Índice
Cubierta
Cuentos completos
Historia Universal de la Infamia (1935)
Prólogo a la primera edición
Prólogo a la edición de 1954
El atroz redentor Lazarus Morell
El impostor inverosímil Tom Castro
La viuda Ching, pirata
El proveedor de iniquidades Monk Eastman
El asesino desinteresado Bill Harrigan
El incivil maestro de ceremonias Kotsuké no Suké
El tintorero enmascarado Hákim de Merv
Hombre de la esquina rosada
Etcétera
Índice de las fuentes
Ficciones (1944)
El jardín de senderos que se bifurcan
Prólogo L
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius
Pierre Menard, autor del Quijote
Las ruinas circulares
La lotería en Babilonia
Examen de la obra de Herbert Quain
La Biblioteca de Babel
El jardín de senderos que se bifurcan
Artificios (1944)
Prólogo
Funes el memorioso
La forma de la espada
Tema del traidor y del héroe
La muerte y la brújula
El milagro secreto
Tres versiones de Judas
El fin
La secta del Fénix
El Sur
El Aleph (1949)
El inmortal
El muerto
Los teólogos
Historia del guerrero y de la cautiva
Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)
Emma Zunz
La casa de Asterión
La otra muerte
Deutsches Requiem
La busca de Averroes
El Zahir
La escritura del dios
Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto
y los dos laberintos C
La espera
El hombre en el umbral
El Aleph
Epílogo
El informe de Brodie (1970)
El informe de Brodie
El libro de arena (1975)
El otro
Ulrica
El Congreso
There Are More Things
La Secta de los Treinta
La noche de los dones
El espejo y la máscara
Undr
Utopía de un hombre
El soborno
Avelino Arredondo
El disco
El libro de arena
Epílogo
La memoria de Shakespeare (1983)
Agosto 25, 1983
Tigres azules
La rosa de Paracelso
La memoria de Shakespeare
Notas
Créditos
Acerca de Random House Mondadori
Cuentos completos
Jorge Luis Borges
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Cuentos completos
Historia Universal
de la Infamia
(1935)
Prólogo a la primera edición
Los ejercicios de prosa narrativa que integran este libro fueron ejecutados de 1933 a 1934. Derivan, creo, de mis relecturas de Stevenson y de Chesterton y aun de los primeros films de Von Sternberg y tal vez de cierta biografía de Evaristo Carriego. Abusan de algunos procedimientos: las enumeraciones dispares, la brusca solución de continuidad, la reducción de la vida entera de un hombre a dos o tres escenas. (Ese propósito visual rige también el cuento «Hombre de la esquina rosada».) No son, no tratan de ser, psicológicos.
En cuanto a los ejemplos de magia que cierran el volumen, no tengo otro derecho sobre ellos que los de traductor y lector. A veces creo que los buenos lectores son cisnes aun más tenebrosos y singulares que los buenos autores. Nadie me negará que las piezas atribuidas por Valéry a su pluscuamperfecto Edmond Teste valen notoriamente menos que las de su esposa y amigos.
Leer, por lo pronto, es una actividad posterior a la de escribir: más resignada, más civil, más intelectual.
J. L. B.
Buenos Aires, 27 de mayo de 1935