Qué haréis con este libro

José Saramago

Fragmento

libro-2

Teatro todos los días

El escenario está desierto. Hay una derecha bastante alta y una izquierda bastante baja. El telón de fondo tiene señales de deterioro, algunos remiendos del mismo color pero de tono diferente. A pesar de eso se distingue, de perfil, un rostro severo rodeado de otras figuras históricas, muy severas también. El Primer actor entra por la derecha alta. Lleva un clavel en la solapa, y en los hombros se le ven papelitos de colores. Da una vuelta en escena, se detiene unos instantes a contemplar el escenario. Luego se acerca al proscenio donde están las luces y empieza a contar los espectadores. Se equivoca y vuelve a empezar. Le dijeron que las localidades se habían agotado pero, por lo que puede ver, no se lo cree. Mientras cuenta, entra el Segundo actor por la izquierda baja. Parece muy cansado. Tiene una larga cinta adhesiva pegada en la boca. El Primer actor termina de contar, sonríe, se gira y se topa de frente con el Segundo actor. Retrocede, pero después se aproxima, si bien con cautela. Se oye un golpe de gong. La obra va a empezar.

PRIMER ACTOR

¡Qué afortunado! Oí decir que habías muerto…

El Segundo actor trata de quitarse la cinta adhesiva.

PRIMER ACTOR

De todas maneras, está bien que hayas venido, me ayudas en la representación. Estaba un poco preocupado cuando entré. Me dijeron que en la sala había una gran expectación. En realidad, está muy diferente. Todos parecen muy atentos. No es la costumbre. ¿Has dicho algo?

El segundo actor sigue tratando de quitarse la cinta adhesiva.

PRIMER ACTOR

Comoquiera que sea, estoy sorprendido. Esta obra ha sido representada muchas veces. Últimamente, incluso con poca participación. Siempre los mismos espectadores.

Se enciende súbitamente un proyector. El perfil del Primer actor se superpone al perfil histórico del fondo. El Segundo actor señala hacia allá.

PRIMER ACTOR

(Después de mirar.) ¡Enciendan otro!

En la platea, alguien enciende una linterna eléctrica. La sombra poco nítida que proyecta el Primer actor se mueve y coincide con la figura del rey don Sebastião, que lucha a espada contra los moros.

PRIMER ACTOR

De los males, el menor. (Al Segundo actor.) Me tienes que ayudar, ¿me oyes? ¡Me tienes que ayudar!

El Segundo actor intenta, nerviosamente, arrancarse la cinta.

PRIMER ACTOR

(Sonriendo hacia la platea.) ¿Alguno de los presentes querría venir a ayudar a mi colega?

En la primera fila se levantan tres hombres vestidos de gris ceniciento. Suben al escenario, se acercan al Segundo actor, lo ocultan de la vista del público. Hay cierta agitación en el grupo. Cuando los hombres se retiran, el Segundo actor aparece con una tira de cinta adhesiva aún más ancha.

PRIMER ACTOR

(Sonriendo indignado.) ¡Pedí que le ayudaran!…

El Segundo actor se encoge de hombros.

PRIMER ACTOR

(Sonriendo afligido.) ¿Nadie lo va a ayudar? (En tono desesperado, sonriendo.) ¿Qué es lo que se debe hacer en un caso como este?

En la platea se discute. Se forman corrillos. Dos muchachos se precipitan hacia el escenario, pero son sacados violentamente del teatro. El Segundo actor logra despegar una punta de la cinta y tira de ella con todas sus fuerzas. Poco a poco se hace el silencio en la sala. El Primer actor se acerca, indeciso, al Segundo actor. Extiende la mano con un movimiento indefinido, pero la retira rápidamente. El Segundo actor resbala, cae al suelo y ahí, retorciéndose, lucha con la cinta adhesiva. El público se levanta. Algunos espectadores más sensibles se tapan los ojos o se retiran. El telón de fondo se oscurece lentamente. Todos los proyectores de la sala enfocan ahora al Segundo actor. El silencio es total. En un último esfuerzo, el Segundo actor se arranca la cinta de la boca. El Primer actor retrocede, esta vez asustado. Mientras el Segundo actor se levanta, despacio, el fondo se vuelve a iluminar. Es una tela blanca, irradiante. El Segundo actor está de pie, tambaleándose por un gran vértigo, abriendo y cerrando la boca como si estuviera hablando…

PRIMER ACTOR

(Al apuntador.) ¿Puede hablar?

APUNTADOR

Debe.

PRIMER ACTOR

(Tímidamente.) Habla.

VOCES EN LA PLATEA

¡Cállate!

¡Habla!

PRIMER ACTOR

¡Cállate!

SEGUNDO ACTOR

(En un grito estrangulado.) ¡El pueblo!

Detrás de los bastidores suena de nuevo el gong. ¿Se acabó la obra?

JOSÉ SARAMAGO,

El equipaje del viajero, 1973

libro-3

La noche

Traducción de Antonio Sáez Delgado

libro-4

A Luzia Maria Martins,

que me creyó capaz de escribir una obra de teatro.

libro-5

Todos haremos periódicos algún día.

AUTOR DESCONOCIDO

libro-6

Cómo y por qué de La noche

Ninguna de las obras teatrales que he escrito hasta ahora (y son cuatro) resultó de necesidades creativas propias, y sí de lo que me permitiré llamar «encargos sociales», esto es, propuestas explícitas y directas de personas que pensaron que yo sería capaz de producir algunos textos dramáticos dotados de suficiente sustancia conflictual y psicológica como para poder resistir la prueba real del escenario. Naturalmente, no me cabe a mí ser juez del yerro o el acierto de esperanzas tan confiadas. Cuando allá por 1977 o 1978 una directora de teatro portuguesa, Luzia Maria Martins, me pidió que escribiera una obra cuya acción pasara en la redacción de un periódico, tenía delante de sí a un escritor sin ninguna experiencia teatral, salvo la que pudiese haber recibido como espectador asiduo, y esa misma, debo confesarlo, destituida de auténtica pasión. Se añadía a esto la circunstancia de que entonces era poco significativo, por no decir insignificante del todo, el trabajo que había realizado como novelista, el cual solo a partir de 1980, con la publicación de Levantado del suelo, comenzaría a definir un rumbo personal y un proyecto nítidamente caracterizado. Permanecerán siempre en el misterio las razones que impulsaron a Luzia Maria Martins a llamar a la puerta de al

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