Rompiendo algo

Belén Gopegui

Fragmento

Nota a la edición española

Nota a la edición española

La primera edición de este libro se publicó en Chile el año 2014. Fue Matías Rivas, director de Ediciones Universidad Diego Portales, quien tuvo la iniciativa de reunir en un volumen los ensayos y artículos de Belén Gopegui, una tarea que, sabedor de la admiración y el aprecio que siento por esta autora, me encomendó en buena hora. El libro tuvo escasa distribución fuera de Chile. A España llegaron sólo unas pocas decenas de ejemplares, que no tardaron en agotarse. Con excepción de Argentina, en el resto de países latinoamericanos apenas circuló. De ahí que para la mayoría de los lectores en castellano esta nueva edición constituya toda una novedad, que no ha perdido entretanto ninguno de sus alicientes.

El contenido del libro no ha variado sustancialmente. Al conjunto se han agregado únicamente ocho piezas nuevas, la mayor parte de ellas breves, escritas con posterioridad a la primera edición. Sólo una, «El redondel de luz», es de fecha relativamente remota (año 2001). Se trata del prólogo a Los parentescos, un texto que Carmen Martín Gaite dejó inacabado y que fue publicado al poco de su muerte.

Belén Gopegui se ha prodigado poco como articulista y como ensayista. De hecho, buena parte de los textos que se dan aquí como «ensayos» tienen su origen —cuando no se trata de prólogos— en charlas impartidas en muy variados foros, no pocos de ellos connotados política o intelectualmente (como se puede constatar en la relación de «procedencias» que se da al final del volumen). Esto último da cuenta de la atención que la autora presta a los lugares y a la naturaleza de los actos a los que es convocada, y da cuenta también de su resistencia a participar en las más conspicuas tribunas reservadas a los escritores, en particular festivales, ferias y toda suerte de «pasarelas» literarias. Por lo mismo, Gopegui se ha mantenido más o menos al margen de la «industria» periodística, en la que tantos escritores suelen buscar sustento, ya sea en calidad de columnistas o de comentaristas. Sus colaboraciones en la prensa han tenido casi siempre un carácter ocasional, y si alguna vez ha aceptado colaborar con cierta regularidad con algún medio ha sido por sintonía con los intereses y orientaciones del medio en cuestión, perteneciente por lo general al siempre exiguo espectro de lo que cabe entender por prensa de izquierdas (digital o impresa).

Se destaca esto para dejar claro que, si bien los materiales aquí reunidos constituyen una selección intencionada de un caudal bastante más amplio, este caudal, sin embargo, no deja de ser relativamente escaso, al menos si se considera el conjunto de la trayectoria pública de Belén Gopegui, comenzada ahora hace veinticinco años, con la publicación de La escala de los mapas (1993). Esta escasez viene determinada, por otro lado, por el filtro que la autora establece entre los muchos textos de naturaleza circunstancial cuyo sentido se ciñe a la ocasión para la que han sido escritos, y los que estima que pueden tener un interés más amplio.

Con independencia de sus afortunadas incursiones en la literatura infantil y juvenil, o en la escritura de guiones cinematográficos o de la publicación casi testimonial —en sellos de escasa difusión— de algún ensayo o relato suelto, de alguna colección de piezas afines a las aquí reunidas (como es el caso del volumen titulado Material crítico, publicado en 2008 por la Asociación Investigación y Crítica Ideológica en España, de Granada), Belén Gopegui es, antes que nada y por encima de todo, novelista. La novela entendida como género proteico y en buena medida hegemónico, conformador de nuestro modo de interpretar el mundo y de nuestra forma de estar en él, es el campo escogido por Gopegui para intervenir en la sociedad y contribuir a transformarla, siempre a fuerza de postular modos distintos de representación que permitan ampliar la conciencia que tenemos de las condiciones supuestamente dadas e imaginar nuevas opciones de resistirse a ellas, de combatirlas y acaso de superarlas.

Desde la primera edición de este libro, Belén Gopegui ha publicado dos nuevas novelas: El comité de la noche (2014) y Quédate este día y esta noche conmigo (2017). Tres, en realidad, pues habría que contar también la titulada Fuera de la burbuja (2017), destinada a un público adolescente pero no por eso desprovista del rigor ni del nivel de exigencia y de interpelación que caracteriza el arte narrativo de Gopegui en cualquiera de sus manifestaciones. Las dos primeras suponen nuevos y —como siempre— inesperados movimientos en su estrategia impugnadora de las convenciones en que se ampara ese falso realismo que, aun sin saberlo, sirve para perpetuar un statu quo que trata de imponérsenos como inevitable. Nunca se insistirá lo suficiente en la dimensión vanguardista de la narrativa de Belén Gopegui, que admite este calificativo en su acepción menos trivial, menos voluntariosamente críptica y enrevesada, más rigurosa también: la que desborda el plano de lo meramente formal para alumbrar nuevas formas de sociabilidad, y no sólo de comunicabilidad.

Decía el escritor alemán Botho Strauss —en un pasaje de su libro Parejas, transeúntes (1981)— que «una vanguardia que no está convencida de que un día el público en general, la capa media de ciudadanos, tomará su puesto y la convertirá en un bien común, carece de la fuerza combativa para su cometido». Animados no pocas veces por la misma inquietud experimentadora de las novelas de su autora, los ensayos y artículos aquí reunidos —modelos todos ellos de recta y apasionada elocuencia, a menudo vibrantes como la flecha recién clavada en su diana, disparados con la misma fuerza y precisión— expresan y difunden esta convicción de que es el bien común lo que está en juego, y, aunque en un segundo plano, trabajan en la misma dirección de aquéllas. Se me ocurre verlos como acciones de guerrilla, de emboscada, a veces de sabotaje, destinadas a socavar ese mismo pensamiento dominante al que las novelas oponen su perturbadora facticidad.

Llama la atención la vigencia a menudo desconcertante de estos textos, tan atentos a las circunstancias a las que están destinados —circunstancias que remontan en ocasiones a diez, a quince, incluso a veinte años atrás. Todos siguen siendo asombrosamente concernientes, a veces con una premura que el paso del tiempo no ha hecho más que agudizar. Indicio inequívoco de su longitud de miras, de la profundidad del horizonte en el que se proyectan, que no es otro que el de esa «vida triunfante» de cuyo anhelo dice Belén Gopegui que depende, en última instancia, el sentido y el futuro de la novela.

I.E.

Nota a l

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