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Portadilla
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Dedicatoria
Citas
Niña de Barro en la tierra de Moriah
El viaje de Mujer de Barro. El Black River Café
Niña de Barro salvada por el Rey de los Cuervos
Mujer de Barro se enfrenta a un enemigo. El triunfo de Mujer de Barro
Niña de Barro recuperada. Niña de Barro rebautizada
Mujer de Barro caída. Mujer de Barro levantada. Mujer de Barro en los días de la Conmoción y el Espanto
Niña de Barro en la «casa de acogida». Niña de Barro recibe un regalo
Mujer de Barro hace una promesa. Y Mujer de Barro hace un descubrimiento
Niña de Barro tiene un nuevo hogar. Niña de Barro tiene un nuevo nombre
Mujer de Barro apareada
Niña de Barro, querida
Mujer de Barro, vacía
Niña de Barro, deseada
Mujer de Barro, desafiada
Niña de Barro: traición
Mujer de Barro in extremis
Mujer de Barro ex officio
Mujer de Barro entre las nebulosas
Mujer de Barro arrojada a la Tierra
Mujer de Barro Novia
Mujer de Barro encuentra un hogar
Mujer de Barro se encuentra con un amor perdido
Mujer de Barro: lunas más allá de los anillos de Saturno
Mujer de Barro no alcanzada por el rayo. Mujer de Barro salvada de la pesadilla
Mujer de Barro en Star Lake. Mujer de Barro en Lookout Point
Notas
Sobre la autora
Créditos
Grupo Santillana
Para Charlie Gross, mi marido y primer lector
«¿Qué es el hombre? Una bola de serpientes.»
FRIEDRICH NIETZSCHE,
Así habló Zaratustra
Aquí mis más frágiles hojas, que son, sin embargo, las más duraderas,
Aquí protejo y oculto mis pensamientos, no los dejo al descubierto,
Y sin embargo, ellos me delatan más que todos mis otros poemas.»
WALT WHITMAN,
«Aquí mis más frágiles hojas»
«El tiempo es una forma de impedir que todas las cosas ocurran a la vez.»
ANDRE LITOVIK,
«El universo en evolución: origen, edad y destino»
Niña de Barro en la tierra de Moriah
Abril de 1965
Debes estar preparada, dijo la mujer.
Preparada no era una palabra que la niña comprendiera. En la voz de la mujer, preparada era una palabra de calma y quietud, como agua reluciente en las marismas junto al río Black Snake que la niña pensaba que parecían las escamas de una serpiente gigante cuando una estaba tan cerca de la serpiente que no podía verla entera.
Porque ésta era la tierra de Moriah, decía la mujer. Este lugar al que habían llegado de noche era el lugar prometido, en el que sus enemigos no tenían poder sobre ellas y nadie las conocía ni las había visto.
La mujer hablaba con la voz del agua tranquila y reluciente y enunciaba sus palabras con claridad, como si estuviera traduciendo a ciegas mientras hablaba y las palabras que traducía tuvieran formas extrañas y se hubieran encajado de cualquier manera en su laringe; le dolían, pero el dolor no le era desconocido, y había aprendido a encontrar en el dolor una felicidad secreta, demasiado maravillosa para arriesgarla reconociéndola.
Nos está diciendo que confiemos en Él. En todo lo que se hace, confiemos en Él.
De la bolsa de lona en la que, durante los días y noches de recorrer la carretera serpenteante que salía de Star Lake hacia el norte, había guardado lo necesario para llevarlas hasta la tierra de Moriah sanas y salvas, la mujer sacó las tijeras grandes.
En su sueño exhausto, la niña había oído los chillidos de los cuervos, como tijeras que cortaran el aire en las marismas junto al Black Snake.
Entre sueños, había olido el olor intenso y salobre a aguas estancadas y otro a tierra rica y oscura y a cosas rotas y podridas en la tierra.
Un día y una noche en la carretera junto al viejo canal y otro día y esta noche que todavía no era amanecer al borde de las marismas.
Confía en Él. Esto está en Sus manos.
Y la voz de la mujer que no era la voz ronca y tensa que solía tener sino la voz despegada y maravillada ante algo que ha salido bien cuando no se esperaba o cuando no se esperaba tan pronto.
Si está mal que se haga esto, Él enviará a un ángel del Señor igual que lo envió a Abraham para perdonar a su hijo Isaac, y a Agar, a cuyo hijo devolvió la vida en el desierto de Berseba.
Con sus dedos regordetes, raspados y que sangraban con facilidad después de tres meses del jabón de lejía de siniestro color verde que era el único disponible en el centro de internamiento del condado, la mujer empuñó las grandes y sucias ti