Ella pisó la Luna

Belén Gopegui

Fragmento

Nota de los editores

NOTA DE LOS EDITORES

Lo que se da a continuación es el texto de la conferencia impartida por Belén Gopegui el 20 de marzo de 2019, en el marco del ciclo titulado Ni ellas musas ni ellos genios, celebrado en CaixaForum Madrid entre el 20 de febrero y el 27 de marzo de este año. Era la quinta vez que se celebraba el ciclo, coordinado por Laura Freixas y Pilar Vicente de Foronda, de Clásicas y Modernas, asociación por la igualdad de género en la cultura. El objetivo del ciclo es –en palabras de sus organizadoras– cuestionar el modo en que ha solido ser contada «la historia del arte, del pensamiento, de la ciencia»: como «fruto del genio de algunos individuos excepcionales, siempre del género masculino». «Semejante visión –añaden las organizadoras– deja en la sombra a las mujeres que no solo han acompañado, ayudado e inspirado a esos hombres, las “musas”, sino que con frecuencia han sido creadoras a su vez. ¿Por qué ellas ocupan siempre un segundo plano?»

Cuando a Belén Gopegui se le propuso su participación en el ciclo, sugiriéndole, de entrada, que se ocupara de la relación entre Rafael Sánchez Ferlosio y Carmen Martín Gaite, ella sorprendió a las organizadoras con una inesperada contrapropuesta: discurrir en su conferencia sobre sus propios padres. El padre de Belén Gopegui, Luis Ruiz de Gopegui, es un reputado físico, responsable de algunas actividades de la NASA en España y conocido en el círculo de quienes en España se interesan por tales cuestiones, pero queda lejos de ser lo que se entiende por una «celebridad». En cuanto a la madre, Margarita Durán, la verdadera protagonista de estas páginas, fue una mujer solo en apariencia «corriente», pero en ningún caso lo que se entiende por una «musa», ni persona que obtuviera ninguna clase de notoriedad pública. Así pues, los personajes sobre los que proponía disertar Belén Gopegui no se adecuaban, en un principio, al patrón de los que pueblan las conferencias del ciclo Ni ellas musas ni ellos genios, pese a lo cual sus organizadoras aceptaron la propuesta, confiadas en lo que no dejaron de constatar cuando la conferencia fue finalmente leída: que su contenido ilustraba de un modo singular y necesario las premisas del ciclo, a través de un enfoque centrado en las vidas de personas ajenas al aura del arte.

El texto de la conferencia se da tal y como fue pronunciado en su momento, sin disimular su origen ni su circunstancia, y sin otros cambios que los imprescindibles para su lectura. Belén Gopegui acompañó su charla con la proyección de algunas fotografías y vídeos, y con la audición de unas pocas canciones mencionadas en el texto. Algunas de las fotografías se incorporan al texto. A los vídeos y canciones, inevitablemente omitidos, se puede acceder a través de la Red.

Voy a narrar la historia de una pareja que, entre otras circunstancias, resultaron ser mis padres. Hablaré sobre todo de mi madre, Margarita Durán.

Cuando le conté sobre esta conferencia a un amigo, me dijo: «¡Qué valiente eres! No creo que yo pudiera hacer algo así sin tener que parar cada cinco minutos asfixiado por la emoción». Tenía razón, pero voy a intentar llegar al final serenamente. No es cuestión de valentía. Es que este ciclo trata de los personajes escogidos y no de quien los narra. Mi papel aquí es el de ser una simple voz y sé que entenderán que la distancia aparente no es más que un espejismo con la intención de enfocar mejor lo que miramos. Pues, y cito ahora a la gran poeta y ensayista Adrienne Rich: «Nadie nos dijo nunca [a las mujeres] que tendríamos que estudiar nuestras vidas [...] como si fueran historia natural o música».

Antes de comenzar he de hacer una salvedad. Tiene que ver con la privatización de la cultura y la circunstancia de ser este un ciclo auspiciado por un Banco. Nuestro país padece los efectos de rescates injustos a los Bancos, desahucios y otras acciones inaceptables amparadas por ellos. No es fácil resolver el dilema sobre si usar o no todos los espacios posibles para dar potencia de difusión a discursos que no suelen tenerla. Hoy voy a acudir a las ideas de Margarita Durán. Ella confió en la dialéctica entre las personas y las instituciones. Aun cuando las reglas de una institución y su inserción en un sistema político y económico no propiciaran la justicia, sino al contrario, Margarita pensaba que las personas no eran meros engranajes, sino que podían intervenir a su modo para llevar las instituciones más allá de sí mismas. Sin idealismo, nos habría dicho, creo, que no hay sistemas cerrados ni obediencia debida. Traigo aquí pues su convicción de que esa dialéctica entre personas e instituciones, entendida como lucha por parte tanto de las personas que están dentro como de las que están fuera, mejorará el mundo.

Empecemos, pues.

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