Índice
Cubierta
El secreto de la orquídea
Siam, hace muchas lunas…
PRIMERA PARTE. Invierno
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
SEGUNDA PARTE. Verano
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Epílogo
Agradecimientos
Notas
Biografía
Créditos
A mi padre, Donald, que me inspiró
en todos los sentidos
Siam, hace muchas lunas…
Cuentan que en Siam, cuando un hombre se enamora profunda, apasionada e irrevocablemente de una mujer, hará lo que sea con tal de conservarla, complacerla y lograr que ella no repare más que en él.
Hubo una vez un príncipe de Siam que se enamoró de esta manera de una mujer de extraordinaria belleza. La cortejó hasta conquistarla, pero unas noches antes de su boda, una celebración en la que iba a participar todo el reino bailando y manifestando su regocijo, el príncipe sintió desasosiego.
Sabía que debía demostrarle amor con un acto tan heroico y poderoso que lo uniese a su amada para siempre.
Debía encontrar algo que fuese tan extraordinario y hermoso como ella.
Después de pensar mucho en ello llamó a sus tres criados más fieles y les explicó lo que tenían que hacer:
—He oído contar muchas historias sobre la Orquídea Negra que crece en la cima de las montañas del norte de nuestro reino. Quiero que la encontréis y que la traigáis a palacio para que pueda ofrecérsela a mi princesa el día de nuestra boda. El que lo consiga recibirá como recompensa un tesoro que lo convertirá en un hombre rico. Los dos que fracasen en esta misión no vivirán para ver mi boda.
Los tres hombres permanecían postrados ante su príncipe con el corazón en un puño. Sabían que se enfrentaban a la muerte. La Orquídea Negra era una flor mítica. Al igual que los dragones de oro cubiertos de joyas que adornaban las barcazas reales que transportarían al príncipe al templo donde este juraría amor eterno a su princesa, era fruto de la leyenda.
Esa noche los tres criados fueron a sus respectivas casas a despedirse de sus familias. Pero uno de ellos, a quien su esposa abrazaba inconsolable, era más inteligente que los demás y no se resignaba a morir como lo hacían los otros dos.
A la mañana siguiente había trazado ya un plan. Se dirigió al mercado flotante donde vendían especias, seda… y flores.
Una vez allí utilizó las monedas que tenía para comprar una exquisita orquídea de color magenta y rosa, cuyos pétalos eran oscuros y sedosos. A continuación caminó por los estrechos klongs de Bangkok hasta que encontró al escribano en el lóbrego y húmedo taller que había en su trastienda, sentado entre sus rollos.
El criado lo conocía porque había trabajado en palacio, si bien su obra había sido considerada indigna debido a las imperfecciones de su caligrafía.
—Sawadee krup, escribano. —El criado colocó la orquídea encima del mostrador—. Tengo un trabajo para ti, si me ayudas te colmaré de riquezas.
El escribano, que se ganaba la vida con dificultad desde que había abandonado el palacio, miró al criado con interés.
—¿Y qué debo hacer?
El criado indicó la flor.
—Quiero que uses tu habilidad con la tinta para teñir de negro los pétalos de esta orquídea.
El escribano frunció el ceño mientras miraba fijamente al criado, después examinó la planta.
—Puedo hacerlo, pero has de saber que las flores que broten después no serán negras, así que tarde o temprano te descubrirán.
—Cuando eso ocurra, ambos estaremos muy lejos de aquí, viviendo como el príncipe al que sirvo —contestó el criado.
El escribano asintió con la cabeza lentamente mientras reflexionaba sobre la propuesta.
—Vuelve al atardecer y tendrás tu Orquídea Negra.
El criado regresó a su casa y le dijo a su esposa que recogiera sus escasas pertenencias, a la vez que le prometía que más adelante se podría comprar cuanto quisiera y él le construiría un hermoso palacio muy lejos de allí.
Esa noche volvió a la tienda del escribano y exclamó encantado al ver la Orquídea Negra en el mos