NOTA DEL TRADUCTOR
El nombre del mundo —al igual que Hijo de Jesús, el otro libro del escritor Denis Johnson publicado en esta editorial— es, si nos atenemos a las leyes del tiempo y del espacio tal como las conocemos y utilizamos, uno de esos objetos extraños e inexplicables.
Seré más claro: El nombre del mundo es mucho más grande y largo por dentro de lo que parece por fuera.
Y El nombre del mundo es, también, una obra difícil de clasificar: ¿novela? ¿Reflexión filosófica? ¿Parábola religiosa? ¿Performance vanguardista? ¿Cripto-autobiografía? ¿Ensayo sobre el todo y la nada de la condición humana? ¿Sátira sobre la vida académica? ¿Historia de amor con final triste? ¿Historia de muerte con final feliz? ¿Manual de autoayuda? ¿Mensaje hallado en una botella? ¿Manuscrito perdido en una carretera?… Las posibilidades son infinitas y, seguro, el lector encontrará la suya, la que más le guste y le sirva.
Una cosa es segura, en El nombre del mundo Denis Johnson vuelve a explorar lo que es su Gran Tema: la expulsión desde las alturas de un infierno íntimo y único para descender al purgatorio común donde todos somos iguales. Y vuelve a hacerlo con ese particular lenguaje que distingue a toda su literatura y donde la oración y el verso son las dos cabezas en permanente diálogo de un mismo animal, un mismo estilo y un mismo inglés. Un discurso sin matices regionales donde todo rasgo de personalidad y origen —apuntalado sobre los cimientos de un idioma tan neutro como poéticamente preciso— está dado, siempre,