Postdata

Simon Garfield

Fragmento

1. La magia de las cartas

Lote 512. Walker (Val. A.). Prolija correspondencia dirigida a Bayard Grimshaw, 1941 y 1967-1969, que comprende 37 cartas autógrafas firmadas y 21 cartas mecanografiadas con una extensa descripción de Houdini: «Su cámara de tortura acuática simplemente subestimaba la inteligencia del espectador, y no presentaba problemas para el mago ni para el lego». Así describía Walker una representación de Houdini, en la que aquel participaba colocándole las esposas, y otra en la que lo ataba con su propia chaqueta. Walker da asimismo información sobre la camisa de fuerza que usaba y sobre los trucos del tanque en el Támesis y de la Chica Aguamarina, amén de otros documentos sobre escapología, como un folleto publicitario sobre el Desafío de las Esposas o un cartel publicitario del truco de la triple caja de George Grimmond.

Precio estimado 300-400 £.

Bloomsbury Auctions es una casa de subastas que no está en el barrio de Bloomsbury sino en una calle que desemboca en Regent Street. Desde su fundación en 1983 se ha especializado en la subasta de lotes de libros y artes plásticas. Muy ocasionalmente, los de artes plásticas incluyen artículos de magia. Todo el mundo siente curiosidad por la prestidigitación, la telepatía, el contorsionismo, la levitación, la escapo

Postdata logía y los magos cortados en trozos: son cosas que el tiempo va desdibujando y que nos permiten echar un vistazo asimismo a un mundo que también se desvanece.

El 20 de septiembre de 2012 salió a subasta uno de esos lotes. Incluía un juego completo de trucos, piezas de atrezo, instrucciones para hacer los trucos y montar el atrezo, así como carteles, folletos, contratos y cartas. Otros lotes tenían que ver con algún mago en concreto. Uno de ellos incluía artículos pertenecientes a Vonetta, la Dama del Misterio, una de las pocas mujeres ilusionistas de éxito, que gozó de gran éxito en Escocia, donde se la admiraba no solo por su magia sino por su destreza como travestista. Y había otro lote relativo a Ali Bongo, que incluía diecisiete cartas en las que se describían otros tantos mecanismos, así como la improbable descripción de un «disfraz del Hombre Invisible».

Había tres lotes asimismo dedicados a Chung Ling Soo, seudónimo de William E. Robinson, nacido en 1861 no en Pekín sino en Nueva York (las fotografías del lote muestran a un señor que, más que a un enigmático oriental, recordaba a un Nick Hornby con sombrero). En una de las cartas a la venta se hablaba del rival de Chung Ling Soo, llamado Ching Ling Foo, quien afirmaba que Soo no solo le había copiado en parte el nombre, sino también su técnica: el reinado de ambos alcanzó su punto álgido en 1905, cuando los rivales actuaron en Londres a la vez. Ambos dieron voz a una especie de cólera indescriptible que en taquilla beneficiaba a los dos. Para cultivar su personaje, Chung Ling Soo jamás hablaba durante su espectáculo, en el que, entre otras cosas, respiraba humo y atrapaba peces en el aire.

Entre 1901 y 1918, Soo actuó en teatros como el Swansea Empire, el Olympia Shoreditch, el Camberwell Palace, el Ardwick Green Empire o el Preston Royal Hippodrome. Pero su carrera se truncó en una noche difícil de olvidar en el Wood Green Empire, quizá a cuenta de alguna maldición pronun

La magia de las cartas ciada por su contrincante, Ching Ling Foo: el famoso truco de atrapar la bala entre los dientes no salió como debía. Aquella vez, la pistola disparó una bala real, no de fogueo. Como los biógrafos de Soo no tardaron en apuntar, sus primeras palabras sobre el escenario fueron necesariamente las últimas: «Algo ha salido mal. ¡Bajad el telón!». Entre los lotes subastados por Bloomsbury había también cartas en las que amigos y asistentes de Soo sostenían que este había nacido en la ciudad inglesa de Birmingham, a espaldas del hotel Fox, y que su muerte no había sido fortuita. «Nosotros, que conocemos a Robinson, creemos que fue asesinado», escribía un hombre llamado Harry Bosworth.

Sin embargo, el lote estrella era el relacionado con trucos como los de la Chica del Radio, la Chica Aguamarina, Carmo y el león que desaparece, el de atravesar la pared y otros, como el del aserramiento de la joven asistente del mago. Todos tenían que ver con Val Walker. Walker, que tomó el nombre de Valentine por haber nacido el 14 de febrero (de 1890), fue en su época toda una estrella del espectáculo. Se le apodó «el brujo de la Marina» por su habilidad para escapar de un tanque metálico cerrado con llave y sumergido durante la Primera Guerra Mundial (hazaña que repetiría en el Támesis en 1920, bajo el ojo vigilante de la policía, el ejército y trescientos periodistas). Fue terminar de secarse y recibir ofertas para actuar en todo el mundo. Escapó de cárceles en Argentina, Brasil y, según la información adjunta al lote, «de varias prisiones españolas».

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El arma secreta británica: Val Walker se plantea huir.

La magia de las cartas centro del escenario. No obstante, el truco con el que Walker se aseguró un lugar en la historia de la magia fue el de la Chica del Radio. Se trataba del típico truco de cajón, una ilusión de restauración en la que una hábil asistente se introduce en una especie de baúl y es aserrada en dos mitades o atravesada con espadas, para al final reaparecer incólume. El papel desempeñado por Walker en el truco es fundamental. Se cree que lo inventó en 1919 y que él mismo diseñó el cajón. Afinó tanto las maniobras de distracción y el palabrerío necesarios para desviar la atención que ese truco se convirtió en la apoteosis de su espectáculo.

Llevamos noventa y cinco años viéndolo, sobre los escenarios o en televisión: aparece un cajón del tamaño de una persona sobre ruedas, se le muestra al público, el mago golpea paredes y base, la ayudante entra y se la ata con cadenas, se cierra la puerta y se introducen cuchillos o varas por unos agujeros, además de planchas de metal que parecen cortar a la mujer en tres trozos (las feministas indefectiblemente colocan este truco en su top fiR>ve). En la era del cinismo y
los montajes fotográficos,
miramos con indiferencia esR>te tipo de espectáculos, pero
en su día la Chica del Radio
era todo un acontecimiento.

Las planchas de metal, las vaR>ras y los cuchillos se retiraR>ban (cómo no), la puerta
se abría y se quitaban las caR>denas. La chica sonreía sana
y salva.

Pero entonces ocurrió alR>go bastante más espectacuR>lar: Walker se aburrió. Se can>El truco de la Chica del Radio.

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Postdata só de hacer giras. Envidiaba la fama y la riqueza de las que disfrutaban otros cuyo talento él consideraba menor, como Harry Houdini. Así que un día lo dejó, sin más. Su desaparición de la escena profesional fue, como era de esperar, un truco impresionante: se dio de baja como miembro de The Magic Circle en 1924, retomó su trabajo como ingeniero eléctrico y se mudó junto con su esposa Ethel y su hijo Kevin a Canford Cliffs, un pueblo en la periferia de Poole, en el condado de Dorset. No se le volvió a ver sobre un escenario. Él

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