Un grano de trigo

Ngugi wa Thiong'o

Fragmento

cap-1

PRÓLOGO

Un grano de trigo, novela elegida en 2002 por un comité de académicos y críticos literarios de todo el continente negro como uno de los doce mejores libros africanos del siglo XX, es la tercera obra publicada por el escritor keniano Ngugi wa Thiong’o, considerado de forma unánime por la crítica especializada como el autor más destacado del África Oriental. Nacido en 1938 en Kamiriithu, en el distrito de Kiambu (Kenia), en el seno de una extensa familia campesina (él fue el quinto hijo de la tercera de las cuatro esposas de su padre), Ngugi recibió su formación básica en escuelas misioneras y en instituciones independientes gikuyu; más tarde, se diplomó en Inglés por el Colegio Universitario de Makerere, de la Universidad de Kampala (Uganda), y completó su formación académica en la Universidad de Leeds (Reino Unido). Su primera novela, Weep not, Child (1964), fue también la primera obra publicada en inglés por un autor del Este de África. Después seguirían The River Between (1965), Un grano de trigo (1967), ahora presentada al público lector español, y Petals of Blood (1977).

Durante estos años, en los que Ngugi fue profesor en diversas universidades africanas y estadounidenses, su visión política y su pensamiento crítico le empujaron hacia la escritura y el montaje de obras teatrales en su lengua materna, el gikuyu, en cooperación con asociaciones culturales populares en su país. Fue a raíz de la producción de una de estas obras, Ngaahika ndeenda (1977), cuando el entonces presidente de Kenia, Daniel Arap Mol, ordenó su ingreso sin juicio previo en la prisión de máxima seguridad de Mamiti. Durante su detención, Ngugi escribió la novela Caitaani mutharaba-Ini (1980), traducida al español con el título El diablo en la cruz, el primer texto moderno escrito en gikuyu, que marcaría el giro definitivo del autor hacia un sostenido compromiso con su propia lengua: su siguiente novela, Matigari (1986) y la Murogi wa Kagogo traducida al inglés en 2006 y al español con el título El brujo del cuervo en 2008, han sido también escritas en este idioma, así como otras varias obras de teatro y libros infantiles.

Ngugi justifica ampliamente esta decisión de abandonar la lengua del imperio en sus ensayos críticos, en especial en los incluidos en los volúmenes Decolonizing the Mind. The Politics of Language in African Literature (1986) y Moving the Centre: The Struggle for Cultural Freedom (1993). Como se explicita en el título de estas obras, la preocupación del autor por «la descolonización de la mente» de los africanos y por el establecimiento de un modelo de relaciones interculturales genuinamente democrático, basado en el respeto y la igualdad, han sido las grandes líneas directrices de su pensamiento crítico. A esto se une su visión política de raigambre marxista y fanoniana, que sustenta sus análisis implacables del colonialismo y el imperialismo y, en sus obras más recientes, de las lacras de los estados poscoloniales, sometidos a los feroces dictados del capitalismo globalizado y neocolonialista.

Estos son los pilares de su compromiso artístico, que él mismo resume con magistral concisión en uno de sus ensayos: «Escribe y arriésgate a ser condenado. Evita la condena, y dejarás de ser un escritor. Este es el destino del escritor en un estado neocolonial.[1] Ngugi sabe bien de lo que está hablando: sus posicionamientos como creador y pensador le han valido la condena a un exilio que dura ya más de veinte años en Inglaterra y Estados Unidos, donde en la actualidad dirige el Centro Internacional de Escritura y Traducción de la Universidad de California en Irvine.

La obra narrativa de Ngugi puede leerse como una crónica de la historia de Kenia en el siglo XX, o quizá debiéramos decir de la intrahistoria, porque las novelas de este autor ponen de manifiesto una y otra vez el papel de la gente corriente, en particular de los campesinos y el proletariado urbano, en la construcción del destino de la nación. De acuerdo con sus propias palabras, «si hay un tema recurrente en la historia de Kenia durante los últimos cuatrocientos años aproximadamente (desde el siglo XVI), es seguro el de la resistencia de los pueblos de Kenia frente a la dominación extranjera».[2] Esa misma lucha, por tanto, constituye el eje temático de sus novelas, que abarcan desde la época de los primeros asentamientos europeos en el interior del país a principios del siglo XX, Weep not, Child, hasta la época contemporánea, El diablo en la cruz.

Esto no significa, sin embargo, que Ngugi glorifique de manera sistemática a sus protagonistas africanos, o que demonice de forma maniquea a los personajes europeos. Por muy clara que sea su alianza con sus compatriotas, Ngugi escribe sobre seres humanos que, como tales, pueden ser violentos y traidores o infinitamente amables; desinteresados y nobles o mezquinos y débiles; en definitiva: complejos y falibles. En una entrevista reciente, el autor afirma: «Como todos los escritores, me interesan las relaciones entre los seres humanos y su calidad. Esto es lo que exploro en mis obras. Las relaciones humanas no se dan en un vacío. Se desarrollan en el contexto de la ecología, la economía, la política, la cultura y la psique. Estos aspectos son inseparables. Están conectados. Lo más íntimo está relacionado con lo más mundano. Como artista, examinas las cosas particulares y exploras la interconexión de los fenómenos para abrir una ventana hacia el alma humana».

Un grano de trigo se desarrolla a lo largo de cuatro días de 1963, que culminan con el acceso de Kenia a la independencia (Uhuru) el 12 de diciembre de ese mismo año. A través de las numerosas narraciones retrospectivas que se complementan y se entrecruzan a lo largo de la novela, se nos ofrece una visión de la continuidad de los movimientos de resistencia anticolonial forjados en el país a lo largo del siglo XX, desde que el legendario guerrero Waiyaki emprendiera su rebelión armada contra los colonos pioneros a principios de siglo, pasando por la formación de la East African Association de Harry Thuku en los años veinte, y de la guerrilla Mau Mau y el partido de Jomo Kenyatta KAU (Kenya African Union) en los años cuarenta y cincuenta, que bajo liderazgo de este último, y con la nueva denominación KANU (Kenya African National Union) condujo finalmente al país al autogobierno y a la independencia a principios de los años sesenta.

A este respecto, Ngugi ofrece una indispensable contrapartida a la hegemónica historia colonial, escrita desde la perspectiva de los británicos, que sataniza a los nativos, y en especial a los guerrilleros Mau Mau, calificándolos de modo recurrente como «salvajes», «brutales», «caníbales» y «terroristas». El movimiento Mau Mau empezó a forjarse a finales de los años cuarenta y alcanzó su momento de mayor actividad a principios de los cincuenta, como respuesta a las continuadas expropiaciones de tierras por parte de la administración británica, que ponían en serio peligro la supervivencia de las poblaciones autóctonas. Las ceremonias de iniciación o juramentos comprometían a los activistas a intervenir para expulsar a los blancos de Kenia y a guardar fidelidad al grupo. Se calcula que unos ciento veinte mil

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