Segundo libro de crónicas

António Lobo Antunes

Fragmento

Índice

Índice

CUBIERTA

SEGUNDO LIBRO DE CRÓNICAS

SEGURO QUE NO FUE ASÍ PERO HAZTE A LA IDEA

ANTÓNIO 56 ½

NOSOTROS DOS AQUÍ OYENDO CÓMO CAE LA LLUVIA

¿QUIÉN ME HABRÁ LASTIMADO PARA HACERME TAN DULCE?

CRÓNICA PARA SER LEÍDA CON ACOMPAÑAMIENTO DE KISSANJE

BUENAS NOCHES A TODOS

NO ENTRES POR AHORA EN ESA NOCHE OSCURA

EN CASO DE ACCIDENTE

YO, HACE SIGLOS

DATOS PARA LA BIOGRAFÍA DE ANTÓNIO LOBO ANTUNES

NATURALEZA MUERTA CON SEÑORA

NO TAN A FLOR DE TIERRA

TE ESPERO EN MEDIO DE LAS GAVIOTAS

PROVINCIAS

SE VEÍA VENIR

SUGERENCIAS PARA EL HOGAR

EL OLOR QUE DESPIDEN LAS OLAS EN EL INSTANTE EN QUE EL AIRE ES MÁS FRÍO QUE EL AGUA

HOLA

MINUÉ DEL SEÑOR DE MEDIANA EDAD

SOBRE DIOS

EL GORDO Y EL INFINITO

HERRN ANTUNES

LA COSA NO ES EXACTAMENTE ASÍ

LA CRÓNICA QUE NO LLEGUÉ A ESCRIBIR

RECETA PARA LEERME

YA NO TENGO EDAD PARA ESTAS COSAS

A LA VUELTA AQUÍ OS ESPERO

ESTO

SILBAR EN LA OSCURIDAD

ESTA NOCHE NO ESTOY PARA NADIE

DE DIOS COMO AFICIONADO AL JAZZ

OH, ROSA, DESPLIEGA LA FALDA

RETRATO DEL ARTISTA JOVEN II

NO SE DESCIENDE VIVO DE UNA CRUZ

AHORA NO, TEN PACIENCIA

AZAR ES EL SEUDÓNIMO QUE USA DIOS CUANDO NO QUIERE FIRMAR

LA COMPASIÓN DEL FUEGO

EN OPORTO CON EGITO GONÇALVES

FESTIVO

ESTA MANERA DE LLORAR DENTRO DE UNA PALABRA

TEXTO PARA EL LIBRO DEL FOTÓGRAFO EDUARDO GAGEIRO

FANTASMA DE UNA SOMBRA

CRÓNICA MUY ANTIGUA QUE CREÍA PERDIDA

JURO QUE NO ESTOY MINTIENDO

HOTEL MAILBERGER HOF

UNA SIRENA DE CORAL EN EL RÍO

COMO SI EL ROCÍO TE HUBIESE BESADO

A JOSÉ CARDOSO PIRES, AL OÍDO

EL ASESINATO DE LA ESPOSA DEL SEÑOR SALES CONTADO POR ÉL MISMO

ES TU MANO LO QUE ME HACE FALTA AHORA

¿TE ACUERDAS DE MAÑANA?

LO QUE ESTE PAÍS NECESITA ES UN GOBIERNO FUERTE

UNA CARICIA EN TU PELO

MENUDA NAVIDAD

SOUVENIR FROM LISBON

OJOS LLENOS DE INFANCIA

MARQUÉS DE POMBAL - LARANJEIRAS

NUEVO ENSAYO SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO

PARA ARTUR SEMEDO, CERCA

«LOS LUSÍADAS» CONTADO A LOS NIÑOS

UN SILENCIO REFULGENTE

CÓMO EMPEZÓ MI NOVIAZGO

A CARGO DE LA CASA

LA NOCHE DEL SÁBADO ES LA NOCHE MÁS TRISTE DE LA SEMANA

EL SONIDO DE MIS HUESOS

DÍA DE SAN ANTÓNIO

EL OMBLIGO DEL OMBLIGO DEL OMBLIGO

¿TE IMPORTARÍA DEJARME EN PAZ?

HAY SORPRESAS ASÍ

NO HAGAS CASO A MIS SUSPICACIAS

LA SALUD DE CABALLO DE MI PADRE

BUENOS DÍAS, EUGÉNIO

MARIA IRENE

ESA COSA EN LA QUE ME HE TRANSFORMADO

NOSOTROS DOS

UNA SENSACIÓN DE PARA QUÉ

PENN

EL ANOCHECER EN LOS GERANIOS

NOTAS

BIOGRAFÍA

CRÉDITOS

ACERCA DE RANDOM HOUSE MONDADORI

A Margarida da Beira Cardoso de Melo

Machado de Almeida Lima,

mi abuela querida

SEGURO QUE NO FUE ASÍ PERO HAZTE A LA IDEA

SEGURO QUE NO FUE ASÍ

PERO HAZTE A LA IDEA

Lo que más me gustaba en Beira Alta era la sordera de mi abuelo. Usaba una especie de auriculares de los que salía un cable trenzado que terminaba en la pila

enorme

en el bolsillo de arriba, y se me antojaba, por la expresión atenta, que estaba siempre comunicándose con los ángeles o esas voces sin cuerpo que creía distinguir en los pinos y él sin duda oía. A nosotros, a los terrestres, no nos oía nunca: mi abuela le gritaba haciéndole señas que estábamos allí, mi abuelo miraba hacia abajo, sonreía, iniciaba un gesto en nuestra dirección del que se olvidaba enseguida, llamado por los pinos o por alguna urgencia celestial. De persona tenía poco: no me acuerdo de haberlo visto reírse, de haberlo visto comer: o se quedaba callado en el balcón que daba a la sierra o si no leía el periódico, que llegaba en el tren del mediodía y había que ir a buscar a la estación. Con su chaqueta de hilo blanco, apoyado en un pilar, pasaba las páginas con un ruido de palomas sin que su expresión cambiase una sola vez. Tal vez ni siquiera leía: se demoraba en las noticias el tiempo necesario para que pensásemos que leía, se olvidaba de las hojas en una silla de lona y bajaba a la viña sin pisar los bancales, con la levedad distraída de los serafines. Su presencia era una silenciosa ausencia que olía a brillantina: al atardecer, después del baño

(sacaban agua del pozo con una bomba y la ducha era un cubo con agujeritos)

dejaban que me pusiese en el pelo una gota de esa crema blanca que me fijaba los mechones y me embalsamaba con un perfume de Paraíso. Al contrario de lo que yo pensaba, los sonidos de la casa no disminuían de intensidad

(los castaños seguían chascando en las ventanas)

ni los ángeles se interesaban por mí. Cenaba con el pijama puesto, mosqueado con Dios.

No recuerdo que mi abuelo hiciese otra cosa que levitar. De vez en cuando introducía un cigarrillo en la boquilla y fabricaba nubes con la boca. Tal vez la construcción de nubes constituyese su trabajo esencial: las criadas lo llamaban señor ingeniero. Para mí los ingenieros hacían puentes y edificios. Mi abuelo, más dado a las cosas sin peso y a la falta de sustancia de la materia, prefería aquello que, siendo gaseoso, obedecía a los caprichos del viento. Sus carabelas de humo, perfectas, rigurosas, navegaban durante todo septiembre hacia el oeste, transportando a los azulones y al verano consigo. Cansa

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos