencias culturales que nos rodean. Con «Melvill» -mezcla de biografía imaginaria, novela espectral, indagación filial, reivindicación del «retaguardismo», todo en 300 páginas- expande ese universo de un modo inesperado. Juan Gabriel Vásquez se aventuró a entrevistarlo para recorrer -a partir de este libro sobre la relación entre el autor de «Moby-Dick» y su padre- las obsesiones sobre las que vuelve una y otra vez, nunca de la misma manera: la relación padre/hijo, la materia cultural de la que están hechos sus libros, la presencia fantasmal del pasado entre nosotros, la impenitente vocación literaria de contar el mundo para comprenderlo, y sus ya legendarias notas de agradecimientos.