Los Sackler fueron durante años sinónimo de riqueza y filantropía. Dueños de una de las mayores fortunas del mundo, parecía inevitable que toda institución de prestigio exhibiese el apellido en sus paredes, desde las universidades de Harvard y Oxford hasta el museo del Louvre, el Guggenheim y el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, entre muchos otros. La idea de que pudiesen caer en desgracia era impensable, hasta que estalló el escándalo: el patrimonio familiar estaba construido a base de pastillas de OxyContin, el analgésico que desató una de las peores crisis sociales en Estados Unidos: solo en 2020, cien mil personas murieron por su adicción a los opioides. En este diálogo exclusivo para LENGUA, Patrick Radden Keefe le cuenta a Jon Sistiaga cómo escribió «El imperio del dolor» (Reservoir Books), su monumental investigación periodística sobre los Sackler y la empresa insignia de la familia, Purdue Pharma, y recorre la historia oculta de envidias, egos y muertes financiada por la oxicodina, la heroína del siglo XXI.