Índice
Cubierta
A paso de cangrejo
Los pasos del cangrejo
I LA GUERRA, LA PAZ Y OTRAS COSAS
Algunas reflexiones sobre la guerra y sobre la paz
Amar a América y manifestarse por la paz
Perspectivas para Europa
El lobo y el cordero. Retórica de la prevaricación
Norberto Bobbio: la misión del docto revisitada
Ilustración y sentido común
Del juego al carnaval
La pérdida de la privacidad
Sobre lo políticamente correcto
¿Qué es una escuela privada?
Ciencia, tecnología y magia
II CRÓNICAS DE UN RÉGIMEN
Por quién doblan las campanas. Llamamiento 2001 a un referéndum moral
La campaña de 2001 y las técnicas comunistas de la vieja guardia
Sobre el populismo mediático
Nosotros y los extranjeros
Revisar
¿Estábamos mejor cuando estábamos peor?
La revuelta contra la ley
La pasta Cunegunda
Crónicas del Bajo Imperio
III RETORNO AL GRAN JUEGO
Entre Watson y Lawrence de Arabia
Las palabras son piedras
Retorno a los años setenta
Kamikazes y asesinos
IV EL RETORNO A LAS CRUZADAS
Guerras santas, pasión y razón
Negociar en una sociedad multiétnica
La toma de Jerusalén. Crónica en directo
Misses, fundamentalistas y leprosos
¿Qué hacemos con los preadamitas?
V LA SUMA Y EL RESTO
Las raíces de Europa
El crucifijo, usos y costumbres
Sobre el alma de los embriones
El azar y el diseño inteligente
¡Quita las manos de mi hijo!
El que ya no cree en Dios cree en todo
Los pactos civiles de solidaridad y el cardenal Ruini
¿Relativismo?
VI LA DEFENSA DE LA RAZA
¿Son antisemitas los italianos?
El complot
Algunos de mis mejores amigos
Algunos de sus mejores amigos
VII INTENTEMOS AL MENOS DIVERTIRNOS
Sobre un congreso teológico berlusconiano
El don de la posmonición
Profecías para el nuevo milenio
VIII EL CREPÚSCULO DEL COMIENZO DE MILENIO
Un sueño
A hombros de gigantes
Sobre los inconvenientes y las ventajas de la muerte
Créditos
Acerca de Random House Mondadori
Notas
Los pasos del cangrejo
Este libro recoge una serie de conferencias y artículos escritos entre los años 2000 y 2005.
Se trata de un período fatídico, que se abre con la inquietud ante el nuevo milenio, comienza con el 11 de septiembre, al que siguen las dos guerras en Afganistán y en Irak, y en Italia se presencia el ascenso al poder de Silvio Berlusconi.
Por consiguiente, prescindiendo de muchas otras colaboraciones sobre temas variados, he querido recoger tan solo los escritos que hacían referencia a los acontecimientos políticos y mediáticos de estos seis años. El criterio de selección me lo sugirió uno de los últimos artículos de mi anterior selección (La bustina de Minerva), que llevaba por título «El triunfo de la tecnología ligera».
Adoptando la forma de una falsa recensión de un libro atribuido a un tal Crabe Backwards, observaba que en los últimos tiempos se habían producido avances tecnológicos que constituían auténticos pasos hacia atrás. Observaba que la comunicación pesada había entrado en crisis a finales de los años setenta. Hasta entonces, el principal instrumento de comunicación era el televisor en color, una caja enorme que dominaba con su presencia engorrosa y emitía en la oscuridad siniestros resplandores y sonidos susceptibles de molestar al vecindario. El primer paso hacia la comunicación ligera se dio con el invento del mando a distancia; gracias a él, el espectador no solo podía reducir o incluso suprimir el sonido, sino también eliminar los colores y zapear.
Saltando de un debate a otro, frente a una pantalla en blanco y negro y sin sonido, el espectador había entrado ya en una fase de libertad creativa, llamada «fase de Blob». Además, la vieja televisión, que transmitía los acontecimientos en directo, nos hacía depender de la propia linealidad del acontecimiento. La liberación del directo se produjo con la llegada del vídeo, que no solo supuso el paso de la televisión al cine, sino que permitió al espectador rebobinar las cintas y abandonar así del todo la relación pasiva y represiva con el suceso contado.
En ese momento incluso se habría podido eliminar completamente el sonido y comentar la sucesión desordenada de las imágenes con bandas sonoras de pianola, sintetizada en el ordenador; y, teniendo en cuenta que las propias cadenas emisoras, con el pretexto de ayudar a las personas sordas, habían adquirido la costumbre de insertar subtítulos para comentar las acciones, muy pronto se llegaría a una situación en que, mientras dos se besan en silencio, aparecería un recuadro con la frase «Te quiero». Así que la tecnología ligera habría inventado las películas mudas de los Lumière.
El paso siguiente se logró con la supresión del movimiento de las imágenes. A través de internet, el usuario podía recibir, con un buen ahorro neural, tan solo imágenes inmóviles de baja definición, a menudo monocromas, y sin necesidad alguna de sonido, puesto que las informaciones aparecían en caracteres alfabéticos sobre la pantalla.
Según decía en mi artículo de entonces, el estadio siguiente de este retorno triunfal a la galaxia Gutenberg sería la supresión radical de la imagen. Se inventaría una especie de caja, que abultaría muy poco, solo emitiría sonidos y no necesitaría siquiera el mando a distancia, puesto que se podría zapear directamente haciendo girar un mando. Creía que había inventado la radio y estaba vati