Me gustan mucho las novelas que, siendo sencillas en construcción y en contenido, están llenas de sentimientos, no tanto por grandes y complejas construcciones narrativas sino por la verdad y realidad que engloba todo lo que cuentan y porque me hablan de personas, algo que me encanta. Todo lo demás era silencio ha sido lo que su título prometía: sencilla, muy real, llena de amor y soledad, y con la carga emotiva suficiente para que en la parte final de la historia mis sentimientos aflorasen, llegando a aceptar ese final, igual que ella, igual que ellos, a pesar de todo.La novela nos cuenta, en pasado y a modo de recuerdo o reflexión, cómo un accidente inesperado pone a Lucía y a Julián ante una situación complicada. A través de sus pensamientos vamos a conocer parte de su pasado, de sus sentimientos, de sus miedos y de sus decisiones; solo es una parte, pero es suficiente para saber quiénes son y, lo que para mí ha sido más importante, para llegar a comprenderles.Puede que os parezca extraña esta reflexión, pero el texto me ha parecido una bonita manera de economizar en palabras para transmitir sentimientos; así de simple; sin más.Estaba convencido -y así se lo repitió a sí mismo en un par de ocasiones durante la cena - de que a veces querer a una persona consiste sencillamente en no interponerse entre ella y su bienestarY sintió por primera vez la espesura de las horas, que se acumulaban unas sobre otras como un peso muerto que en aquel lugar, en mayor o menor medida, todos arrastraban tras de sí. Y advirtió la soledad en sus miradas. Esa inconfundible soledad. La tristeza de quien no se siente perdido en aislado, sino solo. Tan solo como lo están todos los que se hayan a su alrededor, sentado sin noticias en una silla absurda. Pensando que a veces no tener a nadie consiste, precisamente, en estar rodeado de genteEstás leyendo (escuchando tu voz interna) al narrador hablar de una historia y tienes la sensación de que es una historia pasada y terminada, por los recuerdos de ellos y de cómo estos se transmiten; esos recuerdos que son íntimos y sinceros; pero sabes que la novela empieza en un hospital y comprendes hacia donde te lleva. Vas recorriendo el camino a través de momentos aparentemente comunes y que dicen mucho de ellos y de cómo son, y, aunque tratas de no juzgar, creo que es parte del proceso que lo hagas.Mientras aguardaba, se convence a sí mismo de que había algo conmovedor en la imagen de un fumador solitario paseando de noche frente a la puerta de un hospital. Resultaba imposible no trata de imaginar su historia.Es curioso porque frente a una situación normal, que ocurre todos los días, y con ese tono a recuerdo y a nostalgia, y casi a veces a conformismo, del que ya os he hablado, los personajes hacen un pequeño viaje al pasado, un viaje real e íntimo; él con mucho miedo y sin saber cómo afrontar todo, y ella con la necesidad casi física de encontrar la pertenencia a algo que perdió hace tiempo y que puede que ni siquiera supiera que había perdido.No sé si a otros lectores les ha ocurrido igual pero, a medida que iba avanzando en mi lectura, me iba involucrando más en el texto, incluso hacía mías algunas de sus reflexiones, para darme cuenta, más o menos cuando llevaba un 75% del libro, que afloraba en mí un sentimiento guardado sobre lo que estaba leyendo que hasta ese momento no era consciente de que estuviera ahí. He tenido la sensación final de que el camino recorrido me estaba preparando como a ellos, dejando que saliesen mis propios sentimientos respecto a la lectura.Qué fuerza pueden tener los recuerdos vividos; esos momentos que, sin saberlo nosotros, fueron especiales y marcaron quizá algo dentro de nosotros. Qué fuerte es la necesidad que siente ella de cerrar el círculo, su círculo, un círculo que aparentemente no tiene importancia pero para ella es un viaje a su origen, al lugar donde pertenece, o cree pertenecer; al lugar donde fue feliz.Por primera vez desde hacía bastante tiempo, Lucía fue consciente de que tanto allí como en su propia vida habían transcurrido veinte años.Uno se da cuenta de que su amistad con otra persona ha dejado de ser frágil o indecisa con un día observa que esa relación se ha vuelto indiferente el silencio. Cuando esté ya nunca es incómodo. Cuando los largos ratos sin decir nada son solamente un rato más. Como otro cualquiera. ¿A quién recomendaría esta lectura? A quien disfrute de una historia personal, íntima, dramáticamente bien acabada, bien escrita, poco descriptiva y con dos personajes llenos de la fuerza que te da la propia vida. Puede que haya novelas con tramas más complicadas, de esas que se alargan y suben y bajan, jugando con la intensidad del lector, pero Todo lo demás era silencio es bonita dentro de su simpleza y es complicada precisamente porque habla de personas, de sus sentimientos, de sus anhelos y de elegir.Me cuesta despedirme de los personajes en un libro. Me cuesta decirles adiós. Me cuesta leer una mirada de amor y de agradecimiento pero también de dolor y de despedida. Me duele sentir lo mismo que sienten ellos o lo que yo sentiría si estuviera en su lugar. Todo esto soy yo cuando leo; pero no me pasa siempre, así que cuando una lectura acaba sacando eso de mí será que era un libro escrito para mí. Gracias.
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