La musa intrusa

Gonzalo Suárez

Fragmento

Guía de personajes

GUÍA DE PERSONAJES

Gonzalo Padrón: nieto del autor.

Pauline: madre de Hélene.

Hélène: mujer del autor.

Francisco Achaíta: funcionario de Correos.

Fausto: perro del padre del autor.

Gonzalo Suárez Gómez: padre del autor.

Sylvia (Suárez Morilla): hermana del autor.

María Morilla: madre del autor.

Sixto Pérez de Urbel: amante de la madre del autor.

Helenio Herrera: entrenador de fútbol.

Fiora Gandolfi: periodista italiana.

Doña Pepita: bruja del Paralelo barcelonés.

Marcel Girard: padre de Hélène.

El hombre que hablaba con Dios.

Andrés Vicente Gómez: productor de cine.

Claudio Rodríguez: poeta.

Carlos Suárez: hermano del autor.

Familia Panero: vecinos de Ibiza, 35.

Ben Barek: jugador de fútbol.

Pepín «El Nuestru»: célebre lugareño.

André Courrèges: modisto.

Maurice Ronet: actor.

Nicoletta: cantante.

Victor Kerdonkuff: representante de actores.

Alexandre Astruc: director de cine.

Lisa Mitchell: secretaria de Ray Bradbury.

Ray Bradbury: escritor de ciencia ficción.

Sam Peckinpah: director de cine.

Katy Haber: secretaria de Peckinpah.

Loreley: personaje de Doble Dos.

King Kong: gorila.

Ken Hyman: productor de la Universal.

Panchito Kowalski: guionista.

Anne-Hélène: hija del autor.

Sylvia (Suárez Girard): hija del autor.

Gonzo: hijo del autor.

Elsa: hija del autor.

Donald Pleasance: actor.

Michael Dunn: actor.

Matthew: hijo de Sam Peckinpah.

Max Aub: escritor.

Julio Cortázar: escritor.

Carmen Balcells: agente literaria.

Joaquín Lledó: escritor y cineasta.

Emiliano Piedra: productor de cine.

Ricardo Muñoz Suay: productor ejecutivo de Ditirambo.

Vicente Aleixandre: poeta y premio Nobel.

Doctor Aragó: médico de niños.

Salomón Resnick: psiquiatra.

Isabelle Clerc y Alberto Puig Palau: amigos.

Colita: fotógrafa.

Eduardo Mendoza: escritor.

Eugenio Trías: filósofo.

Juan Cueto: escritor y ensayista.

Ana María Moix: escritora.

Jose Luis Guarner: crítico.

Modest Cuixart: pintor.

Joaquín Jordá: director de cine.

Vicente Aranda: director de cine.

Pedro Carrasco: boxeador.

La musa intrusa: caso sucedido en Dinamarca.

Breve preámbulo a lo acontecido…

Breve preámbulo a lo acontecido cuatro siglos

antes en un castillo de Dinamarca y anecdóticos

precedentes autobiográficos del autor que

nos habla de su vida y sus amigos, y sus

amigos nos hablan de él

Me disponía a escribir un prólogo al relato del trágico suceso acontecido hace más de cuatro siglos en un castillo de Dinamarca, cuando el viento abrió de golpe la ventana y, al ir a cerrarla, llamaron a la puerta. Dejé la ventana abierta y acudí a la llamada. No había nadie. Eran las doce de la noche. Encendí la luz de la escalera. Me asomé al hueco del ascensor y el serpenteo de los escalones descendentes me produjo vértigo. Miré entonces hacia arriba y el ascensor estaba abajo. En tan corto espacio de tiempo, nadie habría subido ni bajado, deduje. Ni en ascensor. Ni andando. Sin que se oyera chirrido de poleas ni crujido de pasos. En éstas estaba, cuando la corriente de aire cerró la puerta de casa a mis espaldas. Maldije. En pijama y sin llaves. Demasiado tarde para despertar a un vecino y llamar al cerrajero, me senté en un peldaño. Se apagó la luz. Desordenados pensamientos, reflexiones, recuerdos, anécdotas y sueños, tomaron al asalto mi cerebro. Se sucedían unos a otros sin que pudiera detenerlos y, en la silenciosa oscuridad, cosas del pasado invadieron mi memoria, y comprendí que lo acontecido cuatro siglos antes en un castillo de Dinamarca no requería prólogo sino reveladores antecedentes personales del caso, por superfluos que parecieran.

También me pregunté quién habría llamado tan intempestivamente a mi puerta. Debía de estar arriba cuando miré abajo. Y abajo cuando miré arriba. Era ella. La aviesa musa intrusa que, en el jardín de una mansión señorial, acabaría conduciéndome a través de los setos de un intrincado laberinto hasta el estanque donde se reflejaba entre nenúfares el ramaje de una encina centenaria bajo la que se había perpetrado un abyecto asesinato. Me puse en pie y, como si con ello iniciara una investigación, bajé de uno en uno los peldaños. O de tres en cuatro.

La mujer alta, la avispa y la cucaracha…

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos