Diccionario apasionado de la novela negra

Pierre Lemaitre

Fragmento

Introducción

Introducción

El título original de este libro es Dictionnaire amoureux du polar. Lo de «amoureux» («amoroso»), lo explicaré más adelante; en cuanto a «polar», se trata de un término genérico que, en los países francoparlantes, fusiona la novela negra y la novela policiaca tal como el propio término «novela negra» hace en España y «giallo» en Italia.

Esto en lo referente al título. En cuanto a lo demás, conviene aclarar las cosas de buen principio (confío en que lean ustedes estas líneas antes de comprar el libro): los amantes de las definiciones rigurosas, las monografías exhaustivas, los análisis temáticos, etcétera, se llevarán una decepción (por suerte, disponen de otras obras excelentes que satisfarán sus expectativas), pero la editorial le encargó este diccionario a un escritor, así que en él hablaré como novelista y como lector. Habrá olvidos imperdonables, injusticias flagrantes, valoraciones discutibles... Es inevitable: se trata de un diccionario de lo que me gusta donde ni siquiera cabe todo lo que me gusta. La selección de las entradas responde a un método un tanto peculiar que se basa en lo que solemos denominar «olfato». En consecuencia, incluye a Yves Ravey, Dennis Lehane, Petros Márkaris, Elmore Leonard o Joseph Incardona, pero no a Michael Connelly, William Irish, Nick Tosches, Yishai Sarid o David Goodis, lo cual, evidentemente, no significa que no me gusten... Cualquier lector en mi lugar habría llegado a un resultado parecido.

Como es fácil imaginar, un libro de estas características no se escribe de un tirón en unos cuantos días. Por ese motivo, algunas entradas son mucho más antiguas que otras. Aun así, opté por no volver atrás: intentar completarlas con eventuales novedades me pareció artificial. Este diccionario no es más que una instantánea de mis gustos sobre el tema en un momento dado.

Cuando leo diccionarios temáticos como éste, lo que más me gusta es encontrar cosas que ya sé. Me pasa como con el premio Nobel de Literatura: el día que lo conceden, si conozco el nombre del galardonado me siento un hombre culto. Espero que mi diccionario proporcione al lector esas satisfacciones y también algunas sorpresas, algunos descubrimientos. Y, por supuesto, que lo anime a leer y releer esta gran literatura que, se diga lo que se diga, sigue marcada por la modestia de sus orígenes.

En cuanto al «amoureux» del título original y el «apasionado» del castellano, se explican por los Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes, que, según creo, pueden considerarse precursores de este diccionario. En ese libro, los fragmentos aparecen ordenados alfabéticamente (de «abismarse» a «unión»), pero se eligieron por motivos del todo subjetivos («se le ha restituido a este discurso su persona fundamental, que es el “yo”», explicaba Barthes), sin pretensiones de exhaustividad. Mi proyecto es tan afín que me permito incluir aquí, literalmente, el epígrafe de aquel libro:

Es pues

un enamorado
el que habla

y dice...

99 notas... antes de la novela negra

99 notas... antes de la novela negra

No perdamos más tiempo. Puesto que se acusa a la novela negra de abusar de los estereotipos, los clichés, los tópicos, los lugares comunes y las trivialidades en general, empecemos por ahí.

Concretamente, por un texto de 76 páginas titulado Avant le polar, 99 notes préparatoires à l’écriture d’un roman policier [Antes de la novela negra: 99 notas preparatorias para la escritura de una novela policiaca].

En su momento, yo era un gran admirador del Oulipo, ese extraordinario grupo de experimentación literaria fundado en los años sesenta. (De hecho, mi segunda novela, Vestido de novia, se basa en una trama propuesta por Georges Perec, uno de los miembros más conspicuos del grupo, en La vida, instrucciones de uso: «El diplomático que clamaba venganza por su mujer y su hijo.») Sigo sintiendo simpatía, y aun admiración, por las obras del Oulipo, cuyo método, como se sabe, consiste en aplicar restricciones, consciente y razonadamente, al escritor, y, dado que la novela policiaca es un género altamente codificado, no se me ocurre nadie mejor que un antiguo presidente de esa noble institución (¡que también fue presidente de la Société des Gens de Lettres de Francia!) para practicarle la autopsia. Me refiero al presidente Paul Fournel (en mi opinión, un escritor que ha sido presidente de la SGDL y del Oulipo merece el título de por vida).

Sus notas preparatorias... son un regocijante inventario de los estereotipos del género, entre los cuales, desde luego, no podía faltar el del detective o investigador («Nota 36: Wallander es depresivo; Maigret, gruñón; Holmes, extravagante; San Antonio, divertido [...]. Él es un simple policía de barrio que toma notas»).

A partir de ahí, pasarán por el tamiz de sus reflexiones el arranque de la novela, la trama, el espacio en el que transcurre la acción, la búsqueda documental, las distintas fases de la investigación, etcétera, hasta formar una especie de instrucciones que ciertos lectores se han tomado al pie de la letra: «Algunas notas no tienen más que unas líneas y no resultan útiles, es una lástima», lamentaba uno de ellos.

(A veces, Fournel golpea donde más duele: «Si la novela aspira a convertirse un día en una película, o mejor aún en una serie [...], es imprescindible incluir a un personaje negro o con algún tipo de discapacidad o defecto físico.»)

En todo caso, lo que Paul Fournel pretendía sin duda es que sus notas acabaran conformando una verdadera intriga, que el proceso de preparación de una novela deviniera en sí mismo un relato, algo parecido a una novela policiaca.

Ya sea por ironía o por casualidad, la cubierta evoca las alas de cisne de 1974 (la primera entrega del Red Riding Quartet [Cuarteto de Red Riding] de David Peace), y el asesinato inicial (de una joven a la que hallan muerta en un parque), el de Jennifer en Laidlaw de William McIlvanney.

También puede resultar provechoso consultar el libro de Henrik Lange Lektioner i mord [Lecciones de asesinato], que enumera las «sandeces y tonterías» imprescindibles para comenzar. Entre otras cosas, el aspirante a escritor encontrará allí una lista muy práctica de las escenas necesarias para su novela con ejemplos sacados de Leif G.W. Persson, Camilla Läckberg, Astrid Lindgren o Henning Mankell.

Si ustedes

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